Leonard Cohen, ante “la proximidad de la muerte”
El músico reconoce que "está preparado para morir" antes de publicar un álbum con sabor a despedida
De un tiempo a esta parte, es habitual oír o leer a Leonard Cohen referirse a la vejez, pero nunca antes como hasta ahora lo había hecho de una forma tan concisa sobre sí mismo. A sus 82 años, el músico canadiense no solo está a punto de publicar un nuevo álbum repleto de referencias a la muerte y con agrio sabor a despedida, sino que acaba de reconocer que “está preparado para morir”, incluso afirma que no cree que vuelva a salir de gira a causa de sus problemas de salud que no le permiten mantener "el rigor" de antes.
En un extenso artículo publicado por The New Yorker, el periodista David Remnick, tras entrevistar a Cohen, traza un profundo perfil actual del autor de Hallelujah. Cohen habla sobre su futuro y afirma que hay un “gran cambio” en su vida y este consiste “en la proximidad a la muerte”. “Espero que no sea demasiado incómodo. Solo eso”, dice. De hecho, asegura que se está centrando en “poner la casa en orden” para cuando acontezca el momento. “Estoy confinado en los cuarteles”, dice en referencia a su vida cotidiana. El cantante además apunta que se ha centrado últimamente en ejercer de marido y padre y desvela que tiene una caja llena de poemas y canciones sin terminar debido a “la condición de su cuerpo”. “Soy una persona ordenada. Si puedo, me gusta tener todos los cabos atados. Y, si no puedo, también está bien. Pero mi impulso natural es el de terminar las cosas que he empezado”. Esa misma condición física, señala, es la que, seguramente, le impedirá volver a salir de gira.
Todo suena a despedida, incluido ese esperado nuevo disco, que se publicará en unos días. Bastaría con el título del álbum, You Want It Darker (Lo quieres más oscuro), para dar sentido a las palabras del músico, pero en el interior de esa obra hay más. En la sombría canción que da título al disco, Cohen, con su característica voz susurrante, canta que “está fuera de juego”, “roto” y “cojo”. Y confiesa: “Estoy preparado, mi señor”. Hay más pistas en un álbum de una atmósfera invernal y austera. “Imagino que soy alguien que simplemente ha renunciado a mí y a ti”, se recoge en Traveling Light. Es una obra en la que planea la muerte de principio a fin, con canciones reveladoras como Treaty, donde sugiere el final de una guerra –una recurrente metáfora de la vida en la lírica coheniana- con una solución pactada, y una coda como Steer Your Way, donde habla de las “ruinas del altar”. Como demostró en los anteriores discos como Old Ideas y Popular Problems, no es la primera vez que recurre a estas ideas de abandono y expiración, pero en esta ocasión el gran tallador de palabras parece esculpir un templo definitivo.
De forma impactante, David Bowie nos enseñó con la publicación de Blackstar cómo un artista puede escribir mejor que nadie su propio epitafio. Aquel opaco e inquietante álbum era una despedida de este mundo, hecha por un hombre que estaba enfermo de cáncer sin que nadie lo supiese y que terminaría viajando a la galaxia más lejana dos días después de la salida de su disco. Solo los genios, y no todos, tienen el poder de obrar de una forma tan asombrosa. Y, con su habitual sombrero Fedora y su gesto gentil, Leonard Cohen es un genio.
El pasado verano cuando se enteró de la enfermedad de su amiga Marianne Ihlen, la musa que inspiró su célebre canción So Long, Marianne, le mandó un mensaje a la que fue su amante en el que escribía: “Bien, Marianne, hemos llegado a este tiempo en que somos tan viejos que nuestros cuerpos se caen a pedazos; pienso que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca de ti que, si extiendes tu mano, creo que podrás tocar la mía... Todo el amor, te veré por el camino". El genio se está despidiendo de la vida. Y You Want It Darker suena a la morada de su último aliento.
Babelia
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