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Plaza de Las Ventas

La tiranía del tiempo y la personalidad

David Martín sufrió un síncope y no pudo matar al sexto de una novillada tan noble como sosa

Antonio Lorca

El valor en los toreros es imprescindible, pero no suficiente. Es la personalidad la que imprime carácter de torería. Y el que pone a cada cual en su sitio es el tiempo, juez implacable.

La última novillada del año en Madrid no desarrolló casta ni movilidad, y destacó más por su falta de fuerza y clase; en una palabra, se lidiaron seis novillos sosones, que embistieron con andares cansinos, sin humillación ni fijeza.

Hubo un susto de los gordos, y lo protagonizó David Martín. Le tocó en primer lugar el único novillo que se movió de verdad. Brindó al respetable, comenzó la faena de muleta con dos pases cambiados por la espalda, y continuó con una tanda de derechazos y dos de naturales, largos de ejecución pero despegados y trazados con el cuerpo arqueado. Se separó entonces del novillo, se le cambió el color de la cara, se tambaleó y se derrumbó sobre la arena como un trapo. Fue recogido con rapidez, pero el chaval estaba completamente desmadejado. Bebió agua y un refresco de cola y, sin aparente recuperación, y en contra de la opinión del público, volvió a la cara del novillo. Volvió a muletear de manera arrebatadora, acelerada y un tanto embarullada, pero corrió bien la mano y evidenció que no se había recuperado. Pasó a la enfermería y el diagnóstico fue tan breve como inquietante: ‘Síncope’, y pronóstico reservado que le impide continuar la lidia.

Hubo otros dos novilleros, Tulio Salguero y Mario Palacios, que pusieron toda la entrega de la que fueron capaces, pero no demostraron nada más allá de sus legítimas ansias de triunfo. Sosos, sin hondura en su toreo, sin ese detalle de distinción que sorprende a los tendidos, sin la hondura necesaria. Tampoco destacaron por su valor, esa es la verdad, pero se les notó más su falta de sello. ¡Ay, la personalidad!

Aguadulce/Salguero, Palacios, Martín

Cuatro novillos de Aguadulce, -el quinto, devuelto-, tercero y sexto de José María Aristrain, y el sobrero, de Ave María, bien presentados, blandos, mansos, nobles y sosos. El mejor, el tercero.

Tulio Salguero: estocada trasera (ovación); media estocada (ovación); pinchazo y media (silencio).

Mario Palacios: pinchazo y media tendida _aviso_ (silencio); estocada (oreja).

David Martín: pinchazo, estocada trasera _aviso_ y cuatro descabellos (ovación). Sufrió un síncope y no pudo lidiar el sexto

Plaza de Las Ventas. Última novillada de la temporada. 9 de octubre. Un tercio de entrada.

Y el tiempo. Salguero ha cumplido siete años como novillero con caballos, y aún sigue empeñado en su objetivo. Loable deseo, pero ha debido ya tomar una decisión sobre su futuro. Lo que tiene poco sentido es que se anuncie en Las Ventas. La realidad suele hacer añicos los sueños, y los de Tulio quedaron de nuevo esparcidos por la arena. No se enfrentó a novillos de triunfo, pero estuvo por debajo de sus oponentes. Conoce el oficio, pero carece de la inspiración necesaria para llenar de aroma su entrega. A su primero, muy deslucido y noble, le robó dos naturales estimables; al soso cuarto le dio muchos pases y no dijo nada, y ante el sexto, sin clase destacable, pasó desapercibido. Y ese es el problema: que Salguero pasó desapercibido. Y en algún momento deberá tomar una decisión.

Pero es que Mario Palacios lleva cuatro años en el segundo escalafón, y comparte problema con su compañero. Al igual que Salguero maneja el capote con evidente deficiencia; le perdió pasos a sus dos novillos cuando él sabe que el toreo es adelante. Y, muleta en mano, tampoco refulge el aroma torero. Su primero estaba tullido y carecía de toda gracia. El quinto le permitió una labor insípida hasta que sufrió una voltereta, se encorajinó y trazó un par de naturales largos; había comenzado con el ‘cartucho de pescao’ y despertó una curiosidad que no pasó a mayores. Otro revolcón final antes de unas ajustadas manoletinas, y tras una estocada en buen sitio, paseó una oreja que ruborizaría a nuestros abuelos.

En fin, que el tiempo pone o debe poner a cada uno en su sitio. Y a Taurodelta, la empresa de Madrid, por su política de contrataciones, también.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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