Desdentados
Algunas secuencias del documental 'Quién fuera rico' sobre los caprichos de los multimillonarios son conceptualmente despiadadas
Las inspiradoras declaraciones de la esposa del alcalde conservador de Sao Paulo sobre los desdentados me ayudaron a recobrar la compostura después de haber escuchado, boquiabierto y alelado, las revelaciones del documental Quién fuera rico emitido en TEN: Tamara Ecclestone se charola las siliconas en una bañera de un millón de euros construida con cuarzo blanco del Amazonas, y algunas nodrizas de la cofradía amamantan con biberones de cien mil.
Afortunadamente, leí ese día que la alcaldesa brasileña Bia Doria se había acordado de los pobres con humanidad y dientes. “Es tan poco lo que quieren. A veces, un apretón de manos, a veces, un abrazo”, declaró. Sus empleados vivían en chozas sin un colmillo que echarse a la boca y les consiguió “casa, dientes y un buen plan de salud”.
Algunas secuencias del programa del canal TEN sobre los caprichos de los multimillonarios fueron conceptualmente despiadadas, incluso para los resentidos sociales que hubiéramos vendido el alma al diablo por un Lamborghini Veneno. Pero los envidiosos acabamos el reportaje televisivo vindicados por los psicólogos de la opulencia: los ricos no son felices y los súper ricos, un poco más felices que los súper pobres. Algo es algo.
La regidora consorte, escultora de 56 años, milita en la fraternidad de los cabezas de chorlito. Es feliz condoliéndose desde un Porsche Cayenne y su software presenta las averías propias de quien ha vivido en Marte. Esa caridad de plantación esclavista ha sido frecuente en América Latina y abonó enconos y populismos de toda laya.
El documental no habla de los pobres, que probablemente lo sean por vagos y poco previsores, sino del desgarrador dilema de los protagonistas de Quién fuera rico que ya no pueden serlo más. Hartos de la menestra de caviar y Rolex, y del solomillo de belleza hinchable, se sienten vacíos: anhelan una experiencia vital única. Bia Doria la consiguió: les falta el abrazo del desdentado. Son baratos, abundan y agradecen la caricia en el lomo.
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