Benet convoca las voces bajo el agua
Una exposición explora las políticas hidrológicas en León, donde se construyeron los embalses de Riaño y del Porma
El 16 de febrero de 1967, Juan Benet firmó con la editorial Destino un contrato para publicar Volverás a Región. Poco antes había terminado la sexta versión de esta novela, que aparecería en diciembre de ese año. No tuvo un éxito inmediato, pero con los años se convirtió en una de las obras más influyentes de la literatura española del siglo XX. No tenía prácticamente argumento, se sostenía en un estilo imponente y majestuoso, creaba un territorio imaginario propio (ese “paisaje forajido”, que decía Ferlosio), recogía las huellas de la Guerra Civil que todavía marcaban a los españoles en los sesenta y convertía al Tiempo y a la palabra que quiere comprenderlo en los grandes protagonistas del libro.
Medio siglo después, una original y sorprendente exposición que se inaugura hoy, sábado, en dos sedes, el Musac y la Fundación Antonino y Cinia de Cerezales (a una media hora en coche desde León), aprovecha las resonancias que provoca el mundo benetiano de Región para recoger los múltiples relatos que expresan el enorme desgarro que supuso para tantas personas la pérdida de sus pueblos cuando desaparecieron bajo las aguas de los embalses del Porma (hace 50 años) y de Riaño (hace 30), pero que hablan también del complejo desafío de aquellos que quisieron que las tierras más secas fueran cultivables y combatieron para sacar a España de su largo retraso a través de proyectos hidráulicos.
“Si la tierra es dura y el paisaje es agreste es porque el clima es recio”, escribe Benet en aquella novela cuando va describiendo el mundo imaginario que inventó para construir su literatura y que tiene mucho que ver con la zona del noreste de la provincia de León. Región (Los relatos). Cambio del paisaje y políticas del agua tiene también una concepción atípica. La exposición no sigue un orden lineal, tampoco pretende dar una idea cerrada de lo que ha significado el combate por el agua: muestra que nada es simple, recoge los restos que quedan del pasado, las cuentas pendientes, los sueños rotos, las nuevas vidas que forzaron aquellos proyectos. La España de la Restauración y de la dictadura de Primo, la de la República, la del franquismo y la de la democracia: en cada una de ellas se dio a su manera ese choque trágico entre unas políticas que pretenden traer un poco de bienestar a unas zonas pobres y desoladas y la devastación que producen en aquellos que van a perder sus casas y huertos, plazas, iglesias y cementerios, su mundo.
Entre 1961 y 1965, Benet se instaló en León para ocuparse de la construcción de la presa del Porma. Vivió en la venta de Remellán y en una casa construida a pie de obra, y fue ahí donde retocó una y otra vez aquella novela que empezó entre 1951 y 1953, cuando estudiaba ingeniería, y que tituló inicialmente El guarda. La historia es mínima. Trata de una mujer, Marré, que vuelve a Región ya entrada en años con la voluntad de recuperar los pocos momentos de plenitud y pasión de su vida, los que vivió con Luis I. Timoner en las postrimerías de la guerra. Llega a la clínica de Daniel Sebastián, un doctor que ya solo se dedica a la bebida y al cuidado de un niño enloquecido. Luis era su ahijado y él había amado, de manera tan apasionada como inútil, a su madre. Así que se encuentran y hablan. No dialogan, se sumergen en largos monólogos a través de los que reconstruyen sus respectivas vidas. En el camino dejan caer, como observó alguna vez Javier Marías, “latigazos de pensamiento”.
Memoria y presente
“Es cierto que la memoria desvirtúa, agranda y exagera, pero no es solo eso; también inventa para dar una apariencia de vivido e ido a aquello que el presente niega”, escribe Benet en Volverás a Región. Los comisarios de la (doble) exposición son Alfredo Puente, que forma parte de la Fundación Cerezales, y Bruno Marcos, que ha aportado desde fuera sus propuestas para enriquecer un proyecto que surgió hace unos cuatro años. Empezó desde abajo: desde las preocupaciones que seguían vivas en la memoria y en el presente de muchos habitantes de la comarca.
Las infraestructuras hidráulicas han transformado el paisaje de ese territorio que inspiró a Benet para levantar su Región. Los relatos que la exposición recoge sobre esos cambios son de todo tipo: periodísticos, históricos, burocráticos, políticos, técnicos, artísticos, literarios y, también, personales, de la gente de la comarca. La exposición de Cerezales está centrada en la presa del Porma, donde trabajó Benet, y la del Musac, en la de Riaño. En el primer caso se impuso, manu militari, la dictadura franquista; en el otro, el proceso tuvo lugar ya en democracia y fue transparente.
“¿Qué otra anticipación del porvenir que no sea la cita con la muerte cabe en esta tierra?”, escribe Benet en Volverás a Región. La novela recoge el conflicto entre la razón y el instinto; también la exposición: esa trágica herida entre unas políticas que quisieron sacarle partido al agua y la devastación que provocó la construcción de las presas.
Presa del NO-DO
La exposición recoge piezas,muy distintas sobre el agua y la sequía. Hay testimonios y documentos de la gente de la comarca, libros, proyectos y estudios oficiales, películas, capítulos del NO-DO, periódicos. Imágenes y filmes en super 8 de Benet cuando se construía la presa del Porma, así como varias versiones de Volverás a Región. Obras de hace mucho, de Carlos de Haes, Zubiaurre y Ortiz Echagüe, y de ahora mismo, de Ibon Aranberri, Anne-Laure Boyer, Rogelio López Cuenca y Elo Vega, Daniel G. Andújar, Abelardo Gil-Fournier, Carlos Irijalba, Juan Pablo Ordúñez, Florian Rey, Chema Sarmiento, Isidoro Valcárcel y Manolo Laguillo.
Babelia
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