La aventura de Giróvago
De la Quadra-Salcedo siempre fue un explorador rendido a la curiosidad. Un sabio inquieto con el pasaporte cosido de audacia
Yo fui uno de ellos, uno de aquellos jóvenes que a mediados de los setenta acudíamos a las aulas de las primeras Facultades de Periodismo con la indisimulada intención de ser como Miguel de la Quadra Salcedo, el reportero. Aquel periodismo era nuevo, excitante y tremendamente eficaz. Se trataba de palpar los hechos, llegar al centro del huracán, enfocar y poner el micro. El mundo salía por la tele. Aún hoy sus reportajes emocionan y estremecen, aún hoy siguen siendo manifiestos del más puro periodismo audiovisual. Mostrar los acontecimientos sin tomar partido.
Miguel era un Adonis, un joven atleta de porte distinguido que abandonó las pistas atraído por la aventura. Se definía como un “nómada curioso”, y fue esa curiosidad la que le llevó al Amazonas por primera vez en 1960. Vivió 3 años en la selva, realizando diversos trabajos, acompañado siempre de una pequeña cámara que había comprado con los ahorros que juntó enrolado durante unos meses en un ballenero chileno. Durante aquellos días rodó la célebre secuencia de su encuentro, poco amistoso, con una enorme anaconda; esas imágenes le abrieron las puertas de TVE. Era 1963 y comenzaba la “edad de oro” del reportaje de televisión en España: Miguel de la Quadra, Alcalá, Leguinetxe, De Giles…
Dice otro grande, Jesús González Green, que estaban “donde se movía la historia” y entonces, como casi siempre, la historia estaba en permanente convulsión. Miguel vivió una década en el ojo del huracán. Su primer reportaje, en el Congo, le costó una condena a muerte por rodar en zona prohibida, se libró de carambola. Luego estuvo en Bolivia con la muerte del “Che”, en todos los conflictos armados (Vietnam, Biafra, Yom Kippur, Etiopía…), en el regreso de Perón a Argentina, en el terremoto de Managua, en el golpe de Pinochet, y allí donde hubiera algo que contar.
Hace un año pude cerrar un círculo personal. Mi trabajo me dio la oportunidad de hacer un reportaje sobre el tótem del reporterismo, aquel que me había empujado a la Facultad. Lo titulé “De la Quadra Salcedo: el reportero que quisimos ser”. Un homenaje.
Siempre fue un explorador rendido a la curiosidad. Un sabio inquieto con el pasaporte cosido de audacia. “En realidad soy un giróvago”, me dijo. Fui al diccionario de la Real Academia de Española. Giróvago: (Del lat. gyrovagus): adjetivo. Se dice del monje que, por no sujetarse a la vida regular de los anacoretas y cenobitas, vagaba de uno en otro monasterio.
Juantxo Vidal es subdirector del programa de RTVE 'Crónicas'.
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