Las visitas al Panteón de Roma dejarán de ser gratuitas
El Gobierno estudia cobrar una entrada de tres euros a los siete millones de turistas que recibe al año

El ministro de Cultura italiano, Dario Franceschini, ha anunciado estos días que las visitas al Panteón de Agripa (Roma) estarán reguladas con el pago de una entrada de tres euros. "Tiene siete millones de visitantes al año y hay gastos de mantenimiento", ha ofrecido como explicación para la medida Franceschini, que prometió aprobarla "antes del final de la legislatura", aunque la incertidumbre política italiana impide calcular una fecha exacta. Hasta ahora, el acceso a este monumento simbólico de la ciudad romana es gratuito.
Su ubicación, en el corazón de Roma, flanqueada por la plaza Navona y las iglesias de San Ignacio de Loyola y Santa María sopra Minerva, la única gótica de la ciudad, convierten la plaza de la Rotonda —que recibe su nombre de la planta circular del Panteón— en uno de los lugares de más tránsito. Miles de turistas pasean a diario por allí y todos ellos, también gracias al acceso gratuito, entran. Traspasan el umbral del Panteón de Agripa buscando la tumba del pintor Rafael Sanzio, cuyo sarcófago está cubierto por un pareado de Pietro Bembo, la del llamado "padre de la patria" Víctor Manuel II u otros monarcas de la dinastía Saboya o, simplemente, para hacerse una foto bajo los casetones de la cubierta. Es actualmente el monumento más visitado de Italia, por encima del Coliseo y Pompeya.
El Panteón, un templo dedicado a todos los dioses, se construyó durante el mandato del emperador Adriano entre los años 118 y 125 después de Cristo, sobre las ruinas de un templo anterior que mandó erigir Agripa y que fue destruido por un incendio en el año 80. Solo en 1958 los técnicos modernos consiguieron levantar una cúpula de hormigón más grande que la del Panteón. Hasta entonces no había sido posible reproducir tal maravilla.
Aunque el edificio es de Adriano, éste prefirió dedicarlo a Agripa, creador del primer templo: "M. Agrippa L. F. cos tertium fecit" (Marco Agripa, hijo de Lucio, lo hizo en su tercer Consulado). El nombre sugiere que el templo se utilizaba para adorar a todos los dioses, aunque algunos historiadores lo consideran poco verosímil. Fuera para lo que fuera, siglos más tarde se convirtió en iglesia cristiana y todavía hoy se celebran misas.
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