Conmovedora acogida a ‘No sé decir adiós’, el debú en el largometraje de Lino Escalera
Nathalie Poza y Juan Diego encabezan el reparto de esta historia sobre la complejidad de las relaciones familiares
Sorpresa y conmoción esta mañana en el Teatro Cervantes de Málaga. No sé decir adiós, el debú en el largometraje de Lino Escalera, ha sido recibido con una gran ovación. Es un filme contenido y austero sobre el último viaje hacia la muerte de un padre y las dificultades de la despedida. Nathalie Poza, Juan Diego y Lola Dueñas encabezan el reparto de esta película, que concursa en la sección oficial del Festival de Málaga y que ha no ha dejado indiferente a nadie. Ya se apunta como una de las favoritas para los premios del sábado.
El abono de No sé decir adiós viene del miedo a perder al padre. Ese miedo que ha perseguido a Lino Escalera, madrileño de 42 años, desde muy joven. El pequeño de una familia de cinco hermanos y con gran diferencia de edad con ellos, Escalera siempre vivió con el temor a la desaparición del padre, algo que sucedió hace cuatro años. Fue ese germen el que el director de cortometrajes como Elena quiere o Australia ofreció al guionista Pablo Remón, para escribir una historia en torno a la pérdida de un padre, enfermo de cáncer, pero también del viaje de una hija desbaratada por la vida y arruinada emocionalmente, que se niega a enfrentarse a la realidad. Juntos recorren una huida hacia adelante para intentar escapar de esa muerte que les atenaza.
Una llamada de teléfono pone en alerta a Carla (Nathalie Poza), una empresaria cocainómana y devastada que vive en Barcelona, sobre la grave enfermedad de su padre (Juan Diego), al que le queda poco tiempo de vida. Decide entonces viajar a Almería, a la casa familiar, donde se volverá a encontrar con su hermana Blanca (Lola Dueñas) y con su progenitor, con el que apenas se habla. Tras ese choque de realidad, late en la historia la disyuntiva de aplicar cuidados paliativos o continuar la batalla médica contra una enfermedad incurable.
La muerte está presente en este filme de Lino Escalera, que no pudo casi contener las lágrimas en el encuentro con la prensa tras el conmovedor aplauso que se oyó en la sala de cine. No solo la muerte física, sino también el derrumbe emocional. "Asistimos a una sequía de sentimientos y a un mar de frustraciones e insatisfacciones, a una imposibilidad de comunicarse entre los tres miembros de esa familia muy parca en sus relaciones", explicó más tarde el director, que ha tardado ocho años en levantar este proyecto. Con una puesta en escena muy austera, con el encuadre como elemento narrativo principal y una cámara que se mueve muy poco, No sé decir adiós, que tiene previsto su estreno en mayo, no cae en ningún momento en la lágrima fácil, y se permite, además, toques de humor concretos. La contención llega hasta sus últimas consecuencias en un final muy bello, que da la espalda a la muerte real.
Nathalie Poza da vida a una drogadicta que lidia con la muerte de su padre y la suya propia en vida. La actriz no puede estar más feliz ante lo que considera el mejor personaje que le han ofrecido en el cine. A sus 45 años, la intérprete, con una sólida carrera teatral, no ha parado de recibir felicitaciones y elogios por su trabajo. "Ha sido el viaje más intenso, privilegiado y hermoso con el que no me esperaba encontrar y más a mi edad. Yo también perdí a mi padre víctima de un cáncer y he puesto toda mi experiencia, pasión y ganas en este personaje tan completo y difícil de encontrar en el cine. Ese es el arte que a mí me interesa tocar", ha asegurado Poza. A su lado, Juan Diego escuchaba atento. "Estamos ante un guion de vida, de muerte y de amor. Esto es lo que se llama en cine trascender la realidad. Para mí, lo importante no es lo que cuenta, porque a todos nos ha visitado alguna vez la muerte, sino cómo lo cuenta", finalizó el actor, que ha vuelto a subir a un escenario teatral para protagonizar Una gata sobre un tejado de zinc caliente, el clásico de Tennessee Williams.
Babelia
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