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ENTREVISTA | GIANANDREA NOSEDA

“La música forma parte de mi metabolismo”

El director italiano Gianandrea Noseda dirigirá el 'Réquiem', de Verdi, en el Palau de la Música Catalana

El director Gianandrea Noseda en 2014.
El director Gianandrea Noseda en 2014.Steve J. Sherman

Como italiano, el director de orquesta Gianandrea Noseda (Milán, 1964) está naturalmente predestinado hacia la ópera. Pero él se resiste. “La ópera llegó a mi vida más tarde que lo sinfónico”, aclara por teléfono a EL PAÍS desde Barcelona, donde hoy dirigirá el Réquiem, de Verdi, en el Palau de la Música Catalana. Reconoce la influencia de su padre, un director de coro amateur, pero también de su magnífica colección de discos sinfónicos de Toscanini o Karajan. Y hasta de la televisión. Su primera experiencia operística fue la retransmisión desde La Scala del arranque de la nueva temporada en 1976: “Ese Otello, de Verdi, con Carlos Kleiber y un reparto impresionante (Domingo, Freni y Cappuccilli) fue una influencia decisiva”, recuerda. Aquel día Noseda descubrió a su compositor favorito y una de sus óperas predilectas. “No es fácil elegir, pero creo que Verdi es mi compositor, y de su extenso catálogo de óperas me quedaría con Macbeth, Don Carlos y Otello”. El Réquiem le interesa especialmente como nexo entre lo operístico y lo sinfónico, pues está plenamente convencido de que los italianos también han escrito maravillas sinfónicas. “He descubierto obras orquestales fabulosas, como la Segunda sinfonía, de Casella, al igual que de Respighi, Dallapiccola o Petrassi. Las he grabado en el sello Chandos y espero que pronto formen parte del repertorio”, comenta.

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Noseda dirige un catálogo inmenso de óperas y sinfonías. Combina principalmente lo italiano, lo francés y lo centroeuropeo, pero también lo ruso. Esto último como resultado de su vínculo con Valeri Guérguiev, a quien conoció en 1993 en la Accademia Chigiana de Siena: “Creo que ha sido uno de los encuentros más determinantes de mi carrera, pues en diez días aprendí más que en los tres años anteriores”. Trabajó con él en el Teatro Mariinski y se convirtió en 1997 en principal director invitado. “En San Petersburgo incrementé notablemente mi capacidad de trabajo. Hacíamos prácticamente una ópera diferente cada día y fueron unos años maravillosos en los que traté de entender la manera de pensar y de vivir peterburguesa. Todavía cuando dirijo alguna ópera rusa es para mí como regresar a aquellas vivencias”, confiesa.

Esa flexibilidad y capacidad de trabajo han permitido a Noseda cultivar el repertorio sinfónico con voluntad enciclopédica. En su siguiente destino al frente de la BBC Philharmonic, en Manchester, dirigió a partir de 2002 varios ciclos completos de sinfonías de Beethoven, Brahms, Schumann, Chaikovski o Rajmáninov. “Creo que es algo importante no solo para el director sino también para los músicos de la orquesta. Una forma de crecer y fortalecer vínculos entre nosotros, e incluso con el público, pues profundizamos todos juntos en un compositor”. Esta visión le permite encontrar nexos entre sinfonías, como la Segunda de Rajmáninov y la Quinta de Shostakovich que centran los dos programas que va a dirigir esta semana en el Auditorio Nacional de Madrid en los ciclos de Ibermúsica: “Son dos sinfonías que permitieron a sus respectivos compositores superar el fracaso y la frustración que tuvieron con la sinfonía anterior”, precisa.

El director italiano llega a España con la London Symphony Orchestra (LSO), tras varias actuaciones por Italia y la República Checa. “Es mi primera gira como principal director invitado que culminaremos en Londres con la grabación del Réquiem, de Verdi”, informa. Noseda mantiene importantes vínculos con nuestro país. En 1994 ganó el Concurso Internacional de Directores de la Orquestra de Cadaqués y sigue siendo su director principal. También admira profundamente al Orfeó Català que actuará está tarde junto a la LSO y un importante cuarteto de solistas que incluye a la mezzosoprano Violeta Urmana: “Precisamente mi primer Réquiem, de Verdi, lo dirigí al Orfeó Catalá con la JONDE en 1997. Y fue una gran experiencia”, recuerda. Le espera después el inicio de la temporada en el Teatro Regio de Turín, donde conmemoran el estreno allí en 1896 de La bohème, de Puccini, con una nueva producción escénica de Àlex Ollé de La Fura dels Baus. En noviembre volverá al mundo sinfónico en varias ciudades de Estados Unidos, como Washington, donde será el próximo titular de la National Symphony Orchestra. Y terminará el año en el Met de Nueva York dirigiendo Roméo et Juliette, de Gounod. “Mi ideal es alternar lo sinfónico y lo operístico al cincuenta por ciento”. Su curiosidad musical no tiene límites y le mantiene en continua evolución: “Al fin y al cabo la música es como la comida que termina formando parte de tu metabolismo”, concluye.

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