Glen Hansard: Emociones cohesionadas
El nuevo disco del artista recibe una calificación de 8 sobre 10
El irlandés Glen Hansard se autoproduce por primera vez y arranca este nuevo álbum con una contundencia inédita en sus dos discos en solitario previos. La fuerza con la que los metales de su banda empujan Roll on Slow en la apertura encuentra eco dos cortes después con Wheels on Fire, pelotazo que, sin nombrarlos, desafía los sinsentidos políticos reinantes (hasta hay un guiño al combativo Pete Seeger en un verso). Y ente medias de ambos desmelenes, Hansard nos brinda soul-folk al más puro estilo Van Morrison para insistir en la viabilidad de una relación (Why Woman). Nada extraño: Hansard ha sido siempre artista con voz propia, tanto al frente de The Frames desde los noventa como con The Swell Season, su dúo con Markéta Irglová, pero nunca ha negado su admiración por el León de Belfast. ¿Otro botón de muestra? El uso de los vientos en Lucky Man, combinado con ciertos fraseos dylanianos.
Artista: Glen Hansard
Disco: Between Two Shores
Sello: ANTI- / [PIAS] Iberia & Latin America
Calificación: 8 sobre 10
Hansard se encerró con un colaborador recurrente para cuestiones de pecera, Dave Odlum y, en tres semanas quedó plasmado el disco en Francia. Una operación meritoria por la consistencia del resultado, pues las composiciones procedían de un arco amplio de años. Alguna incluso está grabada antes, domésticamente o en sesiones con músicos. Ejemplo de lo segundo es Setting Forth, registrada en Nueva York con el jazzman Brian Blade y su grupo. La calidez reflexiva que emana de ella (sobresale el piano de Jon Cowherd) y las tribulaciones de la letra son esgrimidas por el sello de Hansard como epítome del álbum. Sobre todo estas últimas: el dar pasos en momentos de incertidumbre se antoja hilván temático para buena parte del tracklist.
El título del disco, Between Two Shores (entre dos orillas), alude precisamente a esas dudas. Quizá también a la oscilación entre vertientes sonoras de Hansard: la banda a pleno pulmón y la más intimista. En esta, le queda mejor la cocción pausada con ingredientes y fundamento de Wreckless Heart que el minimalismo en Movin’ On, cuyo aporreo acústico de frenazo y vuelta al molino habría ganado con dosis de tijera. Aún así, el artista dublinés canta en ella como nunca. Su garganta casi practica, en contraste, el sotto voce en One of Us Must Lose.
Dentro de un trabajo tan apreciable, el estribillo (coros incluidos) de Your Heart’s not in It empeora sus propias estrofas. Y dicha asunción del amor no suficientemente correspondido da paso en el cierre al consejo a una amiga abandonada por su amante: Time Will Be the Healer. El tour de force vocal de Hansard, entre la fragilidad y el desgarro, puede con el compendio de tópicos del texto, pero no sé si justifica su elección como primer adelanto. En cualquier caso, la larga carrera de un tipo que sabe lo que es tocar en las calles y después ganar un Oscar en 2008 a la mejor canción original (la del filme Once, que coprotagonizó con Irglová) no da atisbos de flaqueza. Por el contrario, avanza con nuevos peldaños como el de producirse a sí mismo.
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