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La revuelta de Revueltas

Gil-Ordóñez presenta la restauración de la banda sonora de 'Redes', que el compositor mexicano hizo con Zinnemann y Strand

Desde la izquierda, Ángel Gil-Ordóñez, Antonio Caño, Roberta Lajous, Antonio Muñoz Molina, Jorge F. Hernández y Javier Martín Domínguez, en la presentación de 'Redes'.
Desde la izquierda, Ángel Gil-Ordóñez, Antonio Caño, Roberta Lajous, Antonio Muñoz Molina, Jorge F. Hernández y Javier Martín Domínguez, en la presentación de 'Redes'. LUIS SEVILLANO ARRIBAS

El muro que pretende construir Donald Trump entre EE UU y México hubiera malogrado en los años treinta el híbrido de Redes, un documental social de Fred Zinnemann (Solo ante el peligro) concebido entre los pescadores de Alvarado (Veracruz) y cuya vigencia contemporánea no se explica sin la fotografía cruda de Paul Strand ni la pátina de salitre que incorporó la música de Silvestre Revueltas (México 1899-1940).

La película (1936) había sido restaurada a iniciativa de Martin Scorsese, pero la banda sonora requería un trabajo al límite de la exhumación. Y es donde intervino el maestro Ángel Gil-Ordóñez, reconstruyendo la partitura y la versión orquestal hasta dotarla de un impulso reivindicativo. Por el talento de Revueltas. Por la dialéctica que proporciona la estética de Strand. Y porque Redes no sólo fue un hito del socialismo cultural mexicano, sino el antecedente de los documentales norteamericanos con que Roosevelt fomentó entre sus compatriotas la expectativa redentora del New Deal.

Semejantes ambiciones explican también la enjundia con que el documental se presentó ayer en la Casa de América. Gil-Ordóñez trajo su descubrimiento como el forense que ha resucitado un difunto, y lo compartió la embajadora de México, Roberta Lajous, el escritor Antonio Muñoz Molina, el crítico cinematográfico Javier Martín Dominguez y el director de EL PAÍS, Antonio Caño. El novelista Jorge F. Hernández, que también participó, dijo que Redes retrata la faena de los pescadores mexicanos desde “una crudeza entrañable”. No se trata de una contradicción, sino de la dignidad que Strand y Revueltas captaron en la experiencia solidaria y hasta militante que suponía implicarse en la abnegación de los trabajadores, exponiéndolos como héroes y víctimas del proletariado, a semejanza de una película de Eisenstein y Prokofiev.

“Urgía reivindicar la figura de Revueltas, sobre todo porque sus compromisos políticos y sus desgracias personales parecen haber subordinado la figura del compositor. Por supuesto que fue un militante, un comunista convencido. Y que murió alcoholizado y desengañado, pero su obra acredita una enorme personalidad e intensidad”, explicó Gil-Ordóñez.

Asentía a su vera Muñoz Molina, recordando que Revueltas había emprendido viaje a España para alistarse en el bando republicano. Y recordando que se perdió en el frente de la Ciudad Universitaria, alegoría de un hombre fundamentalmente solo y solitario “que terminó dejándose morir tirado y alcoholizado en una cuneta”.

Es la expresión que utilizó Martín Domínguez para referirse a la agonía del compositor. No en España, sino en México, donde llegó a tiempo de conocerlo Paul Bowles y de describirlo como “la expresión imposible de la puridad”.

Tenía sentido que los intelectuales americanos peregrinaran al D.F. Y que identificaran en Revueltas o en los grandes muralistas —Rivera, Siqueiros, Orozco— la correlación entre una inquietud social y una proyección artística de equivalente corpulencia.

“México era la expresión de una gran utopía, como luego lo fue la Guerra Civil española”, reflexionó Gil-Ordóñez. “Los artistas estadounidenses estaban fascinados por el activismo cultural, por la vitalidad con que la cultura asumía el discurso de la revolución y se sensibilizaba con las clases desfavorecidas”.

Corazón partido

Tenían el Estado detrás. Recordaba la embajadora Lajous que el México posterior a la Revolución había entrado en un estado de total aislamiento. Y que fueron las artes, la educación, las maneras con que se rompió el hermetismo. “Puede y debe”, añadió, “hablarse de un arte nacionalista”. Nacionalista pero no excluyente. La prueba está en que Redes tanto impresiona por el mestizaje cultural como por su capacidad de relacionar los géneros. “Resulta muy interesante, en efecto, el hecho de que el documental exponga la vinculación entre el cine, la fotografía y la música”, explicaba Muñoz Molina. “Hay un flujo, una conexión, un diálogo al que ha puesto especial énfasis el trabajo de Gil-Ordóñez. Redes se concibe en un periodo de gran vitalidad de la vanguardia, en una época en la que las artes se miraban de reojo las unas a las otras. Por eso la música de Revueltas merecía una plena restauración”.

Murió el compositor de una bronconeumonía el 5 de octubre de 1940. Es la versión oficial, pero Jorge F. Hernández maneja otra más verosímil: “A Revueltas le partió el corazón la España partida”.

Viva la revolución y viva Lorca

La reivindicación de Silvestre Revueltas se prolonga este viernes en el Teatro Monumental, porque Gil-Ordóñez dirigirá la Orquesta de RTVE para construir un retrato polifacético del compositor mexicano.

Figura en el programa la obra más popular de su repertorio, Sensemayá, y consta la música que Revueltas escribió para Redes, un poema sinfónico que necesita la extrapolación visual pero que también sobrevive a ella. Pilar Jurado será la soprano. Es inequívoco el título del concierto, Viva la revolución, como es premeditado haber recuperado la obra camerística Duelo, que Revueltas compuso en memoria de García Lorca, conmocionado por su muerte.

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