Ir al contenido
_
_
_
_

Robert Merry, historiador: “Trump está yendo muy lejos. Veremos cómo se las arregla con los tribunales”

El periodista y autor de varios libros, entre ellos una biografía sobre William McKinley, el nuevo modelo a seguir de Trump, considera que su relato está incompleto

Robert Merry
Nicholas Dale Leal

El rey de los aranceles, “el Napoleón de la protección”, el pionero de unos Estados Unidos verdaderamente globales. Estas etiquetas que le gustaría atribuirse a Donald Trump mientras amenaza con imponer aranceles, intenta negociar la paz en Ucrania y Gaza, o suelta ideas de un expansionismo estadounidense del siglo XXI casi a diario, parecen una referencia a sí mismo. Pero no lo son. Hacen referencia a otro presidente estadounidense que gobernó hace más de un siglo y que parece ser una especie de modelo para Trump: William McKinley.

“América reclamará su legítimo lugar como la nación más grande, más poderosa y más respetada de la Tierra, inspirando el asombro y la admiración del mundo entero”, dijo Trump en su segundo primer discurso como presidente justo antes de dejar caer el nombre. “Devolveremos el nombre de un gran presidente, William McKinley, al Monte McKinley [el pico más alto de Estados Unidos, ubicado en Alaska y conocido por su nombre nativo, Denali], donde debe estar y donde pertenece. El presidente McKinley hizo a nuestro país muy rico a través de los aranceles y a través del talento. Era un hombre de negocios y le dio a Teddy Roosevelt el dinero para muchas de las grandes cosas que hizo, incluyendo el canal de Panamá”.

¿Es precisa la representación que hace Trump de McKinley? ¿Cuál es el verdadero legado de McKinley? EL PAÍS habló con el periodista con una trayectoria de décadas en Washington y luego convertido en historiador, Robert Merry, autor de una biografía revisada de McKinley publicada en 2017, Presidente McKinley: Arquitecto del siglo americano. En una videollamada desde Montana, Merry arroja luz sobre McKinley y su imprevisto nuevo vínculo con Donald Trump.

El presidente actual de Estados Unidos, Donald Trump, y el expresidente William McKinley, ambos firmando documentos sobre un escritorio.

Pregunta. ¿Por qué empieza Donald Trump a hacer referencia a McKinley?

Respuesta. En su primer mandato, tenía el cuadro de Andrew Jackson en la pared del Despacho Oval, no el de McKinley. Por supuesto, se proyectó a sí mismo como un pensador económico pro arancelario y pro proteccionista. Por lo tanto, no es sorprendente que acabara pasando al mayor proteccionista de nuestros presidentes. Pero hubo otro factor, creo. McKinley fue el último gran expansionista de América. Trajo Filipinas, Guam y Puerto Rico a Estados Unidos y liberó Cuba. Y Trump parece ser un expansionista, al menos filosóficamente, con su interés en Groenlandia, por ejemplo, el Canal de Panamá, y, no sé si esto es serio, la idea de hacer de Canadá el 51º Estado.

P. En cuanto a los aranceles, ¿cómo empezó y cómo se desarrolló la relación de McKinley con ellos?

R. Rutherford B. Hayes fue su oficial al mando en la Guerra Civil y su gran mentor, y fue elegido presidente el mismo año en que McKinley fue elegido miembro de la Cámara de Representantes. Y fue Hayes quien básicamente le dijo: “creo que debes adoptar los aranceles como tu tema singular, y vas a ser el más hábil y conocedor de ese tema en el Congreso”. Y lo hizo. No tenía la visión de la grandeza americana que se podría pensar de Theodore Roosevelt, su sucesor. Pero era muy hábil y dominaba el tema y se convirtió en una persona destacada.

P. ¿Y cómo funcionaron sus aranceles?

R. Escribió un proyecto de ley, que fue aprobado en 1890, que instauró aranceles significativamente altos. Pero se salió de control porque muchos, una vez que se presenta un gran proyecto de ley ante el Congreso, lo utilizan como un árbol de Navidad para poner sus propios adornos. Así que había aranceles sobre más productos de los que McKinley realmente quería. Sin embargo, no le fueron muy bien políticamente. Los comerciantes y las empresas aumentaron sus precios antes incluso de que entrasen en vigor, surgió una tremenda impopularidad y McKinley perdió su escaño en las elecciones de 1890. Fuera del Congreso, los aranceles parecían ser la causa última de su derrota, pero él se negó a dar marcha atrás. Llegó a ser gobernador de Ohio durante dos mandatos de dos años, y luego se convirtió en presidente en 1896. Desde la Casa Blanca, impulsó un proyecto de ley que restableció gran parte de los aranceles más altos que se habían suprimido bajo el mandato del presidente demócrata Grover Cleveland.

P. ¿Cambió de opinión sobre ellos?

P. Sí, y fue un cambio notable. Como presidente, se dio cuenta de que Estados Unidos era una nación empresarial asombrosamente creciente y vibrante y que podíamos producir más bienes, tanto agrícolas como industriales, que cualquier otro país. Y que a medida que lo hiciéramos, nos íbamos a quedar sin mercados internos, por lo que necesitábamos desarrollar mercados en el extranjero. Y no puedes tenerlos sin ser un país comercial. Así que empezó a cambiar y desarrolló este concepto, aunque no fue idea suya, llamado “reciprocidad”: esencialmente, reduciremos nuestros aranceles si ustedes reducen los suyos. Estaba en esto después de su reelección en 1900, pero al poco fue asesinado.

Dos caricaturas de la época del presidente McKinley muestran las cambiantes actitudes frente a los aranceles en esos años.

P. Trump está poniendo aranceles, ¿aprendió de la experiencia de McKinley?

R. En primer lugar, 2025 no es 1900. Las cosas son muy diferentes. En la época de McKinley no había impuesto sobre la renta. Así que los aranceles eran la principal fuente de ingresos federales. Además, el gobierno era mucho más pequeño de lo que es hoy. La otra cosa es que Trump parece querer utilizar la reciprocidad de una manera más expansiva. Por ejemplo, los aranceles que impuso a México y Canadá buscan compensación en los problemas de control fronterizo. Eso sería algo que nadie habría considerado, ni pensado remotamente apropiado, en la época de McKinley.

P. ¿Cómo podría ver Trump a McKinley como modelo para su propia presidencia?

R. McKinley realmente aceptó e incluso ayudó a modelar la idea de lo que yo llamo imperialismo no colonial. Es decir, desarrollar una armada, un ejército y una fuerza económica sin parangón que te permita salirte con la tuya en el mundo, incluso sin colonias. Eso fue muy importante a principios del siglo XX y nos llevó a una nueva era, que fue la era Roosevelt. Trump, por lo que veo, no hace esa distinción.

P. Pero según parece, a Trump le gusta imponer su voluntad sin tener necesariamente una relación colonial.

R. Me parece que de lo que habla con respecto a Groenlandia es de un concepto colonial. También lo del Canal de Panamá. Así que no está claro cómo va a configurar Trump esta política exterior, pero hay mucho espacio para su idea de expansionismo colonial.

P. Algunas personas también establecen paralelismos con respecto a la expansión del poder ejecutivo.

R. McKinley trató de mejorar su capacidad para influir en los acontecimientos mediante el desarrollo de relaciones mucho más estrechas con la prensa, mediante una comunicación mucho más ávida y mucho más amplia, y de hecho más detallada, con el pueblo estadounidense de lo que habían hecho otros presidentes. Dio los primeros pasos para aumentar la influencia y el poder relativo del poder ejecutivo, pero solo de forma que no pudiera interpretarse como un ataque a los otros poderes. McKinley nos ayudó a entrar en el siglo XX en lo que respecta a la acción presidencial, pero no de forma amenazadora.

P. ¿Las acciones de Trump pueden considerarse amenazantes?

R. Está yendo muy lejos en lo que respecta a la prerrogativa ejecutiva frente al Congreso. Y veremos cómo se las arregla con los tribunales, porque va a ganar algunas y a perder otras en el Tribunal Supremo.

P. ¿Cree que la representación que hace el presidente de McKinley es correcta?

R. Trump no reconoce el notable cambio de McKinley con respecto a los aranceles. Básicamente, llegó a la conclusión de que había que reducir los aranceles para que pudiéramos vender los bienes que estábamos produciendo en Estados Unidos. Trump no habla así y no presta mucha atención a ese giro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Nicholas Dale Leal
Periodista colombo-británico en EL PAÍS América desde 2022. Máster de periodismo por la Escuela UAM-EL PAÍS, donde cubrió la información de Madrid y Deportes. Tras pasar por la Redacción de Colombia y formar parte del equipo que produce la versión en inglés, es editor y redactor fundador de EL PAÍS US, la edición del diario para Estados Unidos.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_