“El centro de mi trabajo es el ser humano”
La exbailarina y coreógrafa francesa recibe esta semana en Venecia el León de Oro
La exbailarina y coreógrafa francesa de origen español Maguy Marin recibe esta semana en Venecia el León de Oro de la Bienal, máximo galardón que reconoce su trayectoria e impacto dentro de la primera generación de la nueva danza francesa. Dinámica, rupturista, siempre con una enorme inquietud intelectual a través de sus trabajos coreográficos, Marin creó algunos títulos que han recorrido el mundo y permanecido en el repertorio por décadas, como su May B (1981) y su famosa versión de La Cenicienta creada para el ballet de la Ópera de Lyon; ambas producciones recorrieron en su día los principales festivales españoles y europeos, sin olvidar su impactante Babel babel (1984). Maguy Marin fue directora del Centro Coreográfico Nacional de Créteil entre 1984 y 1997 y en 1998 fundó un nuevo centro de carácter nacional en Rillieux-la-Pape, en la periferia de Lyon, donde desarrolló una labor de integración que hoy es materia de estudio.
Pregunta. ¿Cómo ha influido la cultura española de sus progenitores en su trabajo? En su obra Calambre (1985) había un acercamiento personal al flamenco. ¿Hay en usted recuerdos de infancia con respecto a España?
Respuesta. Si, he crecido en un ambiente español, se hablaba castellano en casa y también se comía español, huevos y patatas fritas. Mi padre era andaluz y mi madre madrileña. Los dos echaban de menos su país como muchos de los familiares y amigos emigrados durante la guerra. Tenían en la cabeza de volver un día u otro, pero la dictadura duro cuarenta años.
P. En cuanto a su pasado formativo, ¿qué importancia tuvo Mudra? ¿Hay algún profesor en especial que fuera significativo para su futuro profesional? ¿Qué le dejó personalmente el contacto con Maurice Béjart?
R. La escuela Mudra tuvo mucha influencia sobre mi manera de ver y practicar la danza. Yo era una bailarina de formación clásica cuando llegué a Bruselas y había visto muy poco de arte. Se me abrieron los ojos y la mente gracias a ese encuentro, y al trabajo con los profesores de la escuela. Agradezco especialmente Fernand Schirren, profesor de ritmo y a Alfons Goris, profesor de juego teatral, pero también a todos los que enseñaron en la escuela y claro, a Maurice Béjart que tuvo esa idea, la de abrir esa escuela.
P. Tras su paso por Estrasburgo, primero estuvo en el grupo Chandra (de Micha Van Hoecke), después el Ballet del Siglo XX (Béjart) e inmediatamente se dedicó a la creación. ¿Qué la decide a la coreografía?
R. No había planificado que sería coreógrafa. Yo me sentía una intérprete, quería trabajar con personalidades, artistas que me harían avanzar en mi camino como interprete. Saliendo del Ballet del Siglo XX, fue para no quedarme sin hacer nada que me puse a coreografiar, esperando una respuesta de la escuela de Alvin Nikolais para marcharme a Estados Unidos. Pero las cosas se precipitaron cuando pasé los concursos de coreografía. Y me quede…
P. ¿Cómo ve la conservación del repertorio de la Nueva Danza Francesa? En su caso particular hay al menos dos títulos que sí han trascendido: May B. y Cendrillon.
R. Ciertas obras están al repertorio de compañías de ballet que tienen esa misión de preservar las obras contemporáneas. Las otras, por vídeo, seguramente se guardaran en la historia, pero la danza es un arte efímero y claro se perderán muchas otras.
P. Umwelt en 2004 significó una verdadera resurrección estética y la crítica unánimemente dijo que era su gran obra de madurez. ¿El coreógrafo puede volver atrás? ¿No resulta todo, como arte, demasiado circunstancial?
R. No lo sé. Uno se propone trabajar y está siempre en el presente de lo que hace y después en otra cosa que vendrá. No se mira mucho para atrás. Lo que pasó, pasó.
P. Se discute hoy mucho y a muchos niveles sobre su el ballet académico y su repertorio canónico está muerto o superado. ¿Cuál es su opinión al respecto?
R. No tengo mucho tiempo para pensar esas cosas.
P. En cuanto a la técnica y la preparación de los bailarines. ¿Confía en la eficacia de la clase de ballet como un entrenamiento insustituible a pesar de que se busca hoy a un intérprete multidisciplinar?
R. Igual no tengo prioridades. Para mí, la técnica clásica bien transmitida puede ser tan fantástica ser como la cosa peor, pero eso se puede decir de todas las técnicas. Yo diría que depende mucho de la persona que transmite.
P. ¿Cómo ve el futuro de la danza contemporánea europea y de la francesa en particular? Se habla de crisis a la vez de otros sectores viven en euforia.
R. Cada época tiene sus propias preocupaciones. Me intereso más en el futuro de la gente que en el de la danza.
P. Se habla hoy mucho de escenario virtual, bailarín virtual, etc. ¿Son estas propuestas el fin del escenario de danza y ballet tal como lo conocemos? ¿Hasta dónde es productiva la alianza tecnológica?
R. El centro de mi trabajo es el ser humano y su capacidad de poder confrontarse con otros seres humanos. La tecnología me interesa hasta un cierto punto, pero no puede remplazar al cuerpo con su sudor y su calor. Ya sé que diciendo esto parezco quedarme en algún lugar del pasado. Pero ese fue mi tiempo, un tiempo de lucha para que la máquina, la productividad y el dinero no sean los nuevos dioses de una humanidad de esclavos.
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