“En EE UU produce horror vivir con el fantasma de Oswald”
El autor de 'Robespierre' escribe su 'Teoría de la conspiración' sobre el asesinato de Kennedy
Javier García Sánchez está enfadado con América desde el asesinato de Kennedy. Era un niño de seis años cuando el magnicidio de Dallas. Sus padres lo mandaron a dormir, pero él siguió de reojo aquella noticia inolvidable para el mundo. A él no se le ha olvidado aquel insomnio. Tanto que ha dedicado cuatro años de su vida a investigar por qué aquella trama (alentada por la CIA y por la mafia, entre otros) que liquidó al joven presidente consiguió que quedara para siempre, como asesino, Lee Harvey Oswald, cuando en realidad hubo más tiradores. Dice que no es un atrevimiento este libro de más de 600 páginas (Teoría de la conspiración. Deconstruyendo un magnicidio. Dallas 22/11/63 (Navona). Este es un extracto de la conversación que sostuvimos con él el último miércoles en la Librería Laie de Barcelona.
Pregunta. ¿Es un atrevimiento?
Respuesta. Es una pataleta que reivindico.
P. ¿Por qué?
R. Por la magnitud de la mentira sostenida y por la perfidia de ajedrecista de quienes lo hicieron. La CIA ya tenía preparados varios Oswalds desde tres años antes del magnicidio. Y hasta nuestros días han mostrado varias liebres: la mafia, los cubanos, el KGB o el Kukux Klan.
P. ¿Por qué la CIA quería matar a Kennedy?
R. Porque JFK los amenazó con desguazarlos de raíz.
P. Cita usted El proceso de Kafka y pone de relieve el presentimiento del protagonista de que “la mentira se erija en la base del orden del mundo, en su motor”. Es lo que se pone en marcha en Dallas. Ahora parece ocurrir lo mismo. ¿Ha aprendido Trump de este proceso?
R. Hemos aprendido todos. Los medios de comunicación. Los políticos. Dallas fue una conspiración. Han liquidado gente y se han movido con mucha habilidad para decir, incluso lo dijo Norman Mailer, que Oswald fue “el asesino solitario”. Mentira.
P. Iba a titular el libro Contra Mailer… ¿Le quiso echar un pulso a Mailer?
R. No. Lo adoro. Me sigue pareciendo el suyo el libro más perturbador y más bello sobre el magnicidio. Sólo que es de psiquiátrico lo que afirma y lo intento demostrar. No se sostiene que diga que Oswald disparó cuando Oswald era un pésimo tirador en los marines, no disparaba nunca. Y le daban miedo las armas. Y no sirve de nada decir que era marxista. La inteligencia naval no iba a dejarle leer a Marx. A los americanos les produce horror convivir con el fantasma de Oswald.
P. ¿Cómo es posible que tanta gente que lo sabía mantuviera que no fue así?
R. Para que no se volvieran locos los norteamericanos. Europa ha sido la mosca cojonera: aquí hemos tenido claro que no fue así desde que mataron a Oswald rodeado de setenta policías. El único testigo importante y lo liquidan. Es muy duro para América asumir que durante 35 años la CIA y la mafia, el bien y el mal, han cohabitado, han tenido hijos diabólicos, derrocaron gobiernos, asesinaron presidentes. JFK, Malcolm X, Luther King, Bob Kennedy, Guatemala, Vietnam… Me sorprende que me pregunten aún por qué querían matar a Kennedy.
P. Le pregunto de nuevo: ¿por qué?
R. Por meter a los negros en la Casa Blanca, por querer cobrarles impuestos a los petroleros, por querer sacar a Estados Unidos de la guerra…
P. ¿Cómo pudieron escapar todos?
R. No escaparon todos: se cargaron a muchísima gente, como trato de demostrar en el libro.
P. Pero Howard Hunt [cerebro de la trama, agente de la CIA] estuvo ahí.
R. Sí, y siguió con Nixon. Es el hombre del Watergate. Lo descubren con su comando operativo de cuatro hombres. Hunt sigue, sí, y al final de su vida lo dice: “Nosotros lo hicimos, yo era un simple peón, pero lo hicimos nosotros”. ¿De qué sirve eso? De nada.
P. ¿Algún arrepentimiento norteamericano?
R. No. Me pregunto si lo hubiera hecho explícito Obama en su mejor momento. O si lo hiciera Trump. “América, que quede claro: la CIA y la mafia mataron a Kennedy”. Nada, no pasaría nada.
P. Dice que este libro es “un trueno personal”, la noticia le causó insomnio en la infancia. ¿Se ha curado?
R. De alguna manera, claro, es un trueno personal. Ha valido el esfuerzo porque estoy muy contento con el libro. Tendrá defectos, pero es valiente y honesto.
Un pulso con Norman Mailer
García Sánchez (Barcelona, 1957) tiene los pies de un ciclista. Rafael Conte lo saludó aquí, cuando empezaba, como un escritor de largo aliento. Su Robespierre (2013) fue como un tour de force. E intenso como su El alpe d´Huez o su biografía de Indurain, Una pasión templada. La potencia de su pasión (singularmente en esta deconstrucción del magnicidio) es como la pesadilla que siguió a la noticia del asesinato de Kennedy. Como si hubiera pasado hoy. En el libro aparecen Johnson, Nixon, los jefes del FBI, la CIA, la Mafia. ¿Por qué dura tanto en él este crimen famoso? "Pasa como con el libro de Mailer. Nos embruja. ¿Cómo un hombre solo puede matar al hombre más poderoso de la tierra? Fantástica literatura. Pero es que no lo mata ese hombre. Lo matan un montón de hombres. Hubo gente que fue a ver cómo lo mataban. Lo sabían". Eso es lo que lo mantiene insomne y eso es lo que le ha llevado a mantener este pulso con Norman Mailer.
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