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Columna
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David y Goliath

Frente a las 4.000 copias de 'La momia' que se han distribuido por todo el mundo, tres películas españolas salen al mercado con solo media docena de copias cada una

Frente a las 4.000 copias de La momia que se han distribuido por todo el mundo para su estreno masivo, tres películas españolas salen al mercado con la discreción de hacerlo con solo una media docena de copias cada una. De hecho, ni siquiera se proyectan en todas las sesiones, como es el caso de Pieles, la original y transgresora ópera prima del actor Eduardo Casanova, que se asoma tímidamente a las pantallas solo en ciertos horarios del día. Se estrena igualmente la trepidante Mi vida entre las hormigas, documental de Juan Moya y Chema Veiga dedicado al grupo de rock Ilegales, que es un inteligente espejo de su época y también del líder del grupo, el polémico Jorge Martínez, tan apasionado de leer a Nietzsche y Quevedo como de coleccionar soldaditos de plomo o blandir un bate de béisbol con el que atacar o defenderse, que se verá intermitentemente por algunas ciudades; y finalmente la lacerante y divertida comedia Selfie, de Victor García León, que ya deslumbró en el último festival de Málaga donde obtuvo una mención especial del Jurado y el premio de la crítica. Mordaz, ingeniosa y lúcida

Tres películas muy dispares entre sí aunque hayan coincidido en las dificultades presupuestarias (quizás Pieles menos respecto a las otras dos, pero Mi vida entre las hormigas se tuvo que financiar por el sistema de crowdfunding) y, desde luego, coincidentes las tres en su mucho talento. Tres propuestas muy personales y valiosas que desgraciadamente no tendrán la repercusión de las 4.000 copias de La momia ni del eco mediático que supone la producción de una multinacional y la presencia de Tom Cruise, que ha recorrido varios países promocionando la película. No hay competencia posible frente a ese poderío y, sin embargo, es evidente la diferencia de creatividad entre las cuatro películas. Mientras que La momia es la enésima versión de un clásico de los años treinta, preludio de una serie de remakes que la misma productora ha anunciado, las tres modestas películas españolas no se parecen a ninguna otra y rompen la monotonía de una cartelera repetitiva, más atenta a la renovación de los efectos digitales que a las ideas. Sean muy bienvenidas aunque no pueda augurárseles un gran triunfo comercial. Lo que es lamentable, pero recordemos con optimismo la victoria de aquel zagal que derribó con un simple tirachinas al gigantón de Goliath.

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