Berlín bien vale una serie
Varias ficciones recientes trazan un relato cronológico de los últimos 100 años en la ciudad más efervescente del mundo
Pocas ciudades vivieron tanto en 100 años como lo hizo Berlín en el siglo XX. Quien recomiende visitarla, probablemente argumente que es un arrebatador museo de arquitectura al aire libre, un gigantesco libro de historia en tres dimensiones y la ciudad más efervescente del mundo actual. Por todo eso es un escenario idóneo para ambientar una serie con ambiciones narrativas.
También lo es porque confirma la teoría del Fourth Turning. Con ella, los científicos sociales Nigel Strauss y Neil Howe nos advierten de que el devenir humano se repite con una cadencia similar a la de las estaciones del año. Este ciclo vital se completa en series recientes como Babylon Berlin, Hijos del Tercer Reich, Deutschland 83 y Counterpart. Juntas trazan un relato cronológico aderezado con uniformes, ascensores paternoster, coches Trabi y construcciones totalitaristas.
Babylon Berlin, coproducción británico-alemana que emite Movistar+, mira a través del espejo retrovisor. Acababan los felices 20 y en los clubes y calles de la ciudad se apuraban los últimos tragos de vida justo antes de que la economía y los absolutismos rompieran el mundo. La que es la ficción televisiva más cara rodada en lengua no inglesa muestra una ciudad a punto de caer en las garras del nazismo. Tom Tykwer (Corre, Lola, Corre) desarrolla en todos los sentidos un relato mucho menos austero del que hizo Fassbinder hace décadas en otra serie de referencia de la televisión alemana, Berlin Alexanderplatz.
La miniserie Hijos del Tercer Reich (Unsere Mütter, Unsere Väter) demostró en 2013 que Alemania está dispuesta a deshacerse del sentimiento de culpa sin negacionismos ni interpretaciones paralelas de lo que es la memoria histórica. Desde un bar de Berlín se inicia el relato de cinco amigos que se reúnen para despedirse. Unos marchan al frente y otros se quedan, a la espera de que la Segunda Guerra Mundial no los separe para siempre.
Siguiendo la línea temporal, Deutschland 83 (Movistar+) es un relato histórico convertido en melodía pop. La voz de Nena cantando el 99 Luftballons suena a ambos lados de un muro mientras que Martin, un veinteañero de la Alemania del Este, se cuela en el lado occidental infiltrado por la Stasi. De los ocres de las series anteriores se pasa al estallido multicolor propio de los instantes previos a una transición. Pronto llegará su segunda temporada, Deutschland 86, también coproducida junto al canal estadounidense Sundance TV.
Otro joven espía en la Alemania de la Guerra Fría protagoniza El mismo cielo (Der gleiche Himmel / Movistar+). Lars se encarga de seducir a influyentes mujeres del Berlín Oeste en un relato en tonos de verde, amarillo y azul algo saturados que también transcurre en la mitad oriental, donde sus familiares han quedado atrás. Oliver Hirschbiegel (El hundimiento) dirige a un gran reparto encabezado por Tom Schilling (Oh Boy) y Sofia Helin (Bron/Broen).
La Berlín de nuestros días, misteriosa y actual, ayuda a construir una intriga muy cercana a la realidad. Ha ambientado, por ejemplo, una de las mejores temporadas de Homeland. HBO España tiene los derechos de Berlin Station, que hace referencia a la central de la CIA en la capital alemana. Incide en el monotema del espionaje para hablar sobre la inminencia de un nuevo orden mundial con Richard Jenkins y Rhys Ifans dando lustre a su casting.
También se beneficia de esa estética la recientemente estrenada Counterpart para elaborar un inusual relato de espías. Howard, un estadounidense que trabaja de un organismo internacional y que interpreta J. K. Simmons, pasea entre grandes estructuras industriales y se adentra en edificios gubernamentales de semblante cuadriculado. Bajo el gris aparente de su vida y su entorno se esconde una insospechada realidad paralela. Cuando lo descubre, estalla una tensión entre dos placas tectónicas y surge la figura del doppelgänger. Además de ser una de las pocas palabras que la lengua alemana ha sido capaz de exportar al mundo, se trata un recurso infalible en el género de la intriga. La dualidad propia de una novela de Hermann Hesse encaja a la perfección con un Berlín que tuvo que desdoblarse para sobrevivir a la existencia de un muro divisor.
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