Murcia o la eclosión de los acordes
La escena musical se apodera de la Región con el nacimiento incesante de bandas y el apoyo del público
Como si de la Galia de Astérix y Obélix se tratara, la Región de Murcia se ha convertido en un bastión musical alejado de los focos, no del imperio romano, sino de Madrid y Barcelona. Bandas, compositores y acordes de todo estilo recorren la Comunidad, especialmente la capital, para conformar una escena propia que no entiende de etiquetas. Con poco más de 400.000 habitantes, las calles de Murcia rezuman riffs, estribillos y el apoyo incontestable del público, que abarrota cada fin de semana las salas de concierto.
La efervescencia musical ha trascendido desde hace unos cuatro años, sobre todo porque varias bandas se han abierto un hueco fuera de la Región, como Second, Neuman o Varry Brava; aunque ya desde los ochenta esa inquietud estaba presente. ¿Y qué ha cambiado? La cantidad de concursos, festivales y microfestivales afincados en esta Comunidad: CreaMurcia, Murcia se mueve, SOS 4.8, Big UP!, Microespacios... "Gracias a estas iniciativas podemos ver la música que se hace, participar y saber cuál es nuestro espacio", afirma Jesús Cobarro, miembro de Noise Box, un grupo murciano de indie-rock creado en el 2000 y totalmente integrado en la escena local.
Estos movimientos, similares a aquella Galia de cómic, no son nuevos en España. Bilbao enarboló en los ochenta la bandera del llamado rock calimochero —Cicatriz o Barricada— y Granada, a partir de los noventa, se convirtió en un referente del rock independiente —Los Planetas o Lori Meyers—. Adrián Gutiérrez, vocalista y compositor del grupo murciano Nunatak, saca pecho de la trascendencia que está adquiriendo su ciudad natal. "Esto es ya como una denominación de origen, como un Rioja. No sé cuánto durará en el tiempo, pero me siento orgulloso".
Nunatak, con su sonido folk inconfundible, tocó sus primeros acordes en 2012 y es uno de esos grupos murcianas que ha sacado la cabeza con trabajo, sonido impecable y muy buen rollo sobre el escenario. "La escena que hay ahora no la había cuando empezamos. Recientemente, la gente que va a un concierto puede ver hasta cinco grupos parecidos", apunta Gutiérrez.
Claudia Orellana, creadora del Big UP! hace cuatro años, es una gran conocedora de lo que se escucha por los rincones de Murcia. Esta iniciativa, aparte de sacar a seis bandas por las calles y tocar casi a capella ante la gente, surgió para aconsejar a aquellos músicos que pretendieran salir de la Región. "Es complicado abandonar esto porque hay muchas dudas y no saben cómo hacerlo. Lo que sí está claro es que aquí se vive la música. ¡Hasta hay una lista de espera tremenda en los locales de ensayo!", explica.
A Orellana no le falta razón, los conciertos son un plan más y muy extendido en la ciudad. Pero para cautivar al público hace falta más. Y ahí es donde más ha crecido esta escena. Grandes técnicos de sonido, instrumentos de última generación y unas salas donde la acústica está totalmente cuidada. Este circuito, con espacios como REM, 12&Medio o Garaje Beat, en el que caben 600 personas, marcan el diapasón de las nuevas voces —y las ya conocidas—. "Underground, rock, indie, electrónica… la mezcla de géneros es impresionante", comenta.
Solidaridad entre músicos
En esta Galia murciana, al igual que en el tebeo, también son muy compañeros entre ellos. Se ayudan en lo que pueden y poco importa que tengan una carrera dilatada o no. Cobarro es tajante en esto: “Si tenemos que dejarnos equipos que son caros, lo hacemos. Si tenemos que colaborar, lo hacemos. Hay muy buen rollo entre las generaciones”. Un ejemplo claro de colaboración son Nunatak y Viva Suecia, que el año pasado fichó por Subterfuge Records —"idolatramos a este sello", apunta su cantante Rafa Val—y con el que han sacado en febrero su primer largo, La fuerza mayor.
Viva Suecia, junto con Perro, es una de las últimas aportaciones de Murcia al panorama musical nacional. Aparece en carteles de festivales y en octubre volverá a Madrid para tocar en la mítica sala El Sol, en la que se foguearon grupos ya nada desconocidos como Vetusta Morla. ¿Y cómo consiguieron sacar sus acordes fuera de la Región? Pues con mucho morro. Lo dice Val: "Cuando venían a la ciudad bandas como Niños Mutantes o Modelo de Respuesta Polar les entrábamos y les decíamos que si podíamos ser sus teloneros. Nos fue bien. Y así hicimos contactos y nos conocieron".
Por mucho amor que tengan a su tierra, las bandas murcianas aspiran a salir fuera de sus límites. No por desamor, sino por necesidad. "Si te quedas en lo local, esto se te queda pequeño", comenta Gutiérrez, que con Nunatak está buscando cómo ampliar sus horizontes y para ello girará por España en otoño. "Ahora nos toca llevar la magia a las salas", zanja entre risas.
Difícil saber si el futuro que le espera a Murcia es el mismo que a Astérix y Obélix, en el que resisten frente a los romanos. Ayoho, Alien Tango, The Purple Elephants o PBSR son un pequeño ejemplo del sinfín de bandas recientes que luchan por mantener a la Región en la cúspide de los acordes. Como concluye Jesús Cobarro, "Murcia es una ciudad a la que hay que venir si te gusta la música en el sentido más amplio de la palabra".
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