Buena novillada de Fernando Peña y cornada a Terrón en Las Ventas
Mario Alcalde y Alejandro Conquero no supieron aprovechar una oportunidad de oro
Mario Alcalde: dos pinchazos y bajonazo (silencio); estocada ligeramente caída (silencio); y cuatro pinchazos (silencio en el que mató por Terrón).
Luis Manuel Terrón: estocada desprendida (ovación en el único que mató).
Alejandro Conquero: media pescuecera que escupe (silencio); y media caída y atravesada (silencio).
En la enfermería fue intervenido Luis Manuel Terrón de "cornada en tercio medio, cara posterior del muslo derecho, con trayectoria hacia abajo y hacia dentro de 25 centímetros, que produce destrozos en los isquiotibiales y contusiona el nervio ciático, de pronóstico grave".
Una novillada de lo más interesante de Fernando Peña, sin aprovechar por los de luces, fue el principal argumento del festejo celebrado ayer, domingo, en Las Ventas, en el que Luis Manuel Terrón, que sorteó el peor lote en conjunto, pagó con sangre su aciago debut en Madrid. Con menos de un cuarto de entrada, se lidiaron novillos de Fernando Peña, de excelente presentación y de variado comportamiento. Los mejores, el noble primero; el dulzón y enclasado tercero, y el encastado e interesante cuarto. El protestón segundo fue muy incómodo; el temperamental quinto desarrolló sentido, y el sexto, reservón y sin clase.
Una novillada con notables posibilidades. De matrícula de honor en cuanto a presentación, pero también de interesante comportamiento de, al menos, tres de los seis utreros del ganadero Fernando Peña. Sólo desentonó el lote del debutante Terrón, que, para ahondar en su mala suerte, pagó también con su propia sangre; como tampoco sirvió el reservón y desclasado sexto.
Pero los otros tres restantes sí que fueron de nota alta y, por supuesto, merecieron otro trato por parte de los otros novilleros —Mario Alcalde y Alejandro Conquero—, que desperdiciaron una oportunidad de oro. Ambos marcharon al hotel con claro gesto de contrariedad, mientras que el trío de utreros acabó en el desolladero con las orejas puestas.
El primero de Mario Alcalde fue un novillo noble y con recorrido, con el que el ya veterano novillero conquense anduvo fácil y suelto para pasarlo por los dos pitones, aunque le faltó dominar mejor la situación, mayor mando para someter de verdad a su oponente, lo que propició que la faena no acabara nunca de despegar.
El cuarto fue uno de los novillos de mayores posibilidades del sexteto, muy noble y con transmisión en sus vibrantes acometidas. Alcalde no acabó de acoplarse, amontonado por momentos. Volvió a faltarle domeñar más y mejor al animal, que respondió con franqueza cuando se le hicieron bien las cosas, algo que no siempre logró el torero.
El debutante Luis Manuel Terrón, sobrino del ganadero Luis Terrón, sorteó en primer lugar un utrero muy incómodo, al que le costaba tomar lo engaños, además de soltar mucho la cara. El extremeño anduvo voluntarioso en una larga y laboriosa porfía, que resolvió con dignidad, aunque sin llegar a nada por la cantidad de dificultades que planteó el astado.
El quinto tuvo genio y malas ideas. Qué mala suerte tuvo Terrón con su lote, más aún cuando en un momento de la faena de muleta el animal se le frenó a mitad del muletazo, lo lanzó por los aires y, una vez en el suelo, volvió a prenderlo para acabar hiriéndole.
A Alejandro Conquero se le fue enterito el noble y dulzón tercero, que se desplazó con mucho temple y por abajo, y al que no dominó en ningún momento, acompañando las embestidas, ‘al hilo’ y tratando de vender una puesta en escena sin argumento alguno.
El sexto, en cambio, no tuvo nada dentro, muy desclasado y reservón, y Conquero desistió pronto después de probarlo brevemente por uno y otro pitón.
Babelia
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