‘Remake’ místico
Concebidas como escenas de una atrevida performance, las composiciones de Carla Badillo tejen una fábula minimalista

Hace pocas semanas se reestrenaba en España el montaje original de El color de la granada, el efervescente biopic del poeta Sayat Nova que el cineasta Sergei Parajanov filmó a finales de los sesenta, en contraste con los ásperos dramas espirituales que por entonces rodaba su compatriota Andréi Tarkovski. Aquella película se encuentra en el origen del tercer libro de Carla Badillo Coronado (Quito, 1985), por el que ha obtenido el Premio Loewe Joven. La autora se inspira libremente en las trágicas vidas del trovador místico Sayat Nova y del director Sergei Parajanov, ejemplos del triunfo de la voluntad frente a la represión del poder. Sin embargo, El color de la granada no glosa el argumento del filme, sino que apuesta por reconstruir su atmósfera estética mediante la palabra.
Concebidas como escenas de una atrevida performance, estas composiciones tejen una fábula minimalista sobre la redención a través del arte. Badillo pulsa las cuerdas del enigma, realiza prácticas de vuelo místico y a veces logra una auténtica transfusión sentimental: “Quien ahora escribe sobre esta página / pretende interpretarme / volverme a la vida a través de estos poemas. / Pero soy yo, Sayat Nova, maestro de los cantares / quien dirige sus manos”. Más interesante cuando se despoja de su atrezo que cuando intenta traducir los fotogramas al lenguaje poético, las mejores secuencias de este singular remake son aquellas en las que el turbión imaginativo no remite a una iconografía previa: “Alguna vez me enseñaron a hilar / desde entonces mi vida / está llena de enredos”, “La belleza es la profanación / de la cual yo me alimento”. La voz de Badillo suena muy bien en la polifonía de este discurso transmediático. Estamos deseando oír un solo.
El color de la granada. Carla Badillo Coronado. Visor. Madrid, 2016. 116 páginas. 12 euros
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