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Formas de mujer ilimitadas

Los bailes de María Moreno y Alba Heredia sintetizan dos concepciones distintas del baile

La bailaora Alba Heredia, en el Festival de Jerez 2017.
La bailaora Alba Heredia, en el Festival de Jerez 2017.Javier Fergo

El Festival de Jerez cuenta con La Sala Compañía, antigua iglesia reconvertida en auditorio, que es el espacio para las propuestas escénicas de (obligado) pequeño formato y lugar por el que deben pasar las figuras más jóvenes. Una mirada a su programación resulta, pues, conveniente para vislumbrar el baile que está llegando.

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La gaditana María Moreno despierta expectación por su límpida trayectoria y su paso por el pasado Concurso de Córdoba, donde, por cierto, no ganó. En su presentación en Jerez expuso con una meridiana claridad los fundamentos de su baile, que es redondo y ya maduro. Y los expuso con orden, armonía y equilibrio entre las partes de los estilos que abordó. Tiene sentido de la medida y, con una cuidada contención, administra los tiempos para dar paso a sus diferentes vertientes expresivas. Así, en las alegrías, de menos a más, como está mandado, parando, templando con un prodigioso juego de cintura, y soltando los pies en el momento justo. Las presentó con bata y mantón, con lo que supone de valor añadido y respeto al canon.

María Moreno. Alas del recuerdo. Baile: María Moreno. Cante: Enrique El Extremeño, Pepe de Pura, Matías López, El Mati. Guitarra: Joselito Acedo. Dirección artística y coreografía: María Moreno. Dirección musical: Joselito Acedo. Voz en off: José Luis Ortiz Nuevo

Sala Compañía. 6 de marzo, 19 horas.

Construyó a continuación el taranto de forma inspirada, para entregarse después a la sensualidad de los tangos con fuerza siempre contenida. Transmite la esencia del estilo sin necesidad de desmelenarse. Mas suelta, quizás, en los jaleos extremeños que inicia sentada, jugando con los brazos, para dar rienda suelta a pies y cintura. Escuchando siempre el cante sin prisas, Moreno mostró un baile de escuela cuajado al que el tiempo y un mayor espacio escénico deben hacer brillar con mayor plenitud. Y será, probablemente, pronto.

Programada también en la Sala Compañía se encontraba Alba Heredia, pero, tras la cancelación por indisposición médica de Rocío Molina, la joven granadina aceptó la invitación del Festival y anticipó su ascenso a las tablas del Villamarta. No fue un espectáculo cerrado ni tampoco se esperaba. Solo se adaptó lo que estaba previsto para el pequeño formato. Alba redujo prácticamente su actuación a dos grandes bailes, la seguiriya y la soleá, con un remate por tangos de Granada que fueron símbolo y síntesis de sus fundamentos bailaores. Porque ella representa la fuerza de una escuela étnica y familiar muy asociada a su tierra y al Sacromonte. Transporta el brío que nace de la cueva y traslada al gran escenario las formas de un espacio reducido.

Alba Heredia. En estado puro. Baile: Alba Heredia. Guitarra: Luis Mariano Renedo. Cante: Alfredo Tejada, Manuel Tañe, Juan Ángel Tirado, Johny Cortés. Palmas y compás: Rafi Heredia.

Teatro Villamarta. 7 de marzo, 21 horas

Su baile se carga de fuerza en ráfagas arrebatadas que ella dota de expresión dramática. Grita y busca tocar el suelo como una necesidad. Entre vendavales de baile, gusta de pararse, quizás para buscarse, y deja formas estáticas con un barroco juego de brazos y una cintura a la que exprime todas sus posibilidades. Es la otra cara de su danzar, la que expuso en el arranque sobre la proyección de una rondeña de su tío, el histórico tocaor Juan Maya Marote. Otro actual y bien vivo, Luis Mariano, la asistió con maestría el resto de la noche.

La música electrónica, el baile y la improvisación en escena

F.L.

No es la primera vez que la música electrónica, en cualquiera de sus manifestaciones, se relaciona con el flamenco. En esta ocasión lo hace para asistir a la creación de baile y se muestra como el resultado natural del encuentro de artistas de las dos disciplinas, algo que se percibe en el desarrollo de Claroscuro, la obra que presentó el pasado lunes en el teatro Villamarta el bailaor Ángel Muñoz con los samplers y secuenciadores en directo de Artomático (Daniel M.Pantiga). Ambos han trabajado juntos anteriormente, lo que dota de una cierta naturalidad la convivencia e interactuación de los dos lenguajes. Muñoz es bailaor de porte que impone la presencia de sus formas por encima de cualquier propuesta estética y, con la música electrónica, para nada descompone la figura.

Pero quizás lo innovador no resida en el aspecto anterior, sino en el planteamiento de una obra abierta a la creación improvisada y en la que se conjugan otros dos elementos de vital importancia: el cante de Miguel Ortega y las aportaciones instrumentales de Diego Villegas. La forma en que el bailaor dialoga con ellos procura los momentos más brillantes de una obra discontinua. Lo de Villegas supera lo descriptible. Se multiplica en cinco personalidades distintas en tanto, en sucesivos pasajes, toca flauta, clarinete, armónica, saxo tenor y saxo soprano. Una atmosfera y un baile distinto para cada timbre. El de armónica en los tangos fue redondo, pero no el único.

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