La Raíz pone el broche final al Viña Rock con el mayor concierto del festival
En el último día del certamen la lluvia respetó a las bandas y el grupo valenciano dio la actuación más destacada
Después de un viernes de lluvia llegó una jornada de sol. En el último día del festival Viña Rock el tiempo respetó a las bandas y al público, y La Raíz, un grupo valenciano que fusiona rock, ska y reggae, puso el broche final a un certamen que comenzó el jueves en Villarobledo y terminó este sábado cantando y saltando con sus mejores temas. Empezaron por su último disco, tocando Entre poetas y presos, una de sus canciones más conocidas, y la marabunta no se pudo resistir a sus letras de protesta: "¡Somos los hijos de los versos, de los poetas y los presos, la voz que grita entre los huesos!". La banda de Gandía echó sus temas más populares, como Nos volveremos a ver, Muérdeles o Por favor, en el mayor concierto del festival: ni La Pegatina el viernes ni Boikot o La Fuga el jueves consiguieron reunir a tanta muchedumbre frente al escenario.
Para terminar su actuación, La Raíz tocó Rueda la corona, pero antes también tuvo tiempo para mensajes políticos: recordó a aquellos que emigraron para encontrar trabajo —echó la culpa de esto "a los políticos que no hacen nada"— y criticó la corrupción mientras el público botaba y botaba con sus ritmos mezclados. Mientras, a 300 metros de su escenario, Morodo, con su mezcla de reggae e hip-hop, ponía a rapear a cientos y cientos de personas.
En el último día del vigesimoprimer Viña Rock, que reunió durante sus tres jornadas a más de 200.000 personas —una cifra similar a la del año pasado, según la organización—, también tuvieron su momento dos clásicos del punk español, El Último ke Zierre y Lendakaris Muertos. El primero levantó al público con Tus bragas, su tema más conocido, y los Lendakaris congregaron antes de su actuación a una recua de personas disfrazadas de osos panda —en honor a su canción más popular, Oso panda— que saltaron y berrearon sin parar durante la hora que duró el concierto del grupo. Su cantante, Aitor Ibarretxe, se lanzó dos veces al público, subió al escenario a cantar a dos punkis y ofreció una y otra vez el micrófono a sus seguidores, que corearon con él algunas de las frases más conocidas de la banda navarra: "Soy un veterano de la kale borroka" o "ETA, deja alguna discoteca".
Por el Antiviña —el nombre con el que se conoce la fiesta que rodea a este festival y que atrae a miles y miles de personas sin entrada a este pueblo de Albacete— desfilaron rockeros, punkis, rastafaris, hippies, raperos y otras tribus urbanas hasta bien entrada la madrugada para despedir el último día de conciertos. En la carpa, desde hacía más de 72 horas sonaban temas de dubstep y tecno-house una y otra y otra vez. También en el camping se levantaron fiestas improvisadas en varias tiendas de campaña que más parecían casas —algunas tenían incluso sofás, parrillas y mesas— que refugios provisionales. Con alcohol, marihuana y música fueron muchos los que aguantaron hasta que llegó la luz del sol.
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