Negra, orgullosa y femenina
Una Beyoncé triunfal recala en Barcelona con sus mejores armas en el único concierto en España de su actual gira
Negra, curvilínea aunque de formas abundantes, lejos de la delgadez escuchimizada de las pasarelas, chica formal y orgullosa de sus orígenes. Con esta carta de presentación no parecía fácil creer que Beyoncé llegaría a convertirse en la estrella mundial que es. En un país en el que su primer presidente negro ha tenido que ser casi blanco, Beyoncé ha reivindicado su satinada negritud para convertirse en la aspirante a suceder a la incombustible Madonna en la cúspide del pop. Mañana visitará Barcelona en el único concierto en España de su actual gira, siendo la quinta vez que actúa en la capital catalana, donde ya estuvo con Destiny's Child en 2005 y bajo su propio nombre en 2007, 2009 y 2014. Pero, ¿qué ha convertido a Beyoncé en un referente mundial más allá de la música?
De entrada, no tener un papá como el de Michael Jackson, que condujo a su hijo al éxito arruinándole la vida. Por el contrario Matthew Carter, un hombre con formación y éxito profesional, no dudó en dejar su trabajo para ocuparse de la carrera de su hija… hasta que esta se vio adulta y prescindió de sus servicios hace cinco años. Eso conduce a un segundo argumento, el talento innato y la personalidad de Beyoncé, capaz de romper con el inventor de Destiny's Child, su vehículo a la fama, manteniendo su carrera al alza. Nada extraño en una mujer que con Destiny's ya marcaba territorio al cantar en Independent Women: “Los zapatos en mis pies / los compré yo / Las prendas de vestir que utilizo / las compré y (…) dependo de mí”. La niña que se lanzó a triunfar en un concurso cantando Imagine quiso ser siempre dueña de sí misma. No, ni papi pintaba nada allí.
Pero Beyoncé no es solo cantante. Como buena parte de las estrellas hijas de un tiempo global, es también compositora, bailarina, actriz, modelo y empresaria; es decir, controla todos los aspectos de su carrera. Si en sus comienzos las marcas no apostaban por Destiny's Child y su propia familia le confeccionaba la ropa, ahora vende lo que se pone. Además gestiona una enorme fortuna amasada mientras hacía añicos el prejuicio masculino de que una mujer hermosa solo puede aspirar a florero. Beyoncé encarna un modelo de feminismo millonario que reivindica los derechos de su sexo y la plena capacidad de la mujer para conducir su vida. Como ejemplo su reciente Lemonade que ha sido lanzado aprovechando la plataforma Tidal, propiedad de su esposo Jay Z, cuyas infidelidades están en la base del disco. El matrimonio no la ha relegado al papel de consorte, es más, eso parece corresponderle a él, con una carrera que dio en el pasado sus mejores frutos. Por el contrario, Beyoncé ha conseguido con Lemonade uno de sus mejores discos. Y es el sexto.
Rompiendo las reglas de la industria del espectáculo que indican que un escándalo es la mejor promoción, Beyoncé ha resultado ser más formal que sus competidoras. Los moralistas la acusarán de lujuriosa y procaz, pero siempre se ha mostrado como una persona sensata, sin escándalos que la prensa pueda hociquear, ni declaraciones fuera de tono. Solo música, ese rhythm and blues moderno que exprime lo mejor del soul, del funk, de la electrónica y del hip hop para solaz de todos los públicos. Tiene Beyoncé una tipología de seguidores tan amplia como la sociedad, que ve en ella una artista total que no se ha descacharrado por conseguir un triunfo que encaja con madurez.
Todo ello se traducirá a partir de las 21.30 de mañana en un espectáculo que llenará de estímulos el Estadio Olímpico. Un cubo como pantalla, coreografías, cintas andadoras, fuegos de artificio e incluso agua caracterizan un show de unas dos horas. A lo largo de las que suenan piezas de Lemonade, un generoso repaso a su carrera y versiones de Prince o de Naughty Boy. El contenido de un espectáculo de quien no ha renunciado a sí misma para triunfar y sigue reivindicando su negritud. No en vano Michelle Obama cantó Single Ladies en el programa de la estrella televisiva James Corden.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.