_
_
_
_

El eterno retorno de la banda ‘indie’

Grupos populares alternativos regresan con cachés más altos gracias a la nostalgia

Lucía Lijtmaer
La banda The Breeders durante un concierto en Berlín el pasado 24 de octubre.
La banda The Breeders durante un concierto en Berlín el pasado 24 de octubre. Frank Hoensch (Redferns)

Vuelve The Breeders. Vuelve Lush. Vuelve Jawbreaker e incluso vuelve Slowdive. ¿Lo hemos visto antes? Sí, lo hemos visto antes. Los carteles de grandes festivales tienen aires de deja vu y casi siempre un nexo común: los grupos que vuelven se popularizaron en los noventa, y casi en su totalidad pertenecen al género indie.

En los últimos años hemos asistido a un fenómeno que se ha generalizado: bandas que habían resultado de gran calado hace veinte años, retornan con cachés estratosféricos. Pixies, Pulp, Blur... la lista de grupos reensamblados es larga y no cesa. Incluso parece haberse acelerado y abarcar la década de los dos mil: LCD Soudsystem o The Streets, grupos que habían jurado y perjurado su retirada vuelven apenas cinco o seis años después para regocijo de público e industria. ¿Por qué?

Los grupos que se revalorizan como clásicos

Además de la justificación prosaica, puramente económica, que explica el retorno de grupos disueltos o ya amortizados, hay también un razón más poética: la revaloración artística. “Hay grupos que se convierten en un clásico durante su ausencia y es de justicia poética que puedan volver y disfrutarlo: pienso en grupos como Pixies, Slowdive o Descendents, por ejemplo, que siguen tocando a la perfección y en su día fueron menos escuchados que todo lo que se generó a raíz de ellos”, dice Abel González, del equipo de contratación del Primavera Sound.

La primera conclusión, cínica o no, es económica: los grupos se revalorizan con el tiempo y gracias a un público que ya sea por nostalgia de algo que vivió —o de algo que no llegó a escuchar en vivo, en el caso de los más jóvenes— y que desea que vuelva. Abel González, del equipo de contrataciones del festival Primavera Sound, lo justifica: “Supongo que el económico es el tema principal. Hay gente detrás que conoce y juega con las ironías de la industria y se aprovecha de ellas. No me parece ni bien ni mal. Hay grupos que tienen su plan de pensiones en esa posibilidad. Hay más de una banda norteamericana que se tiene que reunir para pagar facturas hospitalarias. Si se puede retomar cualquier profesión, porqué no ésta”.

Pese a que los cachés de los grupos no se desvelan, fuentes de la industria de la contratación afirman que se trata de sumas muy elevadas en parte por el encarecimiento de los grupos y porque los costes ahora también son mucho mayores que hace dos décadas.

Es común que los carteles de los grandes festivales desvelen paulatinamente la vuelta de grupos que muchos daban por finiquitados. Y, generalmente pertenecen al mismo género: el denominado indie anglosajón.

El fenómeno resulta prácticamente ajeno a nuestro país. Solamente Manta Ray y Nosotrash parecen volver excepcionalmente para algún concierto. Xoel López, que tuvo otra propuesta artística con Deluxe, lo ve claro: “A veces aplicamos conceptos anglosajones y España tiene una realidad completamente diferente. Incluso hablando de otras décadas, vuelven Police y ganan millones, o Patti Smith toca íntegro Horses excepcionalmente pero aquí eso no es comparable. Ojalá pudiéramos, sería la hostia. Pero en España si lo haces es solamente porque te apetece, no por dinero. Yo no lo descarto en un futuro, pero jamás será por un tema económico, no tenemos una industria como para llevar a cabo esa dinámica”.

La industria parece clave para entender esas vueltas al escenario, que son especialmente relevantes en la música indie y denominada “alternativa” de los noventa. Varios de los grupos que vuelven lo hacen tras carreras en solitario —Frank Black, Jarvis Cocker, Kim Deal—, y con un panorama musical muy cambiado. Pese a que la gente consume más música en directo que nunca —un 12% más que en la década anterior— , los ritmos son mucho más rápidos. El esquema de publicación de disco y su consiguiente gira ya no es tan evidente: ya no se piensa en términos de álbumes, y se favorecen propuestas dónde el artista en solitario con fuerza mediática triunfa. “El caso de Mike Scott y The Waterboys es paradigmático: es un tipo que siguió haciendo su propia música, y puede convivir con el trabajo de la banda. Cuando quiere puede ser más comercial y cuando quiere vuelve con la banda de siempre”, dice Xoel López.

Lo mismo opina Christina Rosenvinge, a quien destacar solamente la opción monetaria le resulta una opinión “descreída”. “Quien cree que esa es la única razón no conoce la naturaleza del asunto. Al revisar un repertorio años después puedes tener la oportunidad de hacerlo en condiciones que no tenías antes. También porque te apetece tocar con esa misma gente con la que tienes química y funcionas bien”, dice. “¿Puedo ir a ver una exposición de Goya, que lleva siglos muerto y no puedo ver jamás a los Stooges porque nací tarde y decidieron un día separase?”, se pregunta González. “¿Tiene cada generación el derecho de ver sólo a sus coetáneos?”.

En España las recuperaciones de grupos que resultan míticos apenas se dan. Algunas se desean —Radio Futura, Kortatu, Los Rodríguez— pero casi no se refieren a grupos indies de los noventa. “Tengo ocho discos y hay gente que me sigue que no conoce los primeros, en España el indie no tuvo los picos de popularidad de otros sitios”, reflexiona Xoel López. “Pienso en grupos españoles que quisiera ver reunidos y me salen pocos y poco realistas”, dice González.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lucía Lijtmaer
Escritora y crítica cultural. Es autora de la crónica híbrida 'Casi nada que ponerte'; el ensayo 'Ofendiditos. Sobre la criminalización de la protesta' y la novela 'Cauterio', traducida al inglés, francés, alemán e italiano. Codirige junto con Isa Calderón el podcast cultural 'Deforme Semanal', merecedor de dos Premios Ondas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_