El Macbeth que te roza
'MBIG' fue la obra que abrió La pensión de las pulgas, ahora, tres años después y en el centenario de Shakespeare, será también la que la cierre
Salpica una gota de sudor y una diminuta chispa de saliva de Macbeth, aferrado a una silla metálica, los nudillos en blanco y las arterias temporales palpitando. Delira y suda y ve cosas que el espectador también ve —aunque es obvio que no debería estar viendo—. Lo ha consumido la ambición, la culpa y el fracaso, y solo quedan los restos de un hombre que, dos horas antes, caminaba erguido dentro de un traje impoluto con paso de metrónomo.
Es Fran Boira (Huesca, 1971) en el papel de Macbeth, y es Macbeth en la versión de José Martret. Es MBIG: acumula más de 350 funciones, más de 40 semanas en varios rankings de publicaciones de ocio, tres candidaturas a los premios Max, un premio para el protagonista y una crítica, casi en su totalidad, que roza la excelencia. Volvió a La pensión de las pulgas el pasado 12 de mayo en una especie de ritual de despedida: esta casa en la calle de Huertas, 48, fue creada por Alberto Puraenvidia y José Martret para albergar MBIG —tal y como fue creada La casa de la portera para Iván-OFF—, ahora que La pensión cierra sus puertas, esta versión vuelve para decir adiós.
'MBIG'
Autor: William Shakespeare
Dirección: José Martret
Intérpretes: Francisco Boira, Olga Rodríguez/Rocío Muñoz Cobos, Raquel Pérez, Maribel Luis, Aitor Merino, Javier Ruiz de Somavia, Pilar Matas, Javier Mejía / Mon Ceballos, Raúl Tejón y Julio Veléz.
La obra podrá verse de jueves a domingo hasta finales de junio en La pensión de las pulgas, calle de Huertas, 48, Madrid.
Martret recuerda cómo saboreó la idea de hacer un Shakespeare a dos centímetros del público, “donde las emociones explotan”. No quiso perder material combustible así que decidió no cambiar ni una sola coma del texto y, sin embargo, fue capaz de llevarlo hasta el entramado empresarial de los años 50-60; estampados geométricos en las losetas y el papel pintado de las paredes, lámparas con pantallas de algodón plisado, corbatas, tacones, vestidos ceñidos y rizos cortos son el universo estético de Macbeth International Group, la multinacional en la que el público se adentra a través de la voz Camelia, el único personaje que no forma parte del elenco original del bardo inglés.
Aquello fue un riesgo que Martret asumió con muchas lecturas bajo las gafas de pasta: “Todos esos bestsellers que hay a millones en las librerías sobre cómo ser el mejor empresario, cómo formar el mejor equipo, cómo liderar con eficiencia… Aún con todo, no sabía si el público lo entendería. Para mí estaba claro, el mundo ha seguido evolucionando hacia los mismos lugares oscuros que hace cuatro siglos o 20 años”.
En 2013 quiso hablar sobre cómo la ambición desestabiliza una monarquía, o una institución y nombra a Pujol, a Urdangarin, a Bárcenas, “los honorables”. La ambición no es el único símil que el autor de MBIG ve con la realidad: “El sentimiento de culpa que empieza a acecharlos (a Macbeth y a Lady Macbeth) tras cometer el crimen, cómo empiezan las visiones, a perder el sueño y a no dormir nunca más”. Y el fracaso, el aliño último de esta tragedia. “Tal y como aquí han sido incapaces de formar gobierno, de ponerse de acuerdo, de asumir”.
A esas tempestades emocionales e intrigas le quedan nueve semanas en cartel, de jueves a domingo. A ellas han puesto su voz varios elencos y más de 10.000 personas han caminado de habitación en habitación para escuchar los sonidos guturales de las brujas, el violento sexo de los que serán reyes de Escocia, la calma aparente de la reconquista de un reino. Y el día que se cierre la puerta de La pensión, dentro quedará lo mismo que el primer día, ese Shakespeare a dos centímetros y un viaje que empezar.
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