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Elemental
Coordinado por Juan Carlos Galindo

Sue Grafton deja huérfano el alfabeto criminal

Un cáncer acaba con la creadora de Kinsey Millhone, uno de los grandes personajes de la novela negra contemporánea

Juan Carlos Galindo
Grafton en Barcelona en 2015.
Grafton en Barcelona en 2015.Massimiliano Minocri

El alfabeto de la ficción criminal acaba desde el pasado 28 de diciembre en la Y. La muerte de Sue Grafton (Louisville, 1940, Santa Bárbara, EE UU, 2017) deja inacabado uno de los grandes proyectos de la novela negra contemporánea y a miles de lectores huérfanos. Una aventura que empezó en 1982 con la publicación de A de adulterio (Tusquets, como toda su obra en España, incluida la autobiográfica Kinsey y yo) y que ha arrastrado a fans de varias generaciones al mundo de la detective Kinsey Millhone.

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Grafton ha dejado de luchar contra el cáncer que la atenazaba desde hace dos años, pero Millhone seguirá viva para siempre. El personaje envejecía dos años por cada cinco novelas y está en plena forma, siempre independiente, siempre con algo de Grafton, en Y for Yesterday, la última novela publicada de la saga. Optimista patológica, Grafton hablaba así de su proyecto con EL PAÍS en Barcelona hace tres años: “No me he cansado nunca, pero he vivido siempre con el miedo a que me ocurriera. Es una responsabilidad muy grande porque estoy compitiendo contra mí misma y lucho por no repetirme. Cuando termine la serie estaré muy aliviada de haber sobrevivido. He aprendido muchísimo sobre el ser humano, sobre leyes, crímenes y venganza y todo gracias a mi viaje personal para sobrevivir a mi propia histeria y ansiedad. Ha sido un reto apasionante y una gran lección”.

Hija de dos descendientes de misioneros presbiterianos, padres cultos y dados a los excesos -él alcohólico, ella depresiva y enganchada a los medicamentos- la autora de W de whisky creció con la libertad que le dieron dos padres que no la supervisaban e inmersa en los mundos que le proporcionaban sus lecturas.

Grafton era un caso raro en el mundo editorial. Después de entrevistarla en 2015 paseé con ella por Barcelona y nos vimos en la librería Negra y Criminal, donde repartía firmas y sonrisas mientras compartía su pasión por los gatos y me confesaba que Steve, su tercer marido, era “el definitivo”. El éxito mundial de sus novelas le dio una excelente posición económica pero su sencillez era apabullante y solo se permitía algunos gestos como el de llevarse a su cocinera siempre que cambiaba de aires entre su casa de Kentucky y la de California. Pudo ganar mucho más dinero, pero se negó en redondo a llevar al personaje a la gran pantalla. Siempre generaba sorpresa y algo de estupefacción cuando afirmaba en público que prefería dar vueltas desnuda sobre un lecho lleno de cristales rotos a vender los derechos de Millhone para el cine. “Trabajé en Hollywood durante 15 años. Allí no vendes un libro, vendes un personaje y una vez que das el paso pueden hacer con ello lo que quieran. En el momento en el que un dólar cambia de manos ya tienen todo el control. No haré eso nunca. Este es el trabajo de mi vida y no veo por qué voy a dar acceso o a ceder el control de eso a alguien”, explicaba a este diario.

A menudo tengo la impresión de que me observa por encima del hombro y me susurra alguna cosa al oído, me da un ligero codazo y me hace comentarios subidos de tono

Lejos de usar la novela negra para elaborar grandes críticas sociales, Grafton huía de cualquier papel revolucionario -"elegí una mujer como protagonista solo porque me permitía hablar con autoridad de lo que conozco" -, no ocultaba su amor por las armas convencionales y lo bien que se lo pasaba en el campo de tiro con sus amigos del equipo del sheriff del condado de Santa Teresa y prefería el enfoque reparador para abordar sus historias: “Me gustaría creer que el sistema judicial funciona siempre, pero sé que no es así. Entiendo el sentimiento de muchas víctimas, la necesidad de venganza, de que se restablezca un equilibrio en el universo, pero los ciudadanos no pueden ir tomándose la justicia por su mano. Para eso, la novela negra es perfecta”.

“Creo que somos un alma con dos cuerpos” contaba en Kinsey y yo con cariño sobre el personaje que le acompañó toda una vida creadora. “Kinsey es un ser maravilloso de cuya creación sólo puedo atribuirme un mérito parcial, aunque probablemente ella se atribuye todo el mérito de lo bueno que puede haber en mí. Me divierte pensar que he inventado un personaje que ha acabado manteniéndome, y estoy segura de que a ella le divierte saber que seguirá viva mucho tiempo después de que yo me haya ido. A menudo tengo la impresión de que me observa por encima del hombro y me susurra alguna cosa al oído, me da un ligero codazo y me hace comentarios subidos de tono”.

Kinsey no tiene ya a quien susurrar y con ella miles de lectores se han quedado sin la mirada inteligente de su creadora. Nos quedan sus libros, aventuras nada pretenciosas que nos harán felices y alejarán por un rato la sensación de que todo se acaba, a veces antes de llegar al final que merece.

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Sobre la firma

Juan Carlos Galindo
Es responsable de la sección de Pantallas y, además, escribe sobre libros en Cultura y Babelia y coordina el blog de novela negra Elemental. Lleva en EL PAÍS desde 2008. 'Hontoria' es su primera novela, publicada por Salamandra en 2023.

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