El hombre que supo vender sus ruiditos
Pierre Henry fue el único compositor de vanguardia que llegó al público pop
Pierre Henry murió el miércoles 5 de julio. Por lo tanto, no pudo ver el cierre del desfile del 14 de julio por los Campos Elíseos, cuando una muy entrenada banda militar recreó temas del dúo parisino Daft Punk, ante el deleite del presidente Emmanuel Macron y la impavidez de Donald Trump, que seguramente no pilló el chiste.
¿Se trataba de un chiste, un alarde de modernidad o un gesto de esnobismo? En realidad, puedo imaginarme la ríspida reacción de Pierre Henry. El hombre era un cascarrabias, con escasa simpatía por los continuadores de sus rupturas, por artistas intuitivos como Daft Punk. Seguramente no habría celebrado las metamorfosis de éxitos de la EDM (Electronic Dance Music) en aires militares. Con todo, su punta de vista hubiera resultado valioso.
Ocurre que Henry fue seguramente el único compositor de la vanguardia académica de mediados del siglo XX que tuvo un impacto directo en la cultura popular. Ya saben que la música electrónica europea, en su vertiente seria, se desarrolló en el clima enrarecido de las subvenciones, los estudios-laboratorios de propiedad estatal, los escalafones fieramente disputados, los clanes cerrados, los chalaneos de favores. Y todo esto, de espaldas al público. Sus luminarias podían tener nombres reconocibles —Stockhausen, Boulez, Xenakis— pero, en una prueba a ciegas, el oyente medio sería incapaz de identificar una sola de sus obras.
Sin embargo, Pierre Henry consiguió en 1967 un éxito, un hit, lo que en Francia llaman un tube. Estrictamente hablando, "Psyché rock" no fue un pelotazo de esos que despachan millones de copias. Pero disfrutó de una larga vida, en el cine y en la TV. Sonó en la cabecera de programas televisivos (como Estudio abierto, de TVE) y se recreó en bandas sonoras (Z, de Costa-Gavras). Reaparecería en publicidad y, a finales del siglo pasado, como sintonía de la serie de animación Futurama. Finalmente, fue reconstruido por productores como Coldcut o Fatboy Slim en un disco de remezclas para las pistas, Psyché rock Sessions.
Los que bailaron "Psyché rock" no podían imaginar que teóricamente forma parte de una misa: La Messe pour le temps présent, un ballet coreografiado por Maurice Béjart. En realidad, siempre se ha discutido sobre la autoría de esos “Jerks Électroniques” (la descripción del momento), que aparecen firmados por Pierre Henry y Michel Colombier. Es muy posible que la parte compositiva fuera obra de Colombier, mientras que Henry se ocupó de añadir los —perdón— ruiditos electrónicos.
Lo digo ya que Henry hizo exactamente eso en 1970 con Ceremony, otra liturgia musical que se vendió como una “misa rock”. El grupo británico Spooky Tooth confeccionó media docena de temas atormentados; tras enviar las cintas al otro lado del canal de la Mancha, Henry añadió sus ruidos, en algún caso con notable insensibilidad ante el mensaje primario. La empatía no fue una de las virtudes de Pierre Henry.
Y sin embargo,“Psyché rock” poseía cierta carga subversiva. Hace unos años, Le Nouvel Observateur buscó las canciones que influyeron sobre los sucesos de mayo del 68. Una misión imposible: aquel proyecto de revolución no contó con una banda sonora musical. Al final, la revista sacó un recopilatorio titulado Sous les pavés...la plage, conteniendo los supuestos “tubes de mai 68”. Allí, lo único que sugería formas estéticas futuras era precisamente el “Psyché rock” , de Colombier y Henry.
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