Muere el artista conceptual mexicano Felipe Ehrenberg
Figura clave de la renovación del arte contemporáneo mexicano en los setenta, fallece de un infarto a los 73 años
El artista mexicano Felipe Ehrenberg ha fallecido esta tarde a los 73 años en un hospital de Morelos a causa de un infarto, según han confirmado fuentes cercanas a la familia. Editor, profesor y diplomático en Brasil fue una figura clave de la revolución conceptual del arte mexicano en los setenta.
Después de peripecias por distintos países, hacía menos de dos años que había decidido asentarse en una casa de campo en Morelos, un pequeño estado del centro del país, junto a su esposa, sus perros y su trabajo. “Un artista siempre sigue trabajando”, respondió a este periodista en febrero durante un recorrido por la exposición de Ulises Carrión, otro de los bastiones del arte conceptual mexicano.
Con una formación clásica como dibujante, pintor y escultor, Ehreberg se propuso desde joven hacer saltar las costuras de la tradición. Autoexiliado de su país tras la represión del mayo del 68, montó su campamento base en Inglaterra durante casi una década. Desde su casa en la campiña británica, él y su primera esposa, la también artista Marthe Hellion, pusieron en marcha la editorial Beau Geste Press, un proyecto colaborativo y experimental con el nombre de un soldado francés que defendió un fuerte ante los árabes colocando como empalizada a sus compañeros muertos pero armados con fusiles.
Desde esa trinchera, una de las más influyentes del underground de la época, propagaron los nuevos aires del movimiento fluxus, los rebotes dada y la emergencia del discurso conceptual a través de panfletos, carteles, catálogos o libros de arte.
Armado con un mimeógrafo, una especie de impresora manual gigante, que en los setenta estaba prohibida en México porque se utilizaba para hacer panfletos políticos, conoció a Carrión. Beau Geste Press fabricó los primeros libros-objeto del otro mexicano autoexiliado, al que el Museo Jumex ha dedicado recientemente una profunda retrospectiva.
“Era una época de interrogación. Estábamos en contra del arte especulativo: el objeto de arte no tenía que ser una obra de arte”, explicaba Ehrenberg en febrero, hablando de una época en que ya saltaba con facilidad del performance al diseño o a la instalación.
En su afán por desbordar la convención y el ensimismamiento, ambos participaron en una especie de juego-arte según el cual iban propagando rumores por el mundillo cultural. Ehrenberg iba contando que había hecho una obra que medía un kilómetro de largo por dos metros de ancho, y que desde el techo goteaba un líquido rojo hacia abajo donde había colocado un banco de peces y de señores con corbata.
“Siempre pensé que el arte servía para dialogar con tu prójimo más cercano: tu mamá, tus primos, tus amigos de la escuela, tus vecinos, la persona que te arregla el auto, la que te lo vende, tu vecino inmediato”, resumió hace un par de años en una entrevista con este medio. De vuelta a México, fue profesor en la Universidad Veracruzana y continúo desarrollando el fuerte potencial comunitario implícito en el trabajo artístico. Durante años vivió en Tepito, el barrio bravo de la capital, y se involucró en los trabajos de reconstrucción de la zona tras el terremoto de 1985.
Premiado con las prestigiosas becas Fulbright o Guggenheim y con parte de su archivo en manos de la Tate Modern Gallery londinense, en 2001 aceptó ser diplomático. Durante cinco años fue el agregado cultural en Brasil del primer gobierno no priista. Ehrenberg no termino sin embargo su cargo. El gobierno panista –derecha mexicana- lo despidió antes de tiempo porque apareció desnudo en una película.
Babelia
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