Miguel Campello, exvocalista de Elbicho, actúa este sábado en Los Matinales de EL PAÍS
El músico, que ha pintado el 'Guernica' en su casa de Murcia, habla sobre su último disco, 'Agua, pan amor y vino'
Miguel Campello regresará este sábado a Madrid, donde, para él, todo volvió a comenzar de nuevo: “Madrid es el nacimiento de muchas cosas”, cuenta el cantante y guitarrista, antiguo integrante de la banda Elbicho, que presentará en Los Matinales de EL PAÍS su cuarto disco en solitario, Agua, pan amor y vino. “Madrid fue el despertar de algo que tenía metido en muchos sitios de mi cuerpo y no lo sabía. La libertad de caminar sin conocer las calles. Es mi casa porque allí volvió a nacer otra cosa, un Miguel que ni siquiera yo conocía”, prosigue al otro lado de la línea Campello, que siendo un chaval se trasladó a la capital desde su Elche natal para perseguir su sueño: convertirse en artista.
En Madrid conoció la libertad de salir de casa y encontrarse con “la nada”. “Porque como no conoces ninguna calle ni sabes nada, todo es nuevo. Nadie te conoce. De esa libertad salió también el sentarme en un banco y empezar a escribir”. Así, Campello se topó un día con la Escuela Popular de Música y conoció a un grupo de gente con la que en 2000 formó Elbicho, una banda de flamenco fusión que se disolvió en 2011 después de cuatro discos.
El músico tomó entonces rumbo propio, y pasó de bicho a chatarrero. Con este sobrenombre comenzó Campello su carrera en solitario, que ya ha dejado producciones como Chatarrero (2011), Chatarrero 2: Pájaro que vuela libre (2013) y Camina (2014). “Mi abuelo Antonio Garzón era chatarrero, entre otras muchas cosas. Alquilaba un carro con mulas y recogía chatarra. También viene por mi forma de vida, porque me gusta recoger cosas que no tienen mucho valor y dárselo”, explica Campello, que últimamente se ha hecho con un “tecladito naranja precioso” que habían tirado en una esquina. “Todo tiene su espíritu”, concluye el músico.
Su último disco, elaborado desde su casa en Águilas (Murcia), es “aún más solitario que los anteriores”. Campello ha respetado las canciones tal cual le nacieron, sin cambiarlas mucho, y ha levantado casi a solas la producción del álbum, del que se considera responsable “en un 75%”. “También ha sido por la distancia que tengo de un Madrid o un Barcelona, que te obliga a currar de otra manera”. El resultado suena a flamenco, a rock e incluso a rap. “El sonido es inevitable que cambie porque pasa el tiempo, y el tiempo hace que cambiemos. Por el simple hecho de envejecer”, reflexiona el músico, que tituló el álbum como uno de los temas del disco, Agua, pan amor y vino. “Por los días en casa con mis padres, en la mesa, porque había amor, porque había agua, porque había vino…Es algo tan sencillo, son cosas esenciales”.
Guernica casero
“La pintura forma parte de mi vida, igual que la música. Hice un cuadro antes que una canción, porque me era más sencillo coger un papel, pintauñas y pintalabios de mi tía y liarla”. Ahora, de mayor, Miguel Campello Chatarrero ha tenido la ocurrencia de homenajear a Picasso; y ha pintado el Guernica en un muro de su casa murciana. “Para mí fue un momentazo cuando me planté delante del Guernica. Yo crecí en Matola (Elche), es una pedanía pequeña, y allí no había muchos museos”, recuerda el creador, quien, tras enterarse de que la obra maestra de Picasso cumplía 80 años, decidió reproducir un cuadro que descubrió en 2008, como tantas otras cosas, en Madrid.
Del artista malagueño le enamoró una frase: “Me llevó cuatro años pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida pintar como un niño”. “Se nos olvida cuando fuimos niños y nos pasamos la vida siendo mayores. Incluso intentamos que los niños ya sean mayores, responsables…”, protesta Campello, que admira la transgresión de Picasso para pintar en su época un cuadro como el Guernica. “Tú imagínate cuando le encargaron el Guernica y el colega llevó aquello allí. Alguien diría: ¿qué me estás contando?”.
Babelia
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