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Un museo con las vitrinas vacías

El Prado, el Reina Sofía, el Geominero, el Arqueológico o el de Ciencias Naturales, varios centros han prestado sus urnas para una exposición en Móstoles

J. A. Aunión
Vitrinas vacías de varios museos en una exposición de CA2M (Móstoles).
Vitrinas vacías de varios museos en una exposición de CA2M (Móstoles).

Oriol Vilanova comenzó a llamar el año pasado a museos de Bélgica para que le prestaran algunas de las vitrinas en las que exponen sus dibujos, sus grabados, sus joyas o sus huesos de hace miles de años, pero le costó convencerles. Pese a sus explicaciones sobre el aura colectiva de un museo, de lo mucho que puede contar un objeto que tiende a ser invisible si consigues centrar la atención en él, de lo que evoca sobre la sustancia ausente… ellos no terminaban de entender que el artista catalán quisiera exponer sus vitrinas vacías. Ahora, sin embargo, Vilanova no solo ha encontrado más receptividad al repetir la experiencia en Madrid, sino que muchos de los responsables de los espacios se han esforzado en elegir muy bien las urnas que finalmente han construido la muestra Sin distinción, que se puede ver en el Centro de Arte 2 de Mayo (CA2M), de Móstoles, hasta el próximo 28 de mayo.

Lo cuenta el comisario de la exposición, Víctor de las Heras, mientras pasea entre la historiada vitrina con motivos arabescos, coronada con una cúpula de escamas de metal, cedida por el Museo del Ejército, de Toledo; la clásica de madera y dos hojas de cristal del Museo del Prado; el estéticamente esterilizado bloque blanco del Reina Sofía o el gran cilindro prestado por el Museo del Traje, en Madrid que así, desnudo, recuerda a una imaginaria cápsula de teletransportación. Pequeños detalles en algunas de ellas recuerdan aquello que suelen mostrar: “inosilicatos”, dice un cartel en la parte trasera de un gran expositor del Museo Geominero; las patas con formas de cañón delatan el contenido habitual de otro.

Al final, el conjunto de 29 vitrinas de 15 museos (también están representados, entre otros, el Arqueológico Nacional, el de Ciencias Naturales, el Sorolla o la Fundación Juan March) ofrece un resultado inquietante, algo fantasmagórico. “Lo que me interesa de la vitrina es de qué modo es capaz de evocar el objeto que ha contenido y el espacio que ocupaba”, no solo el espacio físico, sino también “el de un momento concreto”, explica Vilanova por teléfono desde Bruselas, donde reside. Siguiendo el esquema de la publicación que ya hizo de la muestra Without Distinction el año pasado en el museo M de Lovaina (sí, pese a las dificultades, consiguió reunir 35 vitrinas de galerías belgas), el CA2M de Móstoles está preparando un libro de la exposición, con los retratos individuales de cada uno de los personajes, es decir, cada urna.

El trabajo de Vilanova (Manresa, 1980) --que gira en torno a una serie de postales que ha ido recopilando durante años en mercados de pulgas, su “máquina de pensar”--, tiene mucho que ver con “la psicología del coleccionista, con qué es una colección”, lo cual también incluye “la forma de mostrarla”, señala él mismo.

De hecho, la otra instalación que el artista tiene estos días en el CA2M, responde también a esas ideas: se trata de la presentación de toda la obra gráfica del museo (más de 600 grabados de autores y estilos variopintos: David Hockney, Max Ernst, Antoni Tàpies, Javier de Juan…) a la que ha dado la forma, casi, de un gabinete de curiosidades. En lugar de elegir obras y colocarlas según criterios formales, estéticos o de autoría, decidió dejarlo todo en manos del espacio: quitó los marcos y los ubicó en función de su tamaño entre unas paredes conformadas como un armario. “Toda colección tiene aciertos y errores. Yo quería mostrarlo todo sin señalar lo que está bien ni lo que está mal”, explica Vilanova. Al igual que Sin distinción, A medida se podrá ver en el CA2M hasta el próximo 28 de mayo.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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