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Dos cornadas a García Navarrete y soberbia faena de Ángel Sánchez

El torero lesionado sufre heridas graves en la zona cervical, el muslo derecho y la clavícula

El novillero García Navarrete sufre varias cornadas este domingo en Las Ventas.
El novillero García Navarrete sufre varias cornadas este domingo en Las Ventas. Víctor Lerena (EFE)

El novillero Ángel Sánchez protagonizó una soberbia faena en el festejo celebrado en Las Ventas, que pudo haber sido de dos orejas si no llega a fallar estrepitosamente con la espada, en una tarde marcada también por la dramática cogida de García Navarrete.

Con media entrada, se lidiaron cuatro novillos de La Quinta, uno -el sexto- de Rehuelga y un sobrero -el segundo- de San Martín, bien presentados y de variado comportamiento. Destacó el quinto, poseedor de un extraordinario pitón izquierdo; fueron nobles también primero y cuarto; complicado el segundo; orientado el tercero, y desabrido el sexto.

Manolo Vanegas: estocada fulminante (ovación); y estocada (ovación); y estocada (ovación tras aviso en el que mató por García Navarrete).

Ángel Sánchez: dos pinchazos y estocada atravesada (ovación); y metisaca, dos pinchazos y estocada (vuelta al ruedo).

Daniel García Navarrete: cogido al entrar a matar a su primero, al que remató Vanegas de pinchazo y estocada que ‘hace guardia’ (silencio tras aviso).

En la enfermería fue intervenido García Navarrete de dos cornadas, una en región cervical derecha, con dos trayectorias, una hacia arriba de 15 centímetros que bordea la glándula parótida alcanzando ángulo de la mandíbula, y otra de 10 que alcanza en suelo de la boca y base de la lengua. Otra más en tercio distal del muslo derecho con trayectoria hacia atrás, que rodea cara interna de fémur, alcanzando región poplítea y que contusiona paquete vasculo nervioso y nervio ciático produciendo destrozos en músculo vasto interno. Fractura de clavícula derecha y erosiones y contusiones múltiples. Pronóstico grave.

La miel y la hiel de la fiesta se conjugaron a partes iguales en la novillada de Las Ventas, en una tarde en la que los dos debutantes coparon los principales titulares, pero por motivos diametralmente opuestos. De la congoja al éxtasis.

Y es que hasta que hasta el quinto novillo la función estaba marcada por la tremenda cogida de García Navarrete al entrar a matar al complicado y orientado tercero, con el que no pudo pasar de voluntarioso. El animal se lo llevó por delante en el momento del embroque y, una vez en el suelo, hizo presa con él zarandeándolo como un guiñapo en lo que fue una secuencia de lo más espeluznante, hiriéndolo en el cuello y en el muslo, entre otras lesiones de consideración.

Pero con el quinto cambió el panorama. Fue un utrero de La Quinta de tanta clase como temple en sus dulcísimas y cadenciosas embestidas por el pitón izquierdo; y frente a él, un torero en mayúsculas: Ángel Sánchez, que bordó el toreo al natural y demostró que tiene madera de futuro y mimbres para llegar a ser figura del toreo.

Fue una faena maciza de principio a fin, pues ya con el capote demostró muy buen estilo el madrileño; inició faena con unos torerísimos doblones y tras unas breves probaturas por el derecho, descubrió que el pitón bueno era el otro.

Entre las rayas y perfectamente colocado surgió una primera tanda con la zurda templada y honda. Todo por abajo, limpio y, sobre todo, despacio, llevando al novillo a cámara lenta hasta muy atrás. La plaza crujió como pocas veces con otras tres tandas más por ese lado de auténtico frenesí.

Tenía las dos orejas en la mano pero la espada, ¡ay la espada!, se cruzó entre él y la gloria que conduce directo a la calle de Alcalá. La ovación compartida con el novillo fue atronadora, igual que el clamor de toda la plaza en la vuelta al ruedo que dio con una sonrisa de oreja a oreja, a sabiendas que lo realizado le va a servir, y mucho, para el futuro. Y precisamente la espada le impidió cortar una oreja de su primero, un sobrero complicado de San Martín, que, tras arrollar al subalterno Fernando Téllez, no le puso las cosas fáciles a Sánchez en la muleta.

Pero lejos de achicarse, el joven debutante respondió con una serenidad, una firmeza, un aguante y unos arrestos, que, de haber manejado con acierto la tizona, le hubiera puesto en sus manos un más que merecido trofeo.

El primer espada, el venezolano Manolo Vanegas, demostró una vez más que anda muy puesto, se le ve muy fácil y con notable soltura en la cara de sus oponentes. Realizó tres faena correctas, pero le faltó algo, ‘alma’ posiblemente, para que lo que realiza en el ruedo trascienda más y mejor a los tendidos.

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