_
_
_
_
FERIA DE ABRIL
Crónica
Texto informativo con interpretación

La inválida bravura de los ‘miuras’

Solo Rafaelillo pudo cortar una oreja a una corrida muy blanda en la que se vivieron momentos emocionantes

Antonio Lorca
El diestro Rafaelillo, durante el primer toro la tarde de la última corrida de la Feria de Abril.
El diestro Rafaelillo, durante el primer toro la tarde de la última corrida de la Feria de Abril.PACO PUENTES

Hubo toros bravos y nobles, momentos para la animosa sensibilidad, un par de excelentes tandas de verónicas —una de ellas acompañada por la música—, extraordinarios pares de banderillas, estimables tandas de muletazos, varias estocadas hasta la empuñadura, y hasta un espontáneo, que se libró de la cornada por un auténtico milagro. Hubo, además, toreros valientes y con ademanes artistas, pero la última tarde de la Feria de Abril no consiguió levantar el vuelo porque sus auténticos protagonistas, los toros de Miura, carecieron de la fortaleza necesaria para convertir su demostrada bravura en los caballos en la movilidad imprescindible para el toreo.

En conjunto fue, sin duda, la corrida más brava de la feria ante los picadores. Todos los toros acudieron con presteza al encuentro con el peto, empujaron en mayor o menor medida y se dejaron pegar; varios de ellos persiguieron con alegría en banderillas, pero todos llegaron a la muleta sin aire en los pulmones ni con la sangre suficiente para responder en el último tercio. Perdieron las manos en repetidas ocasiones, y el sexto se desplomó en plena faena de muleta de Escribano.

Por eso, solo por eso, y pese a la buena voluntad de los toreros, las faenas resultaron anodinas, con muy escasos momentos de brillantez y sin el colofón necesario de la emoción.

Miura / Rafaelillo, Castaño, Escribano

Toros de Miura, bien presentados, bravos en los caballos, nobles y muy blandos y sosos.

Rafaelillo: pinchazo, media caída (aviso) y tres descabellos (ovación); estocada (oreja).

Javier Castaño: pinchazo y estocada caída fulminante (ovación); casi entera caída (ovación).

Manuel Escribano: estocada (ovación); dos pinchazos, estocada, un descabello y el toro se echa (silencio).

Plaza de la Maestranza. Decimoquinta y última corrida de feria. 17 de abril. Casi lleno.

Finalizado el paseíllo, la plaza entera irrumpió en una cerrada ovación para recibir la vuelta a los ruedos de Javier Castaño tras el cáncer de testículos que ha padecido y que parece que ha superado totalmente. Cuando se desmonteró mostró su cabeza rapada como última secuela de la fuerte medicación recibida.

Se le aplaudió después su voluntad y valentía, pero no pudo redondear faena alguna, si bien le robó unos aceptables naturales a su deslucido primero, y le faltó mando ante el cinqueño quinto, el de más movilidad de toda la corrida, pero igualmente apagado. Su labor fue acelerada e insulsa.

Una de las estocadas de la tarde se la recetó el propio Castaño al segundo, tras un pinchazo, pero de efectos fulminantes; las otras dos correspondieron a Escribano en su primero, un auténtico puñetazo, y a Rafaelillo, en el cuarto, que a la postre, le sirvió para cortar la única oreja de la tarde.

Este torero sigue dando muestras de valentía y técnica ante las corridas duras, pero ayer, demostró, además, buen gusto con capote y muleta. Recibió al cuarto con una apasionada tanda de verónicas, que enlazó con dos chicuelinas y una revolera final. Dibujó, después, unos redondos excelentes, los mejores de la tarde, engarzados con un cambio de manos y un pase de pecho final que presagiaban lo que el toro impidió instantes más tarde. El animal se paró y se enfadó ante la insistencia del torero, de modo que lo desarmó y le tiró un tornillazo al pecho. Pero Rafaelillo le cortó la oreja por su decisión y buena estocada final. Ante el primero, que salió muy perjudicado de su saludo al picador, solo se pudo ver a un torero seguro y confiado, que lució en algunos muletazos estimables por ambas manos ante un animal con poco espíritu y menos codicia. No acertó con la espada y todo quedó en un agradecimiento.

Escribano clavó seis pares de banderillas, pero ninguno puede ser tildado de sobresaliente. No sería mala decisión que abandonara los palos en las plazas de primera porque no aporta nada a su labor. El que triunfó de verdad fue Fernando Sánchez, de la cuadrilla de Castaño, que levantó al público de los tendidos, y José Mora, en las filas de Rafaelillo.

Pero Escribano hizo el mejor toreo de la tarde. Recibió a sus dos toros de rodillas en los medios, y tras la larga cambiada a su primero, dibujó verónicas de mucha enjundia, embarcada la embestida en los vuelos del capote. Tal alta consideración alcanzaron que la banda de música rompió a sonar en su honor. Su picador Chicharito se lució en el tercio de varas, y en banderillas sobresalió el galope del toro. Llegó con buena condición al final, pero sin fuerzas, lo que deslució la encomiable intención del torero. El último toro de la corrida fue, quizá, el más deslucido, con la cara siempre a media altura, y, encima, se despanzurró en el centro del ruedo.

La nota inesperada la puso un espontáneo que se tiró al ruedo en la lidia del cuarto toro, cuando Escribano recogía el engaño para iniciar la faena de muleta. Un hombre joven con un chaleco anudado a la cintura apareció a la altura del tendido nueve; el toro hizo por él, pero perdió las manos, lo que, posiblemente, le salvó de una segura cornada. Fue reducido por las cuadrillas y trasladado al burladero más próximo, donde recibió golpes y manotazos de una desconcertante violencia hasta que pasó a manos de la policía. Se supone que a un espontáneo hay que protegerlo, pero no darle una paliza.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_