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OBITUARIO

Parviz Kalantari, uno de los más influyentes pintores iraníes

"Soy el pintor de los paisajes polvorientos de mi país”, resumía el artista su pedigrí

Parviz Kalantari, uno de los pintores más influyentes de Irán, falleció el pasado 20 de mayo a los 85 años. Había nacido en Zanjan, una ciudad del oeste iraní; se graduó en la Facultad de Bellas Artes de Teherán en 1959, y comenzó su vida profesional con la ilustración de libros. Pero fue la amistad con el fundador de la editorial Franklin, Homayoun Sanatizadeh, lo que le abrió el camino para ilustrar los textos escolares que iban a grabar su obra en la memoria de varias generaciones de iraníes y convertirle en uno de los pintores contemporáneos más conocidos del país.

En la década de los sesenta del siglo pasado, Kalantari se concentró más en crear un estilo propio y utilizó elementos locales y autóctonos como azulejos, candados, monedas y trozos de tela con motivos iraníes. Eso le identificó con los pintores del movimiento Saqakhaneh. Más tarde, en 1974, empezó un nuevo periodo artístico conocido como “pintura de barro y paja”, al que debe la mayor parte de su fama.

“Soy el pintor de los paisajes polvorientos de mi país”, resumía su pedigrí artístico el propio Kalantari. Aunque Marco Gregorian fue el primer pintor iraní que recubrió el lienzo de esos materiales para crear obras abstractas, los cuadros de Kalantari reflejan la naturaleza y la arquitectura rural de Irán, en especial los paisajes desérticos, de una forma mucho más realista.

Kalantari fue uno de los pioneros iraníes en el uso del collage y creó algunas de sus obras más famosas con esta técnica. Destacan entre ellas Guelevision, un juego de palabras entre barro (guel en persa) y televisión, o sus collages con el violín como el elemento principal como Llanto por mi padre, en el que ese instrumento musical aparece enterrado.

Los motivos rurales, desérticos y la vida de los nómadas siempre tuvieron un peso considerable en sus trabajos, una inclinación que lo llevó incluso a diseñar alfombras. La fama de sus obras ha traspasado las fronteras iraníes. Una de ellas se encuentra en la sede de la ONU en Nairobi, y Unicef, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, ha publicado otras en forma de postales y sellos.

Parviz Kalantari no fue solo un pintor. Sus colaboraciones con diferentes publicaciones, sobre todo con la revista Gardun, son un buen ejemplo de las memorias sobre la vida y los pensamientos de los grandes artistas contemporáneos iraníes. Después de la revolución islámica de 1979, hizo también una película de dibujos animados titulada La libertad norteamericana, que ganó el primer premio del Festival Oberhausen.

Kalantari dejó a las nuevas generaciones de artistas plásticos de su país un buen ejemplo de originalidad basada en la identidad iraní, que en plena creatividad muestra una sobriedad sin precedentes.

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