Frank Ocean por fin enseña al mundo su esperado nuevo disco

Se repite la historia: como ya sucediera con Rihanna, Beyoncé, Kanye West o Drake, el nuevo disco de Frank Ocean, Blonde, uno de los títulos más esperados del año, llegó por sorpresa y sin anuncio previo. Fue la noche del pasado sábado, hora española. Un mensaje en el Tumblr del propio artista en el que este avisaba a sus seguidores que el álbum ya estaba disponible en Apple Music, plataforma que tiene la exclusiva del lanzamiento durante las dos primeras semanas desde su salida, acabó con la incertidumbre y la impaciencia de los fans del artista y descubrió, al fin, uno de los proyectos musicales más anticipados y misteriosos de la temporada.

Y como también empieza a ser habitual en esta época de regeneración y reformulación de la industria musical, Blonde llega de forma poco ortodoxa y convencional. Más allá de la campaña de marketing gratis que han conseguido Ocean y Apple Music con el retraso —involuntario o voluntario, poco importa— de la salida del álbum, prevista inicialmente para el 5 de agosto, la aparición del mismo es otro ejemplo de inventiva promocional.

En un momento especialmente proclive a celebrar y sobrevalorar lo limitado y exclusivo, el cantante ha puesto en el mercado una versión alternativa a la del disco que se puede escuchar en Apple Music. Esta versión en formato físico, y con un tracklist diferente, se puede encontrar en el interior de la revista Boys Don't Cry, que únicamente está disponible en las tiendas temporales que el artista y su equipo han abierto en Nueva York, Los Ángeles, Chicago y Londres. Como era de esperar, algunos fans avispados han aprovechado la ocasión para hacer su agosto: en estos momentos, la revista y el CD ya se venden al módico precio de dos mil dólares en plataformas como eBay.

El pop que viene

A diferencia de Endless, el disco visual de 45 minutos que salió a la luz el viernes a modo de calentamiento y anticipo y que tenía apariencia de rompecabezas desordenado de ideas, demos y pruebas sin terminar, Blonde sí responde al perfil de álbum que la industria, la escena y el público estaban esperando desde el arrollador impacto de Channel ORANGE, su debut oficial publicado en 2012. Una puesta de largo que convirtió al vocalista de Nueva Orleans en un icono del nuevo R&B gracias a su fuerte ambición creativa, unas letras autobiográficas y confesionales de gran poder emocional y su admirable facilidad para moverse entre lo popular y lo experimental sin renunciar a nada.

Influido por James Blake y la cada vez más consolidada fusión entre música urbana norteamericana y electrónica experimental europea, Ocean sigue buscando y perfeccionando en este regreso su propia definición del R&B. Fresco, novedoso, elegante, sofisticado, introspectivo o minimalista, entre otros posibles adjetivos, aunque siempre con el telón de fondo de una evidente proyección y ambición pop: los samples de The Beatles, Elliott Smith, Gang Of Four o The Carpenters y las colaboraciones de Jonny Greenwood, Beyoncé, Kendrick Lamar, Jamie XX o el propio Blake, entre muchos otros nombres de unos créditos que parecen la lista de los Reyes Magos de cualquier artista con gusto, dejan claro el carácter aperturista y transversal del proyecto.

De hecho, para Apple Music, la plataforma que ya nos está habituando a los lanzamientos exclusivos, aleatorios e impredecibles —el próximo de la lista, Glory de Britney Spears, el 26 de agosto—, Blonde es un disco de pop, y así lo tiene categorizado en su división por géneros. ¿El pop del siglo XXI? Frank Ocean tiene la última palabra.