Trabajo gratis a cambio de ver a mi grupo favorito
Los festivales más populares de España cuentan con voluntarios que trabajan sin cobrar por la entrada a los conciertos. La Unión de Sindicatos de Músicos rechaza esta práctica
Un anuncio en la página de Facebook Voluntariado Festivales buscaba fotógrafos para la última edición del Arenal Sound (Burriana, Castellón).“Si eres aficionado o profesional y te apetece disfrutar del festival a cambio de unas fotos para nosotros, escríbenos”, dice una entrada en su muro. El Arenal ha reunido este año a 200 voluntarios que han trabajado gratis a cambio de ir a los conciertos. La misma página de la red social citaba a los interesados para colaborar en las últimas ediciones de los festivales Cabo de Plata (Barbate), Festival de les Arts (Valencia), Viña Rock (Villarrobledo) y Granada Sound. Esta forma de trabajo no remunerado se repite en los festivales más populares de España y cuenta con el rechazo de la Unión Estatal de Sindicatos de Músicos.
El Arenal reúne voluntarios desde su primera edición en el año 2010. Pero no solo hay fotógrafos entre ellos. Estos además se encargan de colocar las pulseras al público o de repartir los horarios de los conciertos, según la organización. En total trabajan 16 horas durante los seis días de actuaciones en directo. El festival este año ha reunido a 300.000 personas consolidándose como la cita musical más multitudinaria de España y ha creado más de 3.000 puestos de trabajo, directos e indirectos. La promotora estima que el evento ha tenido un impacto económico de 38 millones de euros.
La recién creada Unión Estatal de Sindicatos de Músicos, Intérpretes y Compositoras, rechaza esta forma de trabajo gratuito. “Es sorprendente que festivales que reciben subvenciones, que tienen cantidad de patrocinios y que obtienen beneficios, además tengan voluntarios. Con el paro que hay en España es poco creíble que no se estén sustituyendo puestos de trabajo con voluntarios”, explica David Aristegui, miembro del sindicato. El presidente de la Asociación de Promotores Musicales, Pascual Egea, defiende las colaboraciones en las que el voluntario aprende sobre su futura profesión. “No veo mal que un estudiante de periodismo ayude en el departamento de comunicación. Otra cosa es el abuso y que el voluntario asuma responsabilidades para las que no está preparado y que le quite el trabajo a un profesional”, explica Egea.
Pablo López, de 20 años, es uno de los 91 voluntarios que ha participado este año en el Low Festival (Benidorm). Trabajó moviendo contenedores de basura, colocando los recipientes de papel, plástico y residuos orgánicos en el recinto. Además ayudó al equipo de catering a preparar bocadillos y ensaladas para los artistas.
Este estudiante de enfermería reconoce que optó por ir al festival de esta forma para ahorrarse la entrada. El joven hace esta reflexión: “Sí me salió rentable. Si me hubieran pagado las horas de trabajo a cinco euros habría ganado 60, y la entrada los últimos días estaba a 80 euros, por lo que creo que me fue bien”.
López para ser voluntario tuvo que pagar 50 euros como depósito. “Hay casos en los que la gente se apunta y no aparece, o que algunos se escaquean del trabajo una vez que les han dado la pulsera para ir a los conciertos”. Después de cumplir con las 12 horas que le exigía la organización del Low Festival, recuperó la fianza.
José Manuel Piñero, el director del festival, defiende que las labores de los voluntarios se reducen a acciones sencillas que nunca sustituyen el trabajo de profesionales de la industria (técnicos, periodistas o camareros). “No les pondríamos a cubrir el puesto de un trabajador porque no tiene la cualificación ni la experiencia. El voluntariado permite aprender cómo es un festival por dentro y conseguir el abono del festival”, explica. El Low Festival tuvo este año un impacto económico de más de 12.5 millones de euros.
El voluntariado a cambio del abono y en algunos casos de alojamiento gratis en el camping se repite en los festivales más concurridos como el Rototom Sunsplash, Viña Rock, (ambos superan los 200.000 asistentes), FIB (161.000), y otros como el Low Festival (78.000), Sonorama (50.000), SOS 4.8, Festival de les Arts, Cabo de Plata, Granada Sound, entre otros.
Sonorama, el festival que nació del voluntariado
El Sonorama (Aranda de Duero) ha contado este año con más de 500 voluntarios. Susana Gutiérrez tiene 44 años y colabora desinteresadamente en el evento desde hace 19. Explica que el mes de agosto la ciudad era deprimente, no había ninguna fiesta, y ella y su grupo de amigos le dieron un giro al verano. “En el año 98 fuimos al Espárrago Rock en Granada. Fue Iggy Pop y bueno… ¡Nos encantó! Quisimos hacer algo así en nuestra ciudad”. Cuando arrancó el primer Sonorama todos los organizadores eran voluntarios. “Con el tiempo y el volumen de público se han ido contratando servicios: la parte de producción, gran parte de los camareros de barra, la electricidad, seguridad, limpieza y el transporte. Ya no lo podemos asumir todo nosotros pero los responsables de área siguen siendo voluntarios que llevan desde el principio y algunos incluso piden vacaciones para colaborar en el festival”, explica Guitiérrez.
Apoyo de universidades
La cita cultural del reggae en España, a cargo del Rototom Sunsplash (Benicàssim), tiene convenios con cuatro universidades para captar a los 150 voluntarios de esta edición. El CEU de Castellón o la Universidad Camilo José Cela de Madrid convalidan las colaboraciones de sus estudiantes en los departamento de comunicación, producción y en enfermería del festival por créditos académicos. El FIB también tiene acuerdo con la Universidad Jaume I de Castellón y sus estudiantes ocupan un 80% de las plazas. La mitad de estos han repetido la experiencia y el 25% participa por tercera vez. “No es raro vuelvan en calidad de trabajadores contratados”, aseguran desde la organización de voluntarios de este festival
El perfil universitario se repite en otras citas musicales. María del Valle, estudiante de estadística, repartió el año pasado mapas del Granada Sound durante cuatro horas al día y pudo ver gratis a Supersubmarina. “Yo me sentí bien. Desde el primer momento sabes lo que hay, que es trabajar gratis a cambio de la entrada. Otros tuvieron que trabajar más tiempo y no lo pasaron tan bien. Por ejemplo, los que organizaban las salidas de los autobuses a las cuatro y a las cinco de mañana que iban del recinto al centro de la ciudad”. Si le llaman este año repetirá.
Babelia
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