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El juez dice que la trama de la ‘rueda’ imponía gobiernos afines en la SGAE

Los directivos tenían capacidad para fijar “acuerdos abusivos” para engordar la red de música nocturna que proporcionaba millones en derechos de autor

La sede madrileña de la SGAE.
La sede madrileña de la SGAE.CARLOS ROSILLO
Tommaso Koch

Antón Reixa lo dijo. Fue el primero en denunciar públicamente, cuatro años antes de la operación que la policía lanzó el martes. “La investigación actual se basa en la documentación que presenté en 2013”, aseguraba ayer. A la sazón, Reixa presidía la SGAE, la principal entidad de gestión del derecho de autor. Y gritó lo que muchos solo contaban en voz baja: unos pocos socios ingresaban millones por los derechos de autor de temas emitidos de madrugada en la televisión, conchabados con personal de las cadenas. Reixa fue cesado por la junta directiva; “derrotado”, dice ahora. Aunque la actuación policial que concluyó el martes con 18 detenciones y el auto judicial, al que ha tenido acceso EL PAÍS, le devuelven una victoria tardía: la de tener razón sobre la trama de la “rueda”.

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El auto acusa a algunos detenidos de delitos de organización criminal, corrupción en los negocios y estafa y de ser piezas claves de la “rueda”. En el mecanismo, según el auto, colaboran supuestos compositores y arreglistas —a veces “niños o ancianos”, según Reixa—, intermediarios y televisiones, que llenaba la franja nocturna de música “de baja calidad” o “falsos arreglos” de obras de dominio público, para disparar sus ingresos, en perjuicio de los demás autores. Y no solo: “Otra de las consecuencias de la rueda es la obtención de una mayoría en la Junta Directiva de la SGAE, desde donde tienen la capacidad de imponer acuerdos abusivos para perpetuar sus intereses”.

"Cultura debe intervenir la SGAE"

“Hay algo más importante de todo, que son los derechos de autor. Se generan cada minuto y no se puede parar el mundo por unos pocos chorizos. Es el momento de que el Ministerio de Cultura deje su indolencia e intervenga la SGAE. Se necesita regeneración, ya que las últimas juntas directivas han estado condicionadas por la ‘rueda”, ataca Antón Reixa, expresidente de la SGAE. José Luis Acosta, su sucesor en el cargo, matiza: “Con la nueva Ley de Propiedad Intelectual el control es más que suficiente”. Desde Cultura, explican que una intervención supondría interferir con la investigación judicial en marcha.

Durante años la “rueda” giró sin parar. EL PAÍS publicó una lista de 11 socios de la entidad (Rafael Tena, Manuel Carrasco o Fernando Bermúdez, entre otros) que habían recaudado 25 millones gracias a la trama. Y los tres, que fueron detenidos y puestos ayer en libertad bajo fianza de 100.000 euros, son los nombres clave del auto judicial que puso en marcha el martes registros en las televisiones y en la SGAE y detenciones.

El texto policial recoge un secreto a voces que al menos ocho socios, directivos y exdirectivos de la entidad han confirmado a este diario: por más que la SGAE, en un comunicado, lo reduzca a la implicación de unos pocos socios hasta 2011, la “rueda” sigue en marcha, incluso en sus órganos de gobierno. Es más: el comunicado que la SGAE emitió no fue consensuado con los distintos grupos que componen la entidad, según denuncian dos directivos.

“Se debe al conflicto de intereses. En la junta había miembros que defendían la ‘rueda’ y participaban en ese sistema. En algunos casos el 80% de sus ingresos procedía de allí", afirma Reixa.

—¿Algunos de esos miembros siguen dirigiendo la entidad?

—Sí.

Hay gente vinculada a la ‘rueda’ en la junta directiva”, confirma José Luis Acosta, su sucesor en la presidencia. Ambos rechazan dar nombres, pero Reixa invita a mirar muy “arriba”. Alzando la vista hasta lo más alto de la SGAE se encuentra a José Miguel Fernández Sastrón, hoy presidente, tras la dimisión de Acosta, y en 2013 principal opositor. Reixa no le acusa directamente, aunque sugiere que “llegó allí con los apoyos” de la “rueda”, algo que confirman ocho fuentes distintas, entre socios, directivos de la entidad, exdirectivos y fuentes oficiales.

Un terremoto

“Nos encontramos ante varios grupos de personas que conforman la ‘rueda’, si bien el más nutrido y definido es el dirigido por Bermúdez y Carrasco, que de forma organizada a lo largo de los últimos ocho años y con la finalidad de enriquecerse ilícitamente han tejido un entramado empresarial dedicado a la falsificación, manipulación, producción y creación de obras musicales de baja calidad”, continúa el auto. Otros que aparecen como investigados son Carlos Salazar, jefe de la división musical de Canal Sur Radio y Televisión; Francisco Javier Valero Baquedano, encargado de contrataciones de música en Telemadrid; Nuria Beatriz Rodríguez Fernández, que ostenta el mismo cargo en el grupo Atresmedia; o José Luis Ruperez Cebolla, “otro integrante de la rueda”, quien también aparecía en la lista de Reixa.

La operación puede provocar un terremoto en la entidad, que hoy celebra su Asamblea General Anual. La investigación arrancó hace cuatro años, tras la denuncia de varios socios reunidos en la Coalición Autoral. Y el secreto de los pasillos de la SGAE ha llegado a todas las portadas: cientos de creadores graban miles de temas; unos intermediarios, que en ocasiones aparecen como coautores o que emplean testaferros o familiares, los registran y los llevan a las televisiones; las editoriales de las emisoras adquieren las canciones y se encargan de que llenen los programas nocturnos. El 50% de los ingresos se queda en las cadenas; el otro 50%, entre el intermediario y el compositor. La intervención policial, según Acosta, puede acabar con ello: “Puede ser un antes y un después para la SGAE”. Al fin, sí habrá un cambio.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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