Tanto da que lo que se ponga delante de su objetivo sean los pétalos de una orquídea, los surcos de lluvia en un camino resquebrajado o unas casas suburbiales de Berlín. El resultado son siempre fotografías de una objetividad extrema porque así lo quería Albert Renger-Patzsch (Würzburg,1897 - Wamel, 1966) el fotógrafo alemán considerado como una de las figuras más representativas e influyentes de la historia de la fotografía del siglo XX. Enemigo del pictorialismo que le precedió y discrepante de las mezclas artísticas que predicaban los movimientos vanguardistas, para él, la fotografía consistía en reducir el mundo en color a un rectángulo en blanco y negro; y “como el más modesto arte”, escribió, “ requiere buen gusto, capacidad de abstracción, fantasía y concentración”. El fruto de ese criterio se puede ver en la exposición que la Fundación Mapfre dedica al artista hasta el 10 de septiembre. Paralelamente, la Fundación exhibe un centenar de retratos procedentes de sus fondos con obras muy conocidas de autores como Helen Levitt, Joan Colom, Diane Arbus, Alberto García Alix, Anna Malagrida, Paul Strand, Cristina Garcia Rodero, Emmet Gowin o Graciela Iturbide.
Titulada La perspectiva de las cosas, la exposición dedicada a Renger-Patzsch recorre a través de 185 fotografías y abundante material documental toda su trayectoria artística, desde comienzos de 1920 hasta principios de los 60. El comisario, Sérgio Mah, profesor de la Universidad Nova de Lisboa, ha dividido la exposición en tres grandes áreas. Arranca con sus obras iniciales, imágenes de plantas retratadas hasta el último detalle por encargo de la editorial Folkwang/Auriga. Vienen después las fotografías tomadas durante su estancia en la ciudad de Essen, una etapa de intensa producción centrada en el entorno de la cuenca del Ruhr, una de las zonas más industriales de Europa y finalmente, la exposición se adentra en temas sobre la Naturaleza, asunto que retoma tras su alejamiento de la fotografía durante la II Guerra Mundial. Sérgio Mah explica que en la contemplación de las sucesivas etapas, se puede ver como el artista una extrema sencillez y originalidad: “Su sobriedad y riguroso planteamiento técnico y formal, caracterizan su estilo”. Añade que tanto en los motivos vegetales como en los detalles arquitectónicos o en el agrupamiento de objetos se evidencias sus características estéticas y formales más representativas: precisión técnica y representación exacta de dada uno de los temas, contención psicológica y ausencia de estilizaciones pictóricas.

El comisario insiste en que Albert Renger-Patzsch no era un puro documentalista, sino alguien que tuvo muy claro el momento histórico en el que vivía: “Pensemos en los años 20, los tiempos de los grandes cambios en el mundo occidental. Los artistas, incluidos los fotógrafos, creían en que no había una división entre las diferentes disciplinas. Pero él, que no quería una fotografía que imitara a la pintura, luchó para que se la considerara la más naturalista de todas las artes y la más independiente. Para él, las imágenes tienen que contar las transformaciones del mundo de la manera más fría e inexpresiva posible. Esa fue su gran aportación”.