_
_
_
_
MÚSICA

En busca del solo de jazz perdido

La aparición de una sesión olvidada de Bill Evans, con Jack DeJohnette, y de Unheard Bird, 58 tomas inéditas de Charlie Parker, invitan a reflexionar sobre la línea que separa la relevancia artística de la explotación discográfica

Cartel de una actuación de Parker.
Cartel de una actuación de Parker.

A veces es muy difícil marcar la línea entre importancia artística y relevancia histórica. La industria discográfica ha resituado esa linde hasta la saciedad con algunos jazzistas legendarios, saqueando archivos y sobreseyendo últimas voluntades: lo que sea por una grabación inédita del mito de turno. En ocasiones el material rescatado es un auténtico tesoro, como ocurre con dos de los lanzamientos más importantes de este año: las grabaciones de la orquesta de Thad Jones y Mel Lewis en 1966 en el Village Vanguard y la única sesión de estudio del trío de Bill Evans con Jack ­DeJohnette en 1968, ambos publicados por el sello Resonance. Resulta irónico que algunos de los mejores discos de jazz publicados en 2016 hayan sido grabados hace décadas.

No hablamos de cualquier cosa: mientras que las grabaciones en directo de los tríos de Evans son comunes y abundantes, encontrar toda una sesión grabada en los estudios del sello MPS por un trío registrado exclusivamente en directo (y solo en un par de ocasiones) es todo un acontecimiento. Si además es junto a un baterista tan importante como ­DeJohnette (poco antes de ser reclutado por Miles Davis y a un año de hacer historia con el trompetista en ­Bitches Brew), la cosa crece hasta convertirse en Some Other Time, un álbum que ofrece una perspectiva inigualable de una de las formaciones de transición de Bill Evans, antes de consagrarse casi exclusivamente a sus tríos junto a Eddie Gomez y Marty Morell (sustituido a mediados de los setenta por Eliott Zigmund) y, poco antes de su muerte, junto a Marc Johnson y Joe LaBarbera. Gracias a su impecable grabación y cuidada edición, podríamos decir que el valor musical de Some Other Time es incluso más importante que su evidente relevancia histórica, porque no hablamos de un puñado de descartes y tomas alternativas, sino de un disco por derecho propio, perdido y encontrado.

Cartel de una actuación de Parker. Abajo, desde la izquierda, Gomez, DeJohnette y Evans.
Cartel de una actuación de Parker. Abajo, desde la izquierda, Gomez, DeJohnette y Evans.

Históricamente, Charlie Parker fue probablemente el primer músico del que se comercializaron más tomas alternativas, ratificando que cualquier nota que surgiese de su saxo era digna de ser conservada. Incluso con Parker todavía vivo, Ross Russell (propietario del sello Dial) ya publicó grabaciones sin el consentimiento del saxofonista. Desde entonces, y hablando solo de registros en estudio, han ido emergiendo decenas de tomas alternativas o incompletas de Parker. Unos pocos segundos son suficientes para el aficionado acérrimo y un solo aislado podría convertirse en el santo grial del bebop. Así se confirmó a finales de los ochenta cuando aparecieron las legendarias grabaciones efectuadas por Dean Benedetti, un saxofonista obsesionado con Parker que registró en una grabadora portátil algunas de sus actuaciones a finales de los cuarenta. El objetivo de Benedetti era estudiar los solos de Parker y grababa con eso en mente: cuando el saxofonista dejaba de tocar, él dejaba de grabar. Parker murió en 1955; Benedetti, en 1957. Treinta años después, el hermano de Benedetti vendió las cintas al sello Mosaic, que clasificó el material y editó una caja de siete cedés con cientos de fragmentos de Parker. A pesar de lo delirante del concepto (decenas de solos esencialmente descontextualizados), es una colección unánimemente aclamada por su valor musical.

El coproductor de aquella edición, Phil Schaap, se ha pasado las últimas décadas persiguiendo cualquier toma inédita de Parker, buceando en los archivos del fundador de Verve, Norman Granz, para dar forma a proyectos que comenzaron en 1988 con la antológica The Complete Charlie Parker on Verve y que ahora culmina en Unheard Bird, un milagroso hallazgo con 58 tomas inéditas de las grabaciones de Parker producidas por Granz para Mercury y Clef entre 1949 y 1952. De la misma forma providencial e inesperada en que hace una década apareció en un mercadillo callejero una grabación inédita de Parker con Dizzy Gillespie en el Town Hall en 1945, en 2014 llegaron a Universal, a través de un antiguo socio de Granz, las cintas que conforman Unheard Bird.

Schaap se pregunta en el disco si aparecerán más grabaciones de Parker, y es probable que así sea. Aún hay material

Al contrario que los mencionados discos de Bill Evans o Thad Jones, auténticas joyas con forma de álbum estándar, Unheard Bird es una colección dirigida al completista discográfico o, desde un punto de vista estrictamente musical, a cualquiera interesado en el proceso creativo de uno de los instrumentistas más geniales del siglo XX. Aunque solo un tercio de las tomas inéditas son completas, esta colección permite escuchar a Parker en contextos tan diferentes como su colaboración con la orquesta afrocubana de Machito o su breve incursión en el jazz latino, pasando por sesiones con orquesta de cuerdas, big band, cuarteto y dos quintetos históricos: el que le unió puntualmente en el estudio con Dizzy Gillespie, Thelonious Monk, Curly Russell y Buddy Rich, y el más característico de Parker en la época, con Kenny Dorham, Al Haig, Tommy Potter y Max Roach. Esta última formación es la más representada, con 14 tomas ­inéditas que, como el resto de la colección, ayudan a cubrir los huecos que aún quedan en la cartografía discográfica de Charlie Parker. ¿Esenciales para el aficionado medio? Claramente no, pero de indudable valor histórico y musical para quien quiera ir más allá.

Schaap se pregunta en el disco si aparecerán más grabaciones inéditas de Parker, y es probable que así sea. Es sabido que aún hay material, y quién sabe las grabaciones de la radio o de estudio que pueden aflorar en el futuro. Si es Parker, habrá interés en ellas, contengan lo que contengan.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_