El legado de Ángel Álvarez Caballero pasa al centro andaluz de flamenco

Ángel Álvarez Caballero (Valladolid, 1928- Madrid, 2015) ejerció el periodismo y la crítica de flamenco en EL PAÍS durante más de treinta años, los que van de 1981 a 2012. A lo largo de ese tiempo, se podría afirmar que su labor no se limitó a tenernos informados de cuanto acontecía en el mundo de este arte con sus crónicas, reseñas y noticias; con su trabajo Ángel contribuyó, además y de manera decisiva, a la creación de un periodismo especializado en el género que, por el tiempo en que comienza a ejercerlo, estaba aún por construir.

Álvarez Caballero, que era periodista de formación y profesión, abrió espacios y los dotó de unos rasgos que proporcionaron al arte flamenco un lugar en la prensa escrita de rango igual al de cualquier otra expresión artística. Todo en gran parte debido a su manera de hacer y escribir, rigurosa y de un alto nivel intelectual, y con un estilo que fue pulcro, elegante y tremendamente respetuoso con el flamenco y sus protagonistas.

Además de esa labor periodística, Álvarez Caballero dejó una docena de libros de ensayo e investigación entre los que destaca su trilogía dedicada a las disciplinas del cante, el baile y el toque flamencos. Detrás de ellos, como de sus artículos, se esconde un gran aficionado que investigó de una forma exhaustiva, pero sin perder nunca de vista la expresión viva de este arte. El carácter sistemático de su trabajo se ha podido comprobar a través de su legado, que, tras su fallecimiento, su viuda e hija decidieron donar al Centro Andaluz de Documentación del Flamenco (CADF), dependiente de la Consejería de Cultura (Junta de Andalucía) y con residencia en Jerez de la Frontera.

Se trata de un rico patrimonio que acumula millares de volúmenes y objetos entre libros y grabaciones, que van del microsurco al CD pasando por los cassettes, colecciones de revistas especializadas y hasta folletos y programas de mano. Más allá de las publicaciones reunidas a lo largo de toda una vida, decenas de ficheros llaman la atención por su pulcritud y el orden con que se clasificaron: más de 20.000 fichas, todas escritas a máquina y perfectamente ordenadas, que acumulan incontables referencias biográficas y discográficas, de estilos y de artistas con sus testimonios entrecomillados. Una forma metódica de trabajar, quizás de otro tiempo, que nos desvela la razón oculta del tono y altura de los artículos de un maestro.

Al acto simbólico de aceptación de la donación, celebrado días atrás, asistieron, además de autoridades autonómicas y municipales, la viuda de Álvarez Caballero, Pilar Uruñuela, y su hija, Elbia Álvarez López. En sus intervenciones, dominadas por la emoción, agradecieron la recepción de este legado, con su trabajo de inventariado y clasificación, contentas de que así no se dispersase, y orgullosas de que ahora esté disponible para investigadores, aficionados y amantes de este arte. “Ha sido la mejor decisión de mi vida. En casa solo me hacía compañía a mí”, confesó su viuda. Su hija destacó el carácter silencioso de Ángel, que invitaba al silencio para escuchar el quejío del corazón. “Hay que estar en silencio cuando llegue el duende, que se presenta en el momento más imprevisible”, contó que solía decir el maestro.