La comedia de las inversiones
La ópera prima de Jordi Vallejo arrasa durante su segunda temporada en el Teatro Alcázar de Madrid y llega a Buenos Aires dirigida por Veronese
Parafraseando a Shakespeare, El test podría subtitularse ‘La comedia de las inversiones’. ¿Qué es más elevado para el espiritu, planear a largo plazo o apurar el instante?, viene a preguntarse su joven autor. Jordi Vallejo i Duarri se ha inspirado en The Marshmallow Test (El test del malvavisco), libro en el cual Walter Mischel, psicólogo estadounidense de origen judío vienés, asegura que los niños capaces de posponer un placer inmediato por la promesa de uno mayor tienen más éxito en la vida; pero también en la teoría de las expectativas de Rosenthal y Jacobson, según la cual triunfa aquél cuyo entorno confía en él.
EL TEST
Autor: Jordi Vallejo. Intérpretes: Luis Merlo, Antonio Molero, Maru Valdivieso, Marina San José. Luz: Alejandro Gallo. Vestuario: Guadalupe Valero. Espacio sonoro: David Angulo. Ayudante de escenografía: Marta Guedán. Escenografía: Anna Tussell. Dirección: Alberto Castrillo-Ferrer. Madrid. Teatro Cofidís Alcázar, hasta el 1 de abril.
Bien construída, hábilmente dialogada, interpretada chispeantemente y dirigida con pujanza por Alberto Castrillo-Ferrer, El test se ha convertido en caso insólito: ¡una opera prima de autor español programada por segunda temporada completa en un teatro de 800 butacas, a función diaria (los sábados dos)! ¿Teatro comercial? Sí, claro, pero mejor informado que buena parte del que pasa el filtro poco riguroso de nuestros teatros públicos. Por algo Daniel Veronese firma el montaje bonaerense, que se estrena en enero en el Multiteatro de la avenida de Corrientes.
Mis compañeros Juan Ignacio García Garzón y Andreu Sotorra han comparado atinadamente esta pieza con otras de Yasmina Reza, Jordi Galceran y Cesc Gay, pero Vallejo, además de hablar de la pareja y de la amistad (como hacen dichos autores) introduce un debate vehemente sobre que parte tienen en el logro de cualquier meta el empeño personal, el entorno humano y las circunstancias dadas. ¿Qué construye más a una persona, la fe en sí misma, la mano tendida de un profesor o las expectativas que sus padres ponen en ella?
Tales preguntas se van deslizando a lo largo de una acción dramática in crescendo. Al principio, El test parece una comedia ingeniosa más, llevada a ritmo endiablado (pensando en un público que no tiene tiempo que perder), pero a base de precisas incisiones humorísticoquirúrgicas, lo ligero acaba adquiriendo consistencia trágica.
Luis Merlo pulsa con ambigüedad exquisita las teclas de su personaje, calculador bajo apariencia impulsiva, y dosifica con inteligencia los colores de su extenso arco emocional. Maru Valdivieso ofrece una versión plausible de la mujer de convicciones firmes, temperamento modulable y alma insondable. En la vivaz Berta de Marina San José, espoleta minúscula de una explosión termobárica, se entrecruzan en versión femenil el empollón Pitagorín y El Repelente Niño Vicente. Encarnado por Antonio Molero, Héctor es un torbellino cómico de trayectoria imprevisible, que a cada giro arranca de raíz la carcajada general.
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