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Madrid acoge la exposición definitiva sobre Auschwitz

La muestra ha recibido amenazas antisemitas antes de su inauguración

Montaje de la exposición de Auschwitz, este martes en Madrid.Vídeo: Álvaro García
Guillermo Altares
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La mayor exposición itinerante sobre Auschwitz, que recorrerá ciudades de todo el mundo durante los próximos siete años, está organizada por una empresa española y se inaugura en el madrileño Centro de Exposiciones Arte Canal el 1 de diciembre. Desde que comenzaron a promocionarla a través de redes sociales, sus organizadores han recibido una preocupante cantidad de mensajes antisemitas y negacionistas. La exposición, que podrá verse hasta junio, reúne 1.000 objetos del campo de concentración y exterminio nazi y pretende ser, ante todo, una advertencia de que no está escrito que el odio no vuelva a repetirse. De hecho, el lema de la muestra es "No hace mucho. No muy lejos". Los mensajes recibidos en los últimos 15 días demuestran hasta qué punto tienen razón.

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"Estábamos preparados para todo tipo de mensajes, pero no me imaginaba que iban a ser tantos", explica Icíar Palacios, la responsable de prensa de la empresa que organiza la muestra, Musealia, una pequeña compañía con sede en San Sebastián. Ha puesto los hechos en conocimiento del Centro de Coordinación de Información sobre Radicalización (CCIR), dependiente de la Secretaría de Estado de Interior, y los ha denunciado también a Twitter y Facebook.

Desde que comenzaron a trabajar en coordinación con el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, que gestiona el antiguo campo de exterminio construido por la Alemania nazi en la Polonia ocupada entre 1940 y 1945, les advirtieron de que algo así podía ocurrir y les aconsejaron que nunca respondiesen a los negacionistas, que denunciasen los hechos y bloqueasen. Los mensajes van desde el negacionismo puro —las cámaras de gas son un invento, el diario de Ana Frank es una falsificación— hasta el odio antisemita, la invocación de un presunto complot para dominar el mundo o su control sobre los medios.

El escritorio de Hoess

El director de Musealia, Luis Ferreiro, quiso organizar la exposición porque, después de una tragedia familiar, leyó uno de los libros fundamentales sobre el Holocausto, El hombre en busca de sentido, del superviviente Viktor Frankl. "Pensé entonces que me gustaría ver una exposición sobre el campo y sus repercusiones históricas", explica. Comenzó a trabajar en la muestra en 2009 y ha colaborado con 20 instituciones, especialmente con el Museo Auschwitz-Birkenau. La exposición incluye un vagón de tren, una sección de un barracón de Auschwitz III-Monowitz (un campo satélite donde estuvo Primo Levi), además de numerosos objetos, "que narran la historia del campo, de las víctimas pero también de los perpetradores". Entre ellos está el escritorio del comandante del campo, Rudolf Hoess, ejecutado en 1947. Tras Madrid, la muestra viajará a Malmö (Suecia), Ámsterdam y a varias ciudades estadounidenses.

"Ahora el antisemitismo está en Internet, pero los mensajes son muy parecidos a los que circulaban en los años treinta", explica Palacios. "Hay mucha propaganda de supremacistas blancos, mucha teoría de la conspiración, muchos mensajes con estereotipos racistas contra los judíos". Estos hechos no tienen lugar en el vacío sino que se producen en un momento especialmente delicado en Europa. El sábado se convocó en Polonia una manifestación que reunió a 60.000 ultras de todo el continente que pedían "pureza racial", mientras que las denuncias de antisemitismo se multiplican en países como Hungría. Aunque el objetivo principal del odio en la marcha de Varsovia fueron los musulmanes, también se reprodujeron numerosas consignas antisemitas.

Este ambiente en el que lo intolerable se pasea a gritos por las calles de una capital europea es lo que ha llevado a los responsables de la exposición a difundir los hechos. Los expertos en estas manifestaciones de odio siempre se debaten entre la necesidad de denunciarlas y el peligro de proporcionar un altavoz a una minoría, fanatizada y enferma de racismo, pero muy pequeña dentro del conjunto de la sociedad. Isaac Querub, presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, quiso dejar claro que España no es un país antisemita, aunque señaló que esos mensajes son muy preocupantes: "Se empieza con tuits y se acaba atacando una sinagoga o un colegio".

Un experto en delitos de odio de la Guardia Civil explicó que "cuando se produce un evento que se sale de lo normal, como esta exposición, pueden aflorar mensajes que permanecían ocultos". "La gente se cree que las redes sociales les dan un cierto anonimato, pero el negacionismo puede ser un delito", agrega. Las estadísticas sobre delitos de odio del Ministerio del Interior muestran que el antisemitismo en España representa un porcentaje pequeño en el conjunto de esta clase de ofensas —un 0,6% en 2016—. Sin embargo, en Europa la situación es muy diferente. La Agencia Europea para los Derechos Fundamentales (FRA) acaba de publicar un informe sobre el antisemitismo que mantiene que este odio en concreto "representa un problema serio". Un estudio anterior de este organismo señalaba que un 26% de los judíos europeos decía en 2014 haber sufrido acoso verbal o físico.

Narrativas diferentes

El comisario jefe de la muestra es el historiador holandés afincado en Canadá Robert Jan Van Pelt, autor de la monografía The Case for Auschwitz y que participó como experto en el caso contra el historiador británico David Irving, en un juicio en el que se enfrentó a la historiadora estadounidense Deborah E. Lipstadt, que se valió de estudios académicos, como se narra en la película Negación (2015). El informe The Van Pelt Report para aquel caso se considera uno de los documentos imprescindibles en la lucha contra el negacionismo. "Llevo 30 años trabajando sobre esos temas y Auschwitz es una atracción para los negacionistas. Si googleas Auschwitz, antes de darte cuenta llegas a páginas que difunden esa basura", explica en conversación por Internet desde Toronto. "Lo importante es no establecer una comparativa de narrativas, no se puede debatir con ellos porque no son argumentos racionales. Lo que nosotros hacemos con esa exposición es establecer los hechos, mostrar objetos originales. Nuestro objetivo es atraer a los jóvenes, que la gente visite la exposición y que, durante dos horas, salga del pantano de información en el que nos movemos para concentrarse en aquellos hechos".

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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