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Ramoncín: “España es un país de odiadores y miserables”

El músico repasa la situación de la Sociedad General de Autores y de la música en España

Fernando Navarro

El pasado enero, la Audiencia Nacional absolvió por falta de pruebas al cantante José Ramón Márquez, Ramoncín, y a tres directivos de la Sociedad General de Autores (SGAE) a los que se acusaba de sustraer 57.402 euros de la entidad a través de facturas falsas. Desde entonces, Ramoncín, personaje público polémico por sus declaraciones sin pelos en la lengua y su lucha contra la piratería desde la SGAE, ha preferido guardar silencio. Sin embargo, hace unas semanas accedió a charlar con EL PAÍS. Anunció su proyecto de escribir unas memorias en las que no piensa ser condescendiente ni con él mismo ni con “todos los cabronazos” con los que asegura haberse cruzado desde que se convirtió en un icono del primerizo rock de finales de los sesenta en España. Este miércoles ha accedido a sumar una pregunta a la entrevista al trascender la petición de cárcel del fiscal para el músico canario Caco Senante y el expresidente de la SGAE Teddy Bautista, por supuestas compras fraudulentas.

Pregunta. ¿Pondría la mano en el fuego por ellos?

Respuesta. Creo que el señor fiscal deberá tener unas pruebas contundentes. Contra mí no tenía ni una. Él sabrá. Yo he puesto la mano en el fuego por Teddy Bautista desde el primer momento. Hasta donde yo sé, no se ha llevado nada que no le correspondiera por su sueldo y su trabajo. Lo que haya en contra de Caco es algo que no sé cómo se produce ni tengo elementos para juzgarlo porque no estaba ya en la sociedad.

P. ¿Qué sintió cuando recibió la noticia de la absolución?

R. La sensación es que acabas de ganar el campeonato del mundo de los pesos pesados pero, eso sí, has estado 12 asaltos recibiendo hostias. Y tienes que recoger los pedazos. Yo vivo en la calle. Yo no voy en un coche con las lunas tintadas. Lo primero que hice cuando fui imputado hace cinco años fue salir a la calle. Era Navidad. Estaba en Barcelona haciendo un programa de televisión y volvía en un AVE y no paraba de pensar en qué pensaría la gente, aunque no fuera verdad de lo que me acusaban. Y cuando llegué a Madrid, me fui a la Plaza Mayor. En todo este tiempo, nadie me ha llamado chorizo.

P. ¿Llegó a pensar que acabaría en la cárcel?

R. Yo no había hecho nada, pero llegué a pensar: 'A ver si me he equivocado en algo’. Me gusta saber las cosas sin anestesias y por eso preguntaba: ‘¿Y si me condenan?’. Mi abogado decía que estaba todo impecable, pero me estaban pidiendo cuatro años y 10 meses de cárcel por 47.000 euros. Me preguntaba si me dejarían llevar una guitarra, que sería como una mili y daría vueltas por el patio… Pero había otro pensamiento mucho más profundo. Si hubiera sido condenado por algo que no hice, me habría ido. De la Audiencia a la escalerilla del avión.

P. ¿Se habría ido de España?

R. Sí. Creo que es un país insoportable en una circunstancia como esa, y sin esa esa circunstancia. Los odiadores, los enfermos mentales, los miserables y los hijos de la gran puta abundan. Primero, te lanzan el susto: ‘Estás imputado’. Boom. Venga el teléfono, venga las noticias, venga el rulo... Luego el paseíllo que te das, luego el banquillo y luego el telediario. En este país se retransmiten los juicios y se elige lo que se pone. Sacan lo que me deja más mal a mí.

P. ¿Cree que le ha perjudicado erigirse en su día desde la SGAE contra la piratería?

R. Totalmente. A mí me elegían en listas abiertas dentro de la SGAE. Siempre salía votado. Tú puedes estar ahí para estar en la barricada o para tomar las aguas de Longoria. Y yo creía en el colectivo, pero fue un error. El colectivo no entiende que necesita ser un colectivo para defenderse. Lo entienden en el cine o los libros, pero no en la música.

P. ¿Insinúa que la SGAE ya no defiende sus derechos como antes?

R. Blanco y en botella. La SGAE recaudaba 360 millones de euros antes de que la Guardia Civil saltase las tapias de la SGAE, y hoy no llega a 200 millones. Cualquiera que tenga un poco de cabeza sabe quién lo está pagando y quién está siendo perjudicado. Es el músico. De los 100.000 autores de la SGAE, cobraban una media de 5.000, con 300 o 400 en un top según el éxito. Hoy todo eso se ha reducido a la nada. Pues se lo han buscado bien.

P. ¿Cuál es su relación con la SGAE ahora?

R. Soy un simple socio. Nada más.

P. ¿Y cree que tiene solución el tema de la piratería?

R. No. Aquí no hay nada que hacer. Se acabó. Los músicos que se planteen vivir del directo, cosa que es muy difícil, porque el que se sube a un escenario le ha ido bien si cuando se baja se queda el 20% ya. Las nuevas tecnologías son cojonudas, pero hay una cosa que está muy clara: si no puedes pagarte el agua y la luz, nunca serás un profesional. Serás un amateur. Para dedicarse a esto, va a ser muy complicado. Ha sido una putada porque si iTunes o Spotify hubiesen aparecido un poco antes, yo creo que nunca se hubiese producido la piratería. Al aparecer tarde, la industria va desapareciendo.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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