Salmones salvajes, saxofones indómitos
La segunda edición de Jazz & Cooking propone un encuentro entre el jazz de vanguardia y la alta cocina
La pregunta brota por sí misma: ¿qué hace un chico de provincias como tú organizando un festival como éste? Pablo Correa, nacido en Albacete, adicto al jazz de vanguardia y otras hierbas, no tiene duda: “Porque es lo que me gusta. Si no, me habría puesto a representar a Bisbal.”
Correa es el director artístico del Jazz & Cooking Festival, que este viernes arranca su segunda edición en la ciudad de Valencia (hasta el domingo). Junto a él se sienta Javier Andrés, alma mater del restaurante La Sucursal, responsable de la dirección gastronómica del evento. “La idea es juntar a jazzistas y cocineros en un único espacio”, apunta Correa. “El carácter artístico en ambos casos viene dado por una cuestión de creación, o de innovación. No se trata de que un cocinero haga una paella, por muy buena que esté, sino que tenga algo nuevo que proponer. Y lo mismo, los músicos.”
De Noruega, país invitado en esta segunda edición, vienen buena parte de los artistas en cartel, además de los salmones salvajes y los bacalaos nómadas skrei. En cabeza de cartel, los incombustibles Atomic, reyes sin corona del free jazz escandinavo, presentando nuevo disco made (parcialmente) in Japan, en edición de lujo, junto a la “electro-diva” Beate S. Lech, más conocida por el nombre de su banda, Beady Belle.
La embajada nórdica incluye así mismo a los juveniles Elephant9 (en el recuerdo, su actuación en el Festival de Jazz de San Sebastián de 2016 acompañando al guitarrista Terje Rypdal), Huntsville y The Geordy Approach: 3 tríos eléctricos con tendencia al trip psicodélico y la transmutación de géneros.
La representación local viene encabezada por el trío Naima —un must del nuevo jazz valenciano—, la cantora Mireia Vilar y el pianista Santi Navalón, con su nuevo proyecto Elektrik Jazz Mantra, en el que rinde tributo a los pioneros del jazz electrónico. Será, asegura Correa, un fin de semana cargado de emociones, sonidos indómitos y reivindicaciones necesarias: “Este festival nace con la vocación de dar visibilidad a una música, llamémosla vanguardia, que no tiene el lugar que merece. En otros tiempos sí lo ha tenido, pero ahora no. Por eso, hay que luchar para que ésta música salga adelante, y ser constante. Yo, al menos, lo creo”.
Correa y su equipo de colaboradores han desarrollado un plan meticuloso para sacar el máximo partido del “multiespacio gastronómico” Veles e Vents, que servirá de escenario para las actividades. La puesta en escena, en éste caso, es importante. “Hemos apostado por una dinámica ágil, de modo que el espectador pueda disfrutar de lo que se le ofrece sin prisas ni atropellos. Además de los conciertos digamos 'oficiales', hay un programa de catas, presentaciones de coctelería, sets de DJ's, showcookings, varias barras, conciertos al aire libre… En algún momento, la organización pretendió llevar el festival hasta las mismas cocinas del establecimiento... pero no nos dejaron. La cocina es un espacio sagrado, ahí no entra cualquiera. Lo que sí habrá es un cocinero preparando una tapa sobre el escenario, y 2 músicos, Josep Lluís Galiana y Avelino Saavedra, que van a improvisar a partir de los sonidos que se generen durante el proceso. Y lo mejor, que el producto de todo eso se va a poder comer”.
El fundador del primer conjunto de free jazz en la historia del género en Albacete comparte hoy tiempo entre su cruzada en pro de las vanguardias, que le ha llevado a fundar el sello discográfico Vector, y su trabajo diario como cocinero, del que se siente orgulloso. Y, como prueba, su gazpacho manchego: “me da vergüenza decirlo con tanto rollo vanguardista, pero me sale muy bueno”.
Babelia
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