Miró ya tiene casa en Oporto
La ciudad portuguesa alojará la colección del pintor catalán que salió a la luz al quebrar el Banco Portugués de Negocios
“Es feo, muy feo, diría que deliberadamente feo. El cuadro más feo de Miró”. Robert Lubar contempla Cabeza de hombre. Es el comisario de Joan Miró, materialidad y metamorfosis, la exposición de la Fundación Serralves, en Oporto, que recoge las obras del artista mallorquín guardadas en un banco que se fue a la quiebra.
El carácter inédito de la muestra, que se mantendrá hasta final de enero, atrajo ayer a las primeras autoridades de Portugal y España: el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, el primer ministro António Costa y el presidente español en funciones, Mariano Rajoy. La muestra ocupa dos pisos de la casa art decó, declarada monumento nacional, y hoy se abre al público.
Lubar no ha dejado fuera de la selección a Cabeza de hombre, una mancha ocre con trazos grises. “Es una pieza insólita; casi toda la obra de Miró tiene algo de representación, esta no”. Las obras reunidas van de 1924 a 1981, dos años antes de su muerte. La muestra, con la colaboración de la Obra Social La Caixa, no sigue un orden cronológico y sí el diálogo entre las obras, técnico o estético. Nada más entrar, uno de los primeros impactos es La fornarina (1929), la versión imaginaria del retrato realizado por Rafael cinco siglos antes.
La colección se mantendrá unida y en Oporto, creándose un triángulo mironiano entre esta ciudad, Barcelona y Palma de Mallorca. “Los tres polos se complementan”, señala Lubar. “La fundación catalana es impresionante y tiene un fondo documental riquísimo, la mallorquina brilla en la obra de los últimos años del artista. Aquí hay piezas de gran valor estético e histórico”.
La ciudad portuguesa disfrutará de esta colección y de su jugosa historia: el Banco Portugués de Negocios compró en 2006 los 85 cuadros al coleccionista japonés Kazumasa Katsuta y después entró en quiebra. Nacionalizado, el Gobierno la quiso subastar pero hubo mucha resistencia popular y se paralizó. El nuevo Gobierno socialista ha decidido que Oporto se queda con Miró.
En la planta baja, Lubar destaca la cubista Bailarina española (1924), pintada tres años después de la picassiana que descansa en el Louvre. Más allá, los exuberantes Personajes y estrellas en la noche (1965) y La fiesta de los pájaros y las constelaciones (1974), tan potentes que parece increíble que no estuvieran en algún museo. Lubar recuerda el descubrimiento de esta colección, hace tres años. “Me llamaron de Christie’s para dar una conferencia antes de su subasta. Me quedé paralizado al verlos todos juntos”.
La muestra contiene trabajos inusuales de Miró, como su obra en celotex de 1937 o seis realizadas con masonite, un material industrial para la construcción, y algunas de sus telas quemadas creadas para la antológica del Grand Palais de París en 1974.
Experto en arte del siglo XX, Lubar siempre se inclinó por este artista. “El impacto que tuve hace tres años al descubrir esta colección fue el que tuve a los 10 años y vi por primera vez uno de sus cuadros. Me impresionó la fuerza de sus colores, sus formas. Esa reacción primaria es lo más importante en el arte”.
Babelia
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