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Paulita triunfa en Valdemorillo en un día para el recuerdo a Víctor Barrio

Un azulejo en la puerta grande recuerda los éxitos en esta plaza del torero fallecido

El diestro aragonés Luis Antonio Gaspar Paulita salió a hombros en la primera corrida de la feria de San Blas, celebrada en la localidad madrileña de Valdemorillo, en la que tuvo lugar un acto en memoria del torero fallecido Víctor Barrio.

Con más de media entrada, se lidiaron seis toros con el hierro de Carmen Segovia, aunque anunciados como de Monte la Ermita, de justa presencia los tres primeros y con trapío sobrado para una plaza de primera los tres restantes. En general, dieron un juego descastado y desclasado, aunque alguno tuvo una manejable movilidad.

El Cid: oreja y ovación.

Paulita: división de opiniones al saludar y dos orejas. Salió a hombros.

Iván Fandiño: ovación tras aviso y silencio.

Entre las cuadrillas, destacó la brega de Joselito Rus, y Curro Robles saludó tras banderillear al cuarto.

La corrida que abrió la primera feria de cierta importancia del año taurino español tuvo un prólogo emotivo con el descubrimiento, en la misma puerta grande por la que luego salió Paulita, de un azulejo en memoria del joven torero Víctor Barrio, caído en las astas de un toro el pasado julio en Teruel.

El texto escrito en el azulejo dice lo siguiente: ‘A la memoria de Víctor Barrio, que salió doblemente triunfador de este coso, abriendo en 2011 la puerta grande como mejor novillero de la feria de san Blas, y en 2015 como el mejor de los toreros al comienzo de la temporada, sellando con su arte y valor su paso por esta plaza de La Candelaria, donde Valdemorillo le recuerda con su especial reconocimiento a la entrega y verdad que siempre mostró ante el toro’.

Pero tras la corrida no quedaron muchas más cosas para recordar que esa salida triunfal de Paulita, que le hizo al quinto de la tarde, un serio toro de simplona y manejable movilidad, una faena con altibajos, en la que lo mejor y más lucido estuvo al principio y al final, cuando más se templó y se asentó el diestro.

Una oreja paseó también El Cid del primero de la corrida, después de un trasteo en el que, con suavidad y paciencia, supo equilibrar las potables embestidas de un animal que salió descoordinado de movimientos, pero que mejoró por la correcta intervención del sevillano.

En cambio, a El Cid le faltó mayor asiento y confianza con el cuarto, un serio astado que, con constantes cabezazos, le enganchó la muleta en demasiadas ocasiones, hasta que en la estocada también acabó prendiéndole a él por el pecho, aunque sin mayores consecuencias.

Por su parte, Iván Fandiño hizo sendas faenas con mejores principios que finales, tanto con el reservón tercero -que también le enganchó por el vientre, sin herirle, a la hora de matar- como con el sexto, un toro que fue empeorando su actitud a medida que el diestro vasco perdía el temple con que empezó a torearlo.

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