Paco Ureña emociona en Soria por la expresión y naturalidad de su toreo
Fortes reafirma su buen momento y triunfa con Alejandro Talavante en Arévalo (Ávila)
El diestro Paco Ureña salió a hombros de la plaza de toros de Soria, donde cuajó una gran tarde de toros, especialmente en la faena a su primer toro de Adolfo Martín, al que cortó las dos oreja después de emocionar a los tendidos con la pureza y expresión de su toreo.
Con tres cuartos de entrada, se lidiaron toros de Adolfo Martín, el cuarto como sobrero, desiguales de presentación y juego. Los mejores, segundo y sexto. Los otros cuatro, más que complicados, resultaron deslucidos.
Jesús Martínez Morenito de Aranda, silencio y silencio.
Paco Ureña, dos orejas y ovación.
Martín Escudero, silencio y ovación.
La corrida tuvo un nombre sobresaliente, Paco Ureña, que cuatro horas antes del paseíllo había aterrizado en el aeropuerto madrileño de Barajas procedente de Perú, donde cumplió esta semana dos actuaciones.
Ureña, como si tal, se encontró muy suficiente, capaz y comprometido toda la tarde. Cortó las dos orejas de su primer astado, en el que lo más importante fue la expresión y pureza de su toreo.
El de Lorca toreó en la más pura acepción de la palabra, tanto de capote como de muleta, haciendo las cosas con naturalidad, mucha quietud y despaciosidad. La firmeza del torero acabó por doblegar al de Adolfo Martín, que, a pesar de su nobleza, tuvo también cierta dificultad por el pitón derecho.
Naturales y derechazos de mano baja, con mucho ajuste y ligazón. Tandas a más en cantidad y en calidad. Y por si faltaba algo, la estocada, gran estocada, en corto y por derecho, yéndose detrás de la espada como un rayo. El toro patas arriba y el clamor de la plaza para concederle el doble trofeo.
Ahí se acabó prácticamente la tarde. Pues ni el segundo de Ureña dio opciones, ni mucho menos el lote de Morenito de Aranda, su primero sin humillar lo suficiente y el cuarto agarrado al piso de forma desesperante.
Martín Escudero tampoco tuvo tela que cortar en el tercero. En cambio, en el sexto, otro toro que fue excepción en la tarde, Escudero se confió mucho y anduvo igualmente inspirado. Toreo de buen corte a pesar de su escaso rodaje. La mala espada se llevó un más que seguro trofeo.
Arévalo: puerta grande para Talvante y Fortes
Los diestros Alejandro Talavante y Fortes fueron los triunfadores del primer festejo taurino de las fiestas que la localidad abulense de Arévalo celebra en honor a San Victorino, al cortar dos orejas cada uno y salir ambos por la puerta grande.
Con media entrada, se lidiaron dos toros para rejoneo de Castillejo de Huebra, manejables; y cuatro en lidia ordinaria de Garcigrande y Domingo Hernández, cómodos y de buen juego, a excepción del remiso y brusco segundo.
Diego Ventura, ovación y ovación.
Alejandro Talavante, ovación y dos orejas.
Fortes, dos orejas y ovación.
Ventura no tuvo hoy su tarde en Arévalo. Sus dos toros de Castillejo de Huebra, jugados en primer y cuarto lugar, se dejaron mucho para el toreo a caballo, pero el hispanoluso anduvo un punto desdibujado, sin alcanzar la espectacularidad de otras veces. Tampoco estuvo acertado con los rejones de muerte; de ahí, que saludara dos ovaciones al término de sus actuaciones.
Talavante poco o nada pudo hacer con un primer toro brusco y a la defensiva, que jamás quiso pelea, y con el que el que anduvo tan voluntarioso como anodino; se desquitó en el quinto, al que instrumentó una faena de auténtica delicia, sobre todo al natural, en la que aunó naturalidad, improvisación y sentimiento.
Fortes ha cogido la senda de un nuevo renacer. Después de la gran tarde de la pasada semana en Burgos, donde salió a hombros tras cortar tres orejas, en Arévalo ha vuelto a demostrar el momento tan bueno que atraviesa, especialmente en su primer toro.
Fue ese un astado de extraordinario comportamiento, al que cuajó una faena solemne y muy asentada, de sumo temple y largura en el trazo de los muletazos, muy bien conjuntada y rubricada de manera soberbia con la espada. Dos orejas sin discusión.
En el sexto volvió a estar cumbre el malagueño, al que exprimió al máximo en el toreo al natural. Esta vez su mala espada le privó de sumar algún apéndice más a su esportón.
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