Netflix mató a la estrella del cine
La próxima película de Martin Scorsese, 'The Irishman', no llegará a las salas. La empresa ha pagado 120 millones por ella
Hace poco, Martin Scorsese criticaba la "moderna" manera de ver películas desde la comodidad del hogar: "Todo te distrae. No es la mejor experiencia". Solo han pasado semanas y ha tenido que recular. Su próximo filme ya no se verá en salas. Netflix ha firmado un contrato millonario para financiar The Irishman, su esperado regreso al gángster donde reúne a De Niro, Pacino, Pesci, Keitel y Cannavale. Hollywood ya no ve beneficio a distribuir a maestros vivos del séptimo arte.
El director ha asegurado incluso que "el cine ha muerto". Pero no deberíamos ser tan alarmistas... todavía. De momento, todo se resume con la habitual simpleza: dinero, dinero y dinero. Paramount no podía pagar la tecnología necesaria para rejuvenecer al reparto —que aparecerá durante tres etapas vitales, de tener 30 años a 70— ni dar un cheque en blanco a Scorsese. Silencio ha sido un fracaso intimista de 40 millones y la productora también pierde dinero con sus costosas franquicias. Así que Netflix sacó el talón y escribió: 120 millones de dólares. "Será por billetes", pensaría Ted Sarandos.
Este movimiento no solo abre nuevas posibilidades cinéfilas, sino que se traduce en una señal de fuerza en la guerra de la marca online contra los exhibidores. Aunque Netflix estrena decenas de películas originales al mes, ninguna contaba con tal prestigio. Casi todas pasan sin pena ni gloria.
La televisión robó al cine independiente el talento de sus guionistas. Ahora, busca llevarse las producciones de postín. No pasar por salas ya no es sinónimo de cine cutre. La próxima película de Will Smith se estrenará online y Netflix compró Mudbound en Sundance por la cifra récord de 12 millones. A cambio, los creadores reciben una libertad inalcanzable en el sistema de películas escritas en comité.
¿Ha muerto entonces el cine como pronostican los agoreros? Definitivamente no. Discutir sobre otras pantallas es solo hablar de factores ajenos al resultado: distribución, negocio... Detalles que no empañan lo que hace del cine cine. Esa magia que buscamos cuando cumplimos el ritual de entrar a una sala oscura —como apunta el director, sigue siendo incomparable— o pinchamos play en el móvil. Incluso si la ves en el metro, una película de Scorsese siempre será cine. Hoy nosotros elegimos dónde verla. Todo lo demás, distrae.
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