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FERIA DE FALLAS

Roca Rey, dos orejas, imaginativo y fresco, el torero preferido de Valencia

El Fandi cortó una oreja y Manzanares pasó desapercibido, ante una corrida de poco trapío

El torero El Fandi durante la faena a su segundo toro.
El torero El Fandi durante la faena a su segundo toro.Juan Carlos Cardenas (efe)

La corrida de Núñez del Cuvillo, remendada sobre la marcha con un sobrero de Victoriano del Río, que sustituyó al del hierro titular, fue corrida a modo de lo que se lleva cuando aparecen las figuras. Corrida de justa presencia, con algún que otro toro de imagen anovillada, y de gran santidad para la lidia. Muy noble, dócil, sin plantear problemas. Sosa y sin emoción también. Aunque hubo toro, como por ejemplo el quinto, al que masacraron en varas, sin venir a cuento, para llegar a la muleta mortecino y sin nada que ofrecer.

Roca Rey es, ahora mismo, el torero de Valencia. Cualquier cosa que proponga es recibida con algarabía. Con todas las bendiciones posibles. Y el torero lo agradece con respuesta incondicional. Al tercero, toro anovillado, le hizo un quite de frente por detrás en réplica a uno por delantales de Fandi. La faena la abrió con cuatro estatuarios y una trincherilla. Aperitivo servido para que la gente entrara en apetito. Lo que vino después fue un derroche de frescura, de seguridad, pero de toreo a goteo. Algún natural, algún derechazo, hasta que llegaron los efectos especiales que tanto calan en el tendido. Para entonces el de Cuvillo ya estaba más parado que en movimiento. Las manoletinas finales y la estocada sin puntilla fueron el punto y final deseado por el tendido. Faena decorosa ante toro indecoroso.

Al sexto lo toreó bien con el capote de salida. Y con imaginación en un quite: saltilleras y toreo a una mano, para rematar por alto de la misma guisa. Por rogerinas llevó al toro al caballo, para que se cumpliera un mero trámite. Ya con la muleta, de nuevo la frescura, la sangre fría, fue determinante para calar en la gente. El toro, sin estar nada por la labor, colaboró a que Roca Rey se sintiera a gusto. Esta vez no hubo goteo de muletazos, sino una porfía cercana porque en definitiva era lo único que podía salvar el trance. Y lo único posible ante toro tan mortecino como el que cerró esta corrida.

CUVILLO, DEL RÍO / FANDI, MANZANARES, REY

Cinco toros de Núñez del Cuvillo y uno, el 5º, sobrero sustituto del titular, de Victoriano del Río, de trapío justo, con pocas fuerzas y muy dóciles.

El Fandi: estocada trasera tirando la muleta (silencio); _aviso_ estocada (oreja).

José María Manzanares: pinchazo y estocada (silencio); pinchazo y estocada (silencio).

Andrés Roca Rey: estocada sin puntilla (oreja); pinchazo _aviso_ y estocada (oreja).

Plaza de Valencia, 16 de marzo, Séptima de Fallas. Lleno.

El Fandi fue banderillas y poco más. Ocho pares en total, cuatro a cada toro. Los del primero muy desiguales de colocación; los del cuarto, mejor ejecutados y colocados. En los ocho pares, un portento físico. En el toro que abrió la corrida, Fandi se enroló en las filas del toreo populista, sin disimulos. Toro dócil, sin nada dentro que ofrecer como toro bravo. Cuando intentó el toreo fundamental, la cosa quedó en nada por aquí y nada por allá. En el cuarto, el populismo siguió en escena. Los rodillazos iniciales dieron paso a intentos por mantener al toro en pie. Solo cuando llegaron los circulares la faena tomó otro rumbo, el que la gente, en fin, esperaba. Pero pesó una faena larga, sin emoción por ninguna parte. Mató de estocada certera y el premio le llegó. A sus dos toros, Fandi los recibió con largas de rodillas que tampoco aportaron demasiada emoción al asunto.

Manzanares pasó de puntillas. Muy gris toda la tarde. Tantos intentos vanos al segundo, hasta que la gente se cansó y acabó protestando. Con el quinto bis, castigado de manera exagerada, tampoco la cosa tomó forma. Ni por los toros, ni por la actitud abúlica del diestro.

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