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Padilla anuncia su retirada y una gira de despedida en 2018

"Me voy con la emoción y la ilusión de haber conseguido mucho", dice el matador

Juan José Padilla, este viernes durante la rueda de prensa en Sevilla.Foto: atlas | Vídeo: J. M. Vidal (EFE) | ATLAS
Antonio Lorca
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Juan José Padilla ha anunciado este viernes que se corta la coleta, pero que antes hará una gira de despedida en la temporada de 2018, coincidiendo con el 25 aniversario de su alternativa. “Anuncio mi retirada con tanta ilusión como anuncié mis comienzos. Me voy con la emoción y la ilusión de haber conseguido más de lo que había soñado”, ha declarado en rueda de prensa uno de los toreros más carismáticos y castigados por los toros de las últimas décadas.

El torero jerezano ha precisado que no ha sido fácil tomar la decisión: “Es fruto de muchas noches de desvelo, pero de buenas sensaciones también”. En su última temporada como torero quiere pasar por las plazas que lo han marcado como Pamplona, Bilbao o Santander. “Será una temporada bonita”, ha pronosticado, para anunciar que empezará en Castellón y terminará en la Feria del Pilar de Zaragoza. “En esta plaza pudo haber acabado todo y, sin embargo, fue donde todo empezó”, ha reconocido.

Sobre su futuro, ha avanzado que se dedicará a “otras cosas”, sin especificar, que también le apasionan. “Hago falta en casa, donde por mi profesión apenas he podido estar. Y también voy a dedicarme a otros proyectos profesionales, que no puedo avanzar aún”, ha añadido.

En otras palabras, Padilla se va pero no se ausenta; sigue la fea costumbre iniciada por otros matadores hace ya algunos años de anunciar una gira de despedida en la que se mezclen los sentimientos y los animosos besos a las arenas de las plazas con suculentos emolumentos en las ferias de postín.

Coincide, además, el anuncio del torero con el final de una temporada en la que ha encabezado el escalafón de matadores con 56 corridas lidiadas, 95 orejas y 9 rabos, motivo suficiente para que afronte el nuevo año con garantía de aparecer en los carteles de las principales ferias.

De todos modos, no se puede negar que Padilla es un caso extraordinario en la historia de la tauromaquia, un paradigma del héroe moderno, un referente de lo que el ser humano es capaz de alcanzar con el esfuerzo y el sacrificio.

Nacido en Jerez de la Frontera (Cádiz) el 23 de mayo de 1973, debutó con picadores el 17 de septiembre de 1980 en su ciudad natal. Tomó la alternativa el 18 de junio de 1994 en Algeciras (Cádiz), de manos de Pedro Castillo y con el Niño de la Taurinacomo testigo frente a reses de Fermín Bohórquez, y confirmó en Las Ventas un año después con toros del Marqués de Albaserrada.

Apodado en sus inicios El Ciclón de Jerez, ha sido un experimentado matador, valiente, bullidor, de toscas y aceleradas maneras, fijo en las corridas duras, respetado como profesional, pero no admirado como figura, un diestro de público ferial, y no de aficionados.

En esas andaba cuando un toro de Ana Romero le sorprendió en octubre de 2011, con motivo de la feria del Pilar, y le arrancó el ojo izquierdo.

Fue una de esas cogidas que retiran a un torero, y no solo por la pérdida del ojo, sino por las numerosas intervenciones a las que debió someterse por los muchos destrozos que sufrió en la cara.

Pero, milagrosamente, en contra de toda lógica, Padilla “resucitó” de sus propias cenizas, luchó titánicamente contra la adversidad, soportó con admirable estoicismo las inclemencias de una dolorosa rehabilitación, y reapareció en marzo del año siguiente en Olivenza.

En aquel 2011, Padilla era ya un torero veterano, con una desgracia a cuestas, que había iniciado su camino hacia una retirada definitiva. Pero como él mismo acaba de reconocer, en Zaragoza “empezó todo”. Padilla rompió los esquemas establecidos para cualquier humano, y se reconvirtió en un supermán, con una entereza fuera de lo común, con una férrea voluntad de superación, con una fuerza y coraje muy por encima de los límites habituales.

Padilla triunfó en su reaparición —no ya en la corrida de Olivenza, sino toda la temporada—, se abrió un hueco propio en las corridas de postín, se hizo compañero habitual de las figuras, dijo adiós a las ganaderías duras y probó la miel de las comerciales; y lo más extraordinario: se le reconoció como uno de los grandes.

Padilla no solo es un héroe, que ya es importante; lo más grande es que ha conseguido que la sociedad lo reconozca como tal. Además, comunica muy bien, posee una fecunda vida interior, se confiesa creyente y expresa profundas reflexiones sobre el ser humano.

En la feria de San Fermín es un ídolo y la plaza se llena de banderas piratas cuando torea; en abril de 2016 salió a hombros por la Puerta del Príncipe de Sevilla, y a pocos metros de la Maestranza acaba de anunciar ahora que se retira.

Pero, lo dicho, no se ausentará hasta dentro de un año; después de muchas vueltas al ruedo envuelto en lágrimas y con la cuenta corriente más abultada. Que así sea por su bien. Cosas del toreo moderno…

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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