Viajes

Trieste. O el sentido de ninguna parte.

Autor: Jan Morris. Traducción de Lucía Barahona.

Edita: Gallo Nero

Uno de los libros más hermosos y personales de Jan Morris (1926), la escritora de viajes que viajó a los horizontes de sí misma (varón, James, en 1972 se sometió a reasignación de sexo). En la onomatopéyica Trieste encontró un lugar en el que se sintió aludida personalmente, que le provocaba “una añoranza indeterminada” y “una dulce melancolía”. En el libro, que debía ser el último (afortunadamente no ha sido así), nos habla de este “efecto Trieste”, de la historia de la ciudad y sus visitantes. El final es uno de los más bellos jamás escritos.

Sueños árticos.

Autor: Barry Lopez. Traducción de Mireia Bofill.

Edita: Capitán Swing

El maravilloso libro de Barry Lopez regresa sin perder un ápice de su poder de conmoción y con una presentación de una de las grandes voces actuales de viajes por la naturaleza, Robert Macfarlane, de sensibilidad tan parecida. Este es un libro de una grandiosidad sin igual, una inmersión en una de las regiones más inhóspitas del planeta pero llena de vida y de portentos. Las páginas en las que aprendimos que los osos polares son zurdos —así que hay que esquivarlos moviéndose hacia su derecha— y que la grasa de narval sabe a avellana.

Rumbo a la aventura.

Autor: Richard Halliburton. Traducción de Miguel Ángel Martínez-Cabeza.

Edita: Abada

Pocos aventureros más gamberros y descerebrados que Richard Halliburton, que en este simpático libro de 1923 recogió algunas de sus andanzas juveniles repletas de feliz inconsciencia. Halliburton desaparecería en 1939 tratando de cruzar el Pacífico en un junco chino. En este libro le vemos hacer cosas, llevándonos las manos a la cabeza, como escalar el Matterhorn sin idea de alpinismo, participar en la cacería de un tigre devorador de hombres, trepar a la Gran Pirámide o esconderse una noche dentro del Taj Mahal.