El Salar de Uyuni, un planeta de una galaxia muy, muy lejana
El desierto de sal boliviano es una de las nuevas locaciones de ‘Star Wars VIII: Los últimos Jedi’
Este año se conmemoran cuatro décadas desde que a un hombre llamado George Lucas, cuando tenía 33 años en 1977, se le ocurriera la creación de una singular ópera espacial que, sin saberlo, se convertiría en una saga multimillonaria y un fenómeno cultural en todo el mundo. Por supuesto que se trata de Star Wars. De la mente del creador de personajes icónicos como Darth Vader, influenciado por los cómics de Flash Gordon y los samuráis de Akira Kurosawa, nacieron personajes que acompañaron a distintas generaciones a través de una galaxia llena de parajes fantásticos e indómitos, capaces solo de existir en la imaginación. Muchos de los planetas que imaginó el también creador de Indiana Jones son pura fantasía. Sin embargo, muchos de ellos, aunque parezcan provenientes de una galaxia distante, fueron recreados en paisajes y locaciones propias del planeta Tierra.
Para Star Wars VIII: Los últimos Jedi, la más reciente entrega de la saga, lugares como Dubrovnik, Croacia, y Skellig Michael, en Irlanda, se convirtieron en Canto Bight y Ahch-To, respectivamente, dos planetas por los cuales los protagonistas se desenvolverán a medida que transcurra la historia, según dio a conocer Lucasfilm en un video promocional titulado Los mundos de Los últimos jedi. Latinoamérica no se queda atrás, ya que el tercer cuerpo celeste del universo creado por George Lucas se encuentra en Bolivia. El Salar de Uyuni, ubicado en el departamento de Potosí –al sur de la nación andina-, se constituye como Crait, uno de los mundos que “juega un papel clave en la película”, afirmó el director Rian Johnson en una entrevista a Entertainment Weekly.
Con una extensión de casi 11.000 kilómetros cuadrados, el Salar de Uyuni se encuentra a una altura de 3.663 metros sobre el nivel del mar. Esta rareza geográfica, casi completamente plana, estaba formada por lagos prehistóricos que se secaron hace miles de años y dejaron sus contenidos ricos en sal. Según algunas estimaciones, más de 10 mil millones de toneladas de sal cubren la región en la actualidad y se constituye como una de las principales reservas de litio en el mundo.
De acuerdo con varias fuentes, Johnson quiso representar al planeta Crait en una ubicación real, así como recrearon a Scarif, un mundo que cobró vida en las paradisiacas Maldivas en Rogue One: Una historia de Star Wars. ¿Su estrella natural perfecta? Nada menos que el desierto de sal más grande del planeta, que también obsesionó al cineasta alemán Werner Herzog en su retorno a Latinoamérica.
En Los últimos Jedi, Crait es el sitio de una base rebelde abandonada a la que la Resistencia huye después de los eventos de El despertar de la Fuerza. Con una similitud a la batalla librada en Hoth, en El Imperio Contraataca (1980), la maligna Primera Orden logra rastrear a los combatientes, comandados por la General Leia Organa –la fallecida Carrie Fisher–, para desplegar toda su artillería contra los protagonistas. El terreno salino en Crait permanece casi idéntico a como se ve realmente el Salar de Uyuni, con la diferencia de que la superficie del planeta es roja cubierta por una espesa costra de sal. “Crait comenzó con una idea muy gráfica de rojo debajo de blanco, y cómo eso podría transformarse durante el curso de una batalla”, explicó Johnson en una entrevista a la página web de Star Wars.
La parte visual de la batalla fue importante para el director de Looper. Cuando diseñaron los deslizadores esquí de la Resistencia, se buscó que tengan un parecido con los aviones de la Primera Guerra Mundial al momento de enfrentar a los transportes acorazados de la Primera Orden. “Quería que se sintieran realmente desvencijados [los deslizadores esquí]. En algún momento se nos ocurrió la idea de tener esta cabina abierta, como un biplano de la Primera Guerra Mundial. Sabía que tenían que tener este esquí estabilizador y levantar el color rojo para tener ese rociado como de moto acuática detrás de ellos”, afirmó el director.
Una serie de fotos se filtró en enero pasado, especulando que un equipo de Johnson rodó algunas escenas en Bolivia. Sin una confirmación oficial, muchos medios asumieron que el paisaje salino que se pudo ver en el primer avance de la película se trataba del Salar de Bonneville, en Utah; EE UU, y no el de la nación andina.
Armazón para una nave o cabina de nave, supuestamente de Star Wars, fotografiada en el Salar de Uyuni, Bolivia 11 de...
Gepostet von Star Wars Saga Bolivia am Mittwoch, 11. Januar 2017
La producción del filme dio a conocer que para la recreación de Crait utilizó ambos sitios. Según cuentan los administradores de los distintos hoteles de sal que funcionan en el Salar de Uyuni, cerca de 20 personas del equipo de Johnson permanecieron en el lugar durante casi tres semanas. La producción mantuvo mucho secretismo durante su estadía, al punto de que cada uno llevaba la llave de su habitación. Asimismo pasó con las naves y diseños a escala que crearon en el lugar. Una vez que finalizó su uso, todas terminaron en la basura. Sin embargo, los artistas también dejaron esculturas de sal en los alojamientos como recuerdo de la película, según dieron a conocer El Deber y ATB.
La inclusión del Salar de Uyuni en el episodio 8 de la saga emocionó al público boliviano. Para conmemorar este hito, la Ministra de Culturas y Turismo de Bolivia, Wilma Alanoca, anunció que se erigirá una escultura, de una imagen que todavía no fue definida, en la localidad de Tahua. Esta será esculpida por artistas locales. "Entendemos que tenemos que aprovechar los millones de seguidores que tiene esta saga, el prestigio del Salar”, dijo Alanoca en una entrevista con el diario Los Tiempos. El Salar de Uyuni ya se había mostrado en la pantalla grande.
Los forajidos Butch Cassidy y The Sundance Kid ya recorrieron esta planicie salina en la película Blackthorn, protagonizada por el fallecido Sam Shepard. Y recientemente el actor mexicano Gael García Bernal, interpretando al doctor Fabio Cavani, se paseó por ese territorio para evitar un desastre ecológico en la última ficción de Herzog. Y ahora, el desierto de sal más grande del mundo, con esa peculiaridad alienígena, puede presumir de ser un planeta de una galaxia muy, muy lejana.
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