‘Múltiple’: un hombre que son 24
La nueva película de M. Night Shyamalan, 'Múltiple', se centra en un protagonista descontrolado que vive entre varias identidades distintas
B. T. era ciega. Sin embargo, veía. Era una señora de 37 años. Y un chico adolescente. A ratos hablaba alemán. En otros momentos, solo se comunicaba en inglés. Un incidente, sufrido cuando era joven, le había dañado el cerebro y dejado sin la posibilidad de observar el mundo. O al menos eso sostuvo su diagnóstico durante 10 años. Hasta que, de golpe, una década después, la mujer leyó en voz alta la portada de una revista. Y las certezas médicas se derrumbaron. Resultó que B.T. padecía un trastorno de identidad disociativo y que en ella había hasta 10 personalidades, de edad, sexo, temperamento y costumbres distintos. Ocho de sus seres veían perfectamente. Dos, en cambio, vivían en la oscuridad. Así lo contó hace más de un año un artículo del Washington Post. Y la historia sale citada ahora en la nueva película de M. Night Shyamalan, que se estrena hoy y se centra en una temática parecida, como sugiere su título: Múltiple.
El filme hace suya las vivencias de B.T. y otros casos análogos para ahondar en una tesis intrigante: las distintas personalidades pueden modificar incluso físicamente al tipo que las contiene. Y como detrás de la cámara se halla Shyamalan, director de El sexto sentido o El protegido, la tensión sube y la idea es llevada hasta consecuencias extremas. Empezando por la premisa: hasta 24 identidades compiten por el cerebro de un mismo individuo, el secuestrador protagonista al que interpreta James McAvoy. “Fue mi película más difícil”, sentencia Shyamalan. Y una de las más exitosas, a juzgar por la mayoría de críticas —aunque otros, como Vulture, la tachan de “indefendible”— y por el número uno en taquilla que alcanzó en su primer fin de semana en EE UU.
“Cada día fue terriblemente complicado. El tipo de performance que necesitábamos lograr era todo un desafío. Estaba estresado y fui muy duro con los actores. Mi estilo de dirección ahora se resume en: ‘Si no consigo la secuencia que quería, la ruedo de nuevo”, asegura el cineasta. Lo cual se tradujo en tomas repetidas una y otra vez. McAvoy llegó a romperse una mano, tras un puñetazo de frustración contra una puerta metálica. El reto de meterse en la piel de nueve personajes en la misma película no era para menos: “Es como hacer nueve veces el trabajo habitual. Intentamos que nunca interpretara a más de una identidad el mismo día, pero no era la prioridad a la hora de calcular el presupuesto, así que no fue así. Te preocupa agotar la diversidad y la diferente fisicidad de los personajes”.
¿Un gran error?
La Cnn publicó hace cuatro días un reportaje titulado En qué se equivoca 'Múltiple' al narrar el trastorno de identidad disociativo. El artículo cita varios médicos indignados con la película por la imagen violenta que ofrece de quienes lo padecen. El psiquiatra Garrett Marie Deckel relata por ejemplo que recibió un "conmovedor" correo de un paciente que le preguntaba: "¿Te doy miedo?".
Varios doctores hacen hincapié en que apenas hay violentos entre los que sufren el trastorno disociativo y que la película puede tener un impacto muy negativo sobre todo en los jóvenes pacientes que la vean. La Cnn intentó contactar con Shyamalan y la distribuidora, Universal, pero no recibió respuesta. Aunque el director afirmó en varias entrevistas que en los pases previos de la película nunca habían recibido quejas.
El reportaje entrevista a la psicóloga y profesora universitaria Bethany Brand, quien se reunió con el cineasta antes del rodaje para asesorarle. Cuando vio el tráiler, le escribió preocupada. Recibió respuestas "alentadoras", que prometían cierto interés en difundir información y sensibilizar al público sobre el trastorno de identidad disociativo. Sin embargo, no volvió a saber ni del director ni de la distribuidora, Universal.
Ni tampoco, al parecer, hubo respuesta a Amelia Joubert, una joven paciente que envió a la productora de Shyamalan, Blinding Edge Pictures, una petición con 17.000 firmas que pedía que los actores declararan públicamente que la violencia es rara entre los que padecen el trastorno disociativo de identidad.
McAvoy tampoco cree que haya sido el rol más complejo de una carrera que ha viajado entre el profesor Xavier de los X-Men, el ladrón de Trance o el melancólico enamorado de La desaparición de Eleanor Rigby. Eso sí, la noche antes de una secuencia en la que tendría que pasar de un personaje a otro ante la cámara le costó dormir. “Llegas al día siguiente y te das cuenta de que solo estás allí al 80/90%. Y la razón es que, al repetirte que es la toma más difícil de tu vida, te has convencido de ello. Entonces le pedí a Night probarla de nuevo”, relata el actor.
Al cineasta, claro, le pareció estupendo. “Si estás un poco cansado, o te estás cortando, Night no tiene ningún problema en venir y decírtelo. Y me encanta que lo haga, te das cuenta de que es cierto, de que no estás siendo honesta”, afirma la joven actriz de origen argentina Anya Taylor-Joy, que coprotagoniza el filme. He aquí una de las lecciones que el director indio ha aprendido en las montañas rusas de su obra fílmica: adorado por El sexto sentido, pero vapuleado por After Earth o Airbender, el último guerrero, Shyamalan estableció hace pocos años una serie de reglas tan Unbreakable como aquel personaje de Bruce Willis. Nunca más rodaría filmes con guiones que no hubiera escrito él. Ni tampoco se dejaría condicionar por los millones de Hollywood. Haría, en resumen, lo que de verdad le apetecía.
“Antes los filmes se basaban en el tono y en el boca-oreja. Mi vida es mi vida, de Jack Nicholson, estaba un año en las salas, así que tenías que ir a verla sí o sí, y a lo mejor luego volvías con tus amigos. Ahora la base es lo comercial que pueda ser una película. Es un paquete: tiene ese actor, está basada en un cómic… Y así es enormemente vendible. Además, a veces se gastan 200 millones en la obra y otros tantos en su promoción. Es demasiado dinero para asumir riesgos”, lamenta Shyamalan. Aun así, el cineasta cree que hay espacio para un cine distinto, “superoriginal y hecho a la antigua”, que él quiere hacer y defender. Sin embargo, el propio Shyamalan no parece poder resistirse a la moda de las secuelas. Resulta que tenía una cuenta pendiente desde hacía años. ¿Cuál? La respuesta está al final de Múltiple.
Babelia
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